Capítulo 9

168 33 8
                                    




Debo seguir adelante. Me repetí eso, muchas veces.

Así que, me duché apropiadamente y comí, luego fui afuera de mi edificio. Colocándome al lado de mi motocicleta saqué un cigarrillo de la gabardina. No soy mucho de fumar, pero hoy lo sentía más que necesario.

Si quería estar tranquilo durante la tarde en mi lugar favorito, con mis personas favoritas, debía primero drenar mis problemas de alguna manera. Y solo lo logro al tragar nicotina.

Mantuve mis ojos cerrados, siendo consciente de lo que me rodeaba por mis otros sentidos, que se mantenían siempre alerta, el bosque era lo más audible en ese pueblo, así como los autos en la carretera. Cuando el cigarrillo se acabó, pisé la colilla y me acomodé la gabardina antes de subirme a la motocicleta y viajar al único lugar que me llenaría ese vacío.

El viaje no tomaba más de una hora, y era bastante bonito el recorrido al tener que pasar por una parte de bosque. Antes de adentrarme del todo, pasé a una tienda y compré muchos dulces y chips, surtidas.

Se cuanto disfrutarán esa comida, además, llevaba una canasta de frutas, también completamente surtida.

En esto era en lo que siempre invertía mi dinero, y en los viajes con los demás pandilleros.

Continué conduciendo sin prisa al lado de la fila de grandes pinos, que podían medir hasta treinta metros de alto.

Decidí tomar supresores de feromonas junto a la comida, porque no había dejado de apestar a tristeza y eso si que no lo iba a permitir.

Sentía los lamentos en mi pecho, pero eran demasiado silenciosos. Como un dolor constante que no sabes de donde viene, pero que está presente.

Mi debilidad me iba a llevar a la muerte, de eso estaba seguro.

Atravesé los grandes portones de entrada, avanzando por un camino de piedra entre una fila de arbustos, hasta llegar al gran edificio que conformaba toda la institución.

Estacioné la motocicleta en el lugar indicado y caminé hasta las gradas de entrada, desde ahí, pude divisar en la recepción a quien había echado de menos.

Abrí la puerta de madera que era conformada en el centro por una parte de vidrio,  por lo cual, podía mirar el interior del lugar.

La campanita que anunciaba la entrada de alguien, hizo que me mirara.

Y su rostro, pasó rápidamente a una sonrisa que transformó todo su rostro. Pareció tomar vida en cuestión de segundos.

Mi bebé HoSeoki.— la dulzura que inundó el lugar fue increíble, nunca dejaba de sorprenderme. Y el jazmín siempre sería tan especial.

—¿Por qué soy el único que envejece? Tiene 41 años y, aun así, parece mi hermana, ¿Es eso posible?— ese fue mi saludo, no solo porque quería realizarle un cumplido, sino que era una realidad. Ella siempre iba a ser la omega más hermosa.

Salió detrás del mostrador y se acercó para abrazarme, llenándome mucho más con su aroma. Cerré los ojos cuando la tranquilidad llegó hasta mi lobo.

Se separó para mirarme y la sonrisa desapareció —¿Qué te pasó, Hobi?—

Sonreí y negué —Estoy bien, solo estuve resfriado estos días... Perdí un poco de peso y por eso, vengo a que me cocine una de sus sopas levanta muertos, señora Han.— tomé su mano, empezando a caminar por el lugar que conocía de años.

—Sigues con eso de usar honoríficos y hablando con respeto, no cambiarás nunca.— reprochó.

—Debe sentirse honrada, es a la única persona a la que le debo respeto; sabe que YoonGi desea con todas sus fuerzas que lo trate así... Pero eso no va a pasar.— sonreí recordando a ese aburrido alfa que me había dado el día libre.

Refusing | Hopemin |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora