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Bueno aquí el capítulo, mañana vuelvo actualizar
Espero que disfruten!
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Narrador Omniciente

Una puesta de sol tapó el cielo de la ciudad, gran parte de la gente se encontraba en sus casas esperando y preparando la cena, otros salían de sus trabajos esperando llegar a sus casas y reunirse con sus familias, y otras se encontraban besando a sus amigas en un puente medianamente lejano al ruido tranquilizador del pueblo. Podían escuchar como el agua del riachuelo corría y nada más, pues el eco de sus pensamientos eran más fuertes y predominantes que cualquier ruido externo.

"La estoy besando" pensaron ambas, una con mayor calma y la otra con los nervios a flor de piel. Sentían como sus bocas encajaban a la perfección.

Emilia podía describir los labios de Luisa como los más suaves que ha besado en toda su vida, de hecho eran los únicos que había besado. La calidez que le transmitía el estrecho contacto con la Madrigal le provocaban suspiros, que de a poco iba soltando en medio del beso.

"Me está besando y esto no es un sueño"  fue lo último que pudo pensar Emilia con claridad, ya que al relajarse más, logró actuar con más impulsividad y colocó sus manos en los hombros de Luisa.

Luisa, pensando que ya era suficiente para su amiga jadeó sorprendida sobre los labios de la otra al sentir como las manos de Emilia se encontraban ahora en su nuca queriendo acercarla más de lo que ya estaban. La Madrigal decidió darle el gusto a la Castro, así que sin perder tiempo pero luego de unos cuantos besos más, se separó unos milímetros de su boca y le susurró.

-Abre la boca- y mientras colocaba sus manos en la cintura de la más baja, observaba a su amiga que seguía roja igual que al principio pero también anonadada.

Luisa rompió el poco espacio que había entre ellas e introdujo su lengua en la boca de Emilia, quién soltó un gemido inesperado que le gustó a la Madrigal, logrando ponerla nerviosa por desear escucharla aún más. Poniendo todo su esfuerzo en el beso húmedo, la Castro trató de guiarse por la forma en la que Luisa la besaba, tocando y juntando sus lenguas provocando sonidos que sin mencionarlo, lograba excitar a ambas. Sentían el sabor de sus lenguas, la saliva, el aire sofocante entre ellas y les encantaba. El sentir las grandes manos de Luisa en su pequeña cintura volvía loca a Emilia, tenía ganas de que la tocara más, estar debajo de ella y sus fornidos brazos susurrándole al oido cuánto la destrozaría y como le comería la boca, haciendo un lío en ella.

Continuaron así por un rato entre jadeos que gran parte eran de la más baja, hasta que la falta de aire se hizo presente y por desgracia para las dos tuvieron que separarse. Luisa miró como Emilia trataba de regular su respiración, suspirando con los ojos cerrados y la cara aún más roja, si es que era posible. Se fijó como sus labios temblaban y cómo las manos de ella seguían en su cuello, no quería admitirlo pero verla así de inestable gracias a su beso, le causaba un sentimiento satisfactorio.

Y supo que algo ocurría.

No estaba segura que era, pero la mirada de Emilia al abrir los ojos le transmitían algo, como si la Castro le quisiera decir miles de cosas y todas se resumían en de alguna forma transmitirle afecto, excitación, amor.

Luisa se encontraba perdida y confundida, y sin querer quitó sus manos de la cintura de la pequeña. 

Emilia lentamente sacó sus manos de la más alta y cayó en la realidad, como si un balde de agua helada le cayera en su cabeza.

"Oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios oh Dios" era lo único que podía pensar Emilia mientras desviaba su mira de Luisa, se sentía avergonzada intranquila y se había quedado con ganas de más.
Después de un corto silencio, Emilia decidió romperlo riéndose de una manera un tanto incómoda.

-Si...bueno...Si besas bien eh- dijo rascándose la nuca sonriendo nerviosa.
Luisa sorprendida y sonrojada ante el comentario de la otra, se ríe y deja de lado sus pensamientos.

-A veces eres tan inesperada- dice devolviéndole la sonrisa- Creo que deberíamos volver-.

Emilia la miró unos segundos más y luego asintió. Caminaron en un silencio tranquilo y no incómodo, no tenían deseos de arruinar lo reciente ocurrido.

-Bueno... Yo me voy por acá- le dice Emilia con una sonrisa tímida a Luisa.

-Ah, si nos vemos- dice despidiéndose la Madrigal sin ofrecerse acompañar a la pequeña, lo cual era raro pero para Emilia era mejor así.

Y vió como se fue.

Emilia se dió vuelta, dirigiéndose a su casa y con toda su euforia guardada, saltó de felicidad. Corrió de alegría hacia su casa, gritando lo mas bajo posible para no despertar a los vecinos y apenas llegó a su pasaje logró volver a pensar con claridad y se dijo.

"¡Nos besamos! ¡Besé a Luisa Madrigal!".

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Cómo te envidio Emilia.

¡Voy a por tí, Luisa Madrigal! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora