Capítulo 13 Jack.

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—Señorita Villin posponga mi reunión con la Abogada Santorinni para las tres de la tarde —le ordeno a mi asistente por el teléfono IP de la oficina.

—Como ordene Señor Cavendish —obedece sin más.

—¿Y qué harás? —me pregunta Jacob parado en los ventanales observando toda la ciudad de Londres.

—Nada, solo es una estúpida noticia que no es más que una falsa, generada por personas inútiles que no tienen más nada que hacer —inquiero con frigidez.

—Me imagine que dirías algo como eso, muy propio de ti —me vocifera Jacob en tono serio.

Enarco una ceja y suspiro.

—¿Y según tu que debería hacer?, ilumíname —le planteo recostándome en mi silla y entrelazando mis brazos encima de mi pecho.

Se ríe sarcásticamente.

—¿Tú pidiéndome un consejo?, hoy se caerá el cielo —me dicen burlón.

—Creo que deberías estar en el circo y no aquí trabajando de Abogado, estas muy gracioso hoy —inquiero con enquiña.

—Siempre tan mordaz tú —me dice.

—¿Hablaras sí o no?, no me hagas perder el tiempo —musito seco a apuntando la salida.

—Calma, no te aires, solo quería darle humor a la situación —confiesa sentándose en una de las sillas de mi escritorio frente a mí.

—¿Estás viendo que me causa gracia? —lo miro serio.

—Ya veo que no Fort Knox —me dice chispeante.

—¿Entonces? —lo fulmino con la mirada.

—Te sugiero que vayas hablar con ella —dice.

Me carcajeo con ironía.

—Eso si me causa gracia —le musito.

—Por lo menos —hace un gesto de disgusto con su rostro.

Vuelvo a suspirar y me endurezco en mi silla.

—¿Y eso de que serviría? —pregunto curioso.

«aunque sé que es una estúpida idea».

—Para hablar sobre el asunto y ponerse de acuerdo he ir a la revista, e informales que si no borran ese artículo serán demandados —me sugiere Jacob muy serio.

«Aun así, sigo pensando que es mala idea», me rasco la barbilla, «pero cederé solo por esto vez».

—Ok acepto —acepto serio.

Él se sorprende.

—Perfecto, ¿te paso la dirección? —inquiere animado.

—¿Dirección?, pensaba decirle a la Señorita Villin que buscara el número de su firma y me comunicara por la línea dos —confieso sin interés.

—Tú y el egocentrismo son uno solo—ladeo mis hombros por su confesión—. Es mejor en persona, ya le pasé la dirección Arthur —dice tecleando su IPhone.

—Pero ¿qué haces? —suelto.

—Te está esperando abajo —me informa parándose y entregándome mi saco azul marino que hace juego con mi traje de tres piezas de Boggi Milano.

—Que diligente eres, deberías ser mi asistente —me burlo de él.

—Eso quisieras cariño, no podrías resistirte a mí en faldas —me dice alegre saliendo de la oficina.

Ley Promiscua - Donde los pactos y el Placer son normas en el Tribunal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora