Capítulo 12 Laura.

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Mi alarma me despierta a las seis en punto de la mañana, me levanto, me lavo los dientes, dejo la bañera llenarse con el grifo del agua tibia abierta y le agrego jabón con olor a Frutos del Bosque, «ya dije que desde ayer comenzare a odiar la lavanda».

Agarro a Coco que está en mi cama, el siempre en la madrugada termina saliéndose de su bola de estambre y se acuesta a mi lado, salimos y toco la puerta de la habitación de Alana que queda enfrente de la mía, grita cinco minutos más y me dirijo a la cocina.

Voy despejando los ventanales deslizando las cortinas hacia un lado y la vista de los diferentes edificios, calles y establecimientos que te regala el pequeño barrio céntrico de Paddington, es armonía pura, esperaba un poco más de vitamina D que corriera por mi piel para empezar el día con energía, pero hoy hace un clima nublado, «aunque soy más de climas nublados que soleados, así que igual me gusta».

Enciendo la cafetera, le coloco agua, tres cucharadas del Nescafé Black Roast, y dejo que se empiece a preparar, le sirvo comida a Coco, me dirijo al baño para cerrar el grifo.

El olor a Frutos del Bosque me atrapa, «no tanto como el de Lavanda, pero ahora aborrezco ese olor», respiro profundo y cierro la llave y sumerjo una mano en el agua, «perfecta, pienso».

Salgo y toco nuevamente la puerta de Alana a lo que ella vuelve a responder, cinco minutos más, llego a la cocina y el olor a café se hace más presente haciendo que mi mente se vaya al momento cuando vi a Jack preparando el café, me estremezco, «¿no se suponía que hoy estaría superado?, salta a decirme, mi yo altiva», suspiro, «cierto, me aclaro, ni hoy ni nunca más nada sobre Jack, ni porque vengan los mismísimos Aliens y me obliguen».

Lavo la taza de Coco que termina de comer, saco su arenero, este se posiciona y comienza hacer sus necesidades, termina, tapo con más arena con una pequeña pala recogiendo sus eses guardándolas en una bolsa ermitica especial para esto, evita accidentes y malos olores, la introduzco en el cesto de basura, Luego me dirijo al fregadero para lavarme las manos.

Saco dos tazas de café del armario de utensilios, una es mi distintiva taza con la foto de Coco y una verde con cactos para Alana, saco la jarra de cristal de la cafetera y lleno casi completa cada taza, las agarro y me dirijo a la puerta de la habitación de Alana, coloco una en la mesa de estar y toco por tercera vez la puerta, vuelvo agarrar la taza y la extiendo hacia la puerta esperando que salga.

—Tú con los significados no te llevas muy bien, te dije cinco minutos —dice abriendo la puerta y tomando la taza llena de café.

—Buenos días para ti también —le digo y me giro para irme.

—Cierto, buenos días señora Socia Directora —responde tirándome un beso y me hace reír.

—Definidamente tú estás loca —le digo risueña.

—Dime algo que no sepa —dice y toma un sorbo del café.

—Que nos quedan exactamente una hora y quince minutos para arreglarnos y Frank nos estará esperando abajo —le informo elocuente.

—¡Mierda!, acorrer —dice y las dos cerramos la puerta.

Frank Roberts es nuestro chofer desde hace un año, Alana y yo lo hemos contratado para nuestro traslado a la oficina mientras resolvemos el comprarnos nuestro propio auto, él está catalogado como uno de los mejores choferes de todo Londres segundo su agencia Quality driver Corporation, y hasta hoy no ha fallado en ningún momento, así que siempre le fiamos nuestro horario puntual a él.

***

—Buenos días Señoritas —nos saluda Frank y nos abre la puerta del hermoso y elegante Tesla Modelo S.

Ley Promiscua - Donde los pactos y el Placer son normas en el Tribunal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora