EXTRA {parte 1}

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El extra trata de Bruno Madrigal y Sebastián (el hermano de Emilia) y narrará historias del pasado que han transcurrido en segundo plano  en la historia general y estará ubicado en el tiempo del cap. 10 (cuando lean entenderán mejor) .


Narrador Sebastián

Regresé a la casa en mi horario de descanso, cosa que de vez en cuando hago dependiendo de cuánto trabajo tengo, pero en esta ocasión quería regresar si o si por el señor Bruno. Al entrar a la casa, lo veo durmiendo tranquilamente en el sillón de mi sala abrigandose así mismo con su poncho.

"Tierno" pensé mientras subía a mi habitación a buscarle alguna manta para ponerle encima y abrigarlo.

Al bajar para abrigarlo, me acerco a él y me quedo mirando su rostro fijamente. A pesar de su edad logra mantenerse muy bien, y si no fuera por su cabello largo y sus pelos en la barbilla desordenados, lograría verse más joven.

Me acerqué más y puse mi mano en su pelo acariciándolo suavemente, recordando así como fue nuestro primer encuentro...
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La primera vez que conocí a Bruno Madrigal fue en la celebración que realizó su familia por su llegada y la reconstrucción de la casa... y mi primera impresión de él fue
"Qué persona tan exótica"

No sé si era porque ya había tomado más de la media botella, pero esa forma exótica que veía en él se me hacía interesante y sentía la necesidad de indagar profundamente en ella.

-Lo voy hacer- recuerdo haber dicho mientras me limpiaba los rastros de alcohol que caía en mi barbilla.

-Y como buenos amigos ¡Dejaremos a que hagas el ridículo solo!- dijeron riéndose mis compañeros de trabajo igualmente o más ebrios que yo.

De un momento a otro, estaba acercándome a él y a sus hermanas quiénes estaban acompañadas de sus esposos que al parecer no habían salido a bailar todavía, por hacerle compañía al Madrigal quién se notaba un poco  cohibido.
Y yo con toda la confianza del mundo me acerco a todos ellos saludandolos, dejando de último a mi "objetivo" a quien lo miro de cabeza a pies sonriendo.

-¡Hola! un gusto en conocerlo Señor Bruno Madrigal, Soy Sebastián Castro- dije felizmente estrechandole la mano.

-Hola un gusto igual- respondió sonriendo a medias recibiendo mi mano.
Aprovechando el saludo de manos, decido no soltarlo y comentarle.

-Veo que lleva mucho tiempo acá con sus hermanas, déjeme bailar una canción con usted cómo mi muestra de bienvenida ¿Le parece? ¿Si? Genial- dije rápidamente mientras lo arrastraba a donde estaban todos bailando.

Él confundido, miraba hacia atrás a sus hermanas quiénes se encontraban riéndose tímidamente, luego giró su mirada hacia mí nervioso sin saber que hacer.

-Yo de verdad soy muy malo bailando no he bailado desde hace años, décadas, ¡siglos incluso!- decía mirando hacia todas las direcciones incómodo.

-Bueno entonces sigame a mí-.

Así fue como lo convencí y pude hacerle bailar  juntos por un buen rato. Al principio estaba con pasos muy tiesos y rígidos, pero traté de contagiarle mi alegría  y el ver cómo los demás también lo motivaban a bailar, logró soltarse poco a poco bailando con más felicidad.

-¿No que era malo bailando?- le dije inclinandome hacia él casi gritando cerca de su oreja por el bullicio de la gente y la música.

-Al parecer recordé las clases de baile que me obligaban a tomar de niño- dijo cerca de mi oído.

Nos reímos juntos ante su comentario, hasta que en eso mi mirada se fija en como ciertos grupos de parejas bailaban muy pegados juntos, y se me ocurrió una idea.
Me acerqué más al Madrigal y le agarré la cintura con una mano, mientras que con la otra le agarraba su mano entrelazandola con la mía. Él, sorprendido ante mi acto sube su cabeza para mirarme.

-¿Sebastián?- dice con una sonrisa nerviosa.

-¿Le parece si ahora comenzamos a bailar así ahora?- me acerqué a su cuello y luego a su oído- Así no tendremos que gritar tanto-.

Miro al señor Bruno quién seguía callado y sorprendido ante mis palabras -supongo-. De repente suelto nuestra mano entrelazada y con mi mano en su cintura tomo su muñeca y hago que de un giro, para después agarrarlo en la misma posición acercando mas mi cara a su rostro.

-¡Señor Bruno despabile!- le dije riéndome.

-¡Uh Perdón!- dijo levemente sonrojado y desviando su rostro hacia otra parte.

Logramos bailar así por un lapso corto, hasta que después el señor Bruno me dice que se encuentra cansado con los pies. Lo dejo libre por el momento, mientras yo iba a buscar a mis compañeros para seguir tomando y comentarles lo sucedido felizmente.

Pasaron las horas y poco a poco se iba la gente del pueblo a su casa. Por mi fortuna todavía me encontraba capaz de caminar y poder llegar a mi casa, y físicamente tampoco me veía tan mal.
Antes de irme me dirigí a la cocina de la casa para ver si un vaso de agua calmaba mi sed y mi mareo al moverme muy bruscamente, hasta que en eso veo al señor Bruno apoyado en un mueble en un rincón de la cocina. Me acerqué lentamente hasta que pude ver bien que es lo que hacía, le estaba dando trozos de pan a un par de ratones, quienes se asustaron al verme detrás del Madrigal y se escaparon.

-¿Qué les pasó? A dónde v- ¡AH!- gritó al verme detrás de él, retrocediendo y apoyándose contra el mueble de la cocina.

-Jaja disculpe por asustarlo, ¿Son sus mascotas?-.

-A-algo así... ¿Qué haces acá Sebastián?- dijo mientras jugaba con sus manos.

-Quería tomar algo de agua antes de irme-.
Bruno asintió con su cabeza, se movió de su lugar y tomó un vaso al cual le echó agua acercándose a mí y entregandomelo.

-Gracias- dije para luego comenzar a tomar.

-Si... Yo también te quería agradecer- decía mientras se apoyaba en el mueble otra vez y me miraba tomar agua-  Bueno por invitarme a bailar y eso jaja-.

Me termine de tomar el agua y me acerqué a él mirándolo fijamente a los ojos. Vi como se tensaba, así que le sonreí y pasé mi mano con el vaso al lado de él y lo dejé en la mesa en dónde estaba se encontraba apoyado.

-¿Qué tal si me devuelve el favor?- dije mientras apoyaba mis brazos a los lados, sin dejarlo escapar- con un beso-.

-¿U-un beso? ¿Donde? ¿¡E-en la boca?!- dijo nervioso, a lo que yo asentí- P-pero...-.

Se quedó callado por un rato bajando su mirada y luego mirándome con duda.

-¿Uno verdad?-.

-Sisi- dije con una alegría notoria.

-Bueno pero no esperes mucho, ya estoy muy viejo para..¡¿Uh?!- chilló sorprendido al sentir mi mano posarse en su cintura y la otra en su nuca, acercándolo y por fin, uniendo nuestros labios en un inocente beso.

"Los tiene ásperos y sólo está empujando sus labios, que tierno" pensé mientras trataba de profundizar el beso, lamiendo sus labios. Me separé por un segundo de su boca y le susurré.

-Abra la boca..-.

Bruno hizo caso a mi comentario y abrió su boca, en dónde rápidamente junte nuestras lenguas y el vaivén de estas se volvió desesperado por la nueva sensación de exploración del uno al otro. El beso se volvió hambriento e intenso, el sonido de nuestras lenguas y los suspiros que soltabamos, sobretodo el señor Bruno, lo hacía exitante.

Hasta que en eso, un sentimiento de mi estómago hasta mi garganta se hace presente. Alejándome rápidamente del Madrigal, corro al lavamanos que estaba cerca y comienzo a vomitar por la borrachera.

-...¿Estás bien?-.

-S-si yo solo- volví a vomitar y luego de recuperar mi aliento digo- C-creo que ya no estoy en edad de beber mucho jaja... ¿Señor Bruno?-.

Veo por la cocina y observo que no se encuentra por ninguna parte, lo cual me sorprende por la rapidez en la que desapareció. Al no poder encontrarlo, decidí volver a mi casa para evitar volver a vomitar en esta casa que no era mía.

¡Voy a por tí, Luisa Madrigal! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora