Capítulo 9 Laura, Juega Conmigo Señor Monopoly.

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Las lamidas de Coco en mi rostro hacen que me despierte, mi cabeza esta pesada por la resaca del alcohol consumido a noche, y toda la información que comienza a circular en mi mente a medida que voy entrando en sí, «Conocimos a la pareja de Ty, Jacob y a sus amigos en el Club Monopoly, ¡MONOPOLY!, SEÑOR CONTROLADOR, ¡MIERDAD!, ¡FOLLE CON JACK ESTA MAÑANA!»

Me levanto despavorida y me froto la cara, miro alrededor y obviamente sé que no está aquí, me levanto dirigiéndome al baño, el frio de la habitación pega como hielo en todo mi cuerpo desnudo, entro y agarro mi bata de seda negra, me miro en el espejo del tocador y mi imagen es horrible, ojeras, cabello desgreñado, oliendo a sexo mañero pre resaca y un chupón en la parte de arriba de mi seno derecho.

—Carajo lo que faltaba —me quejo.

«ósea si quería que me follara, pero no que me dejara sin despedirse y marcada como vaca».

Me cepillo los dientes, me arreglo un poco el cabello y coloco la bañera a llenarse, salgo a la habitación agarro a Coco y me dirijo a la cocina a preparar café, «nunca es tarde para un poco de cafeína después de todo lo que ha pasado, el café es vida, pienso».

Cuando abro la puerta el olor de este llega a mi nariz, «será la señora Williston ha llegado, pienso», pero para mi sorpresa es Jack quien está preparando el café.

«Pensé que se había ido, mi yo promiscua salta eufórica», tiene su torso descubierto, va descalzo, solo lleva puestos sus pantalones grises, los cuales no le quedan para nada mal, «pero si estuviera completamente desnudo se vería aún mejor, pienso», mi cuerpo arde y mi sexo se humedece a la velocidad de la luz tan solo verlo, «Dios es hombre me pone al mil por hora».

Sirve dos tazas, la cual una de ellas es mía pues tiene impresa una foto de Coco vestido de santa así que no es difícil deducirlo, me la ofrece como de lo más normal y lo miro extrañada, aunque mi cuerpo reacciona pecaminosamente ante él.

—Buenos Tardes nena —dice tranquilo mientras acaricia a Coco y bebe un sorbo del café.

«Ahora sí que no puedo disimular mi cara de confusión al oír cómo me ha llamado y con Coco es algo normal que sea así pues siempre se gana el cariño de todos».

Tomo un poco de café para que me de claridad y poder analizar todo esto.

—Buenos Tardes —digo titubeante.

—Le he dado de comer a este lindo felino —me dice y se va a la sala.

Dejo a Coco en el suelo y lo sigo.

—Gracias, me he quedado dormida como piedra y el felino se llama Coco —le comento posicionándome en el sofá a unos centímetros de él.

—Oh lindo nombre —vuelve a beber de la taza.

—Sí, cuando llegue aquí a estudiar mis padres me lo regalaron para que me hiciera compañía —le comento para tengamos un tema de conversación, aunque el objetivo sea mi hermoso acompañante felino.

—¿No eres de aquí? —interroga él.

«Olviden lo antes mencionado de Coco, ya este barco cambio de rumbo», y mi cuerpo paso de estar excitado a asustado porque no puedo controlarlo, ya que quiere obedecer a sus peticiones de preguntas personales, «¡pero no!, tengo que ser fuerte».

—No, soy nacida en Estados Unidos con raíces latinas —le informo y me levanto para dar como terminada la exposición sobre mi vida.

Pero a este no le gusta que lo dejen sin información, ya que se levantó al mismo tiempo y se interpuso entre mi huida y el sofá.

Ley Promiscua - Donde los pactos y el Placer son normas en el Tribunal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora