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Narrador Omnisciente

-¡Luisa, muchas gracias por tu trabajo!- agradeció uno de los pobladores del pueblo con una sonrisa.

-No hay de qué, nos vemos- dijo la Madrigal en un tono más bien monótono, simple.

Con cierta rapidez, se dirigía hacia otra casa, un poco más lejos que la anterior, para ayudar a otro vecino que la necesitaba. Iba caminando firme y concentrada sin observar su alrededor, hasta que se percató que para llegar a dicha casa, debía cruzar un puente, el puente de la última vez que había visto a Emilia, el puente donde la había besado.

Se quedó mirando el puente algo nerviosa y con mucha culpa. Negó rápidamente con su cabeza, se puso firme y pasó por ahí sin más.

¿Qué había pasado?

Luego de ese día en el puente, Luisa llegó con una cara tan incomprensible que todos en su familia se percataron, sin embargo, nadie quiso entrometerse más de la cuenta pues respetaban la privacidad de la Madrigal... exceptuando una persona.

Flashback

-¡Luisa! te estoy hablando- se quejó su hermana menor Mirabel, quién siguió a Luisa hasta su pieza - Luisa sabes que entre hermanas no nos ocultamos nada y con tu cara ¡se nota que te ocurrió algo! ¡vamos! ¿a quién debo golpear?- dijo su hermana bromeando, quería saber que le pasaba a Luisa.

-Y-yo no sé, no sé que hice...- susurraba Luisa media perpleja, sentándose en su cama ocultando su rostro entre sus manos -¿Qué hice? - Se quejó.

Mirabel se asustó y se llevó sus manos a su boca -No me digas... no me digas que golpeaste a alguien-.

-¿Qué? ¡no! ¡besé a Emilia!- dijo Luisa frunciendo el ceño y mirando a Mirabel que estaba parada frente a ella.

Ambos se quedaron calladas por unos minutos, hasta que que Luisa se percató lo que dijo -Eh...Yo- iba a justificarse hasta que Mirabel agarró sus manos.

-¡NO PUEDE SER QUE FELICIDAD!- dijo Mirabel con una sonrisa, demasiado feliz, lo que descolocó un poco a Luisa -¿¡Ya son novias?! Qué pregunta tan estúpida ¡obvio que si! ¿cómo se te confesó Emilia? ¡ay, estoy tan feliz por ustedes!- Mirabel no paraba de hablar, mientras que Luisa se encontraba procesando lo que le decía.

-¿Qué? ¿Por qué Emilia tendría que confesarse?- susurró Luisa, todavía confundida.

-¿Cómo que por qué, tontita? porque le gustas ¡se gustan!- Mirabel se rió, sin embargo, su risa y su sonrisa se fue disminuyendo al ver la cara de su hermana. Luisa se encontraba mirando perpleja a Mirabel ¿había escuchado bien?.

-Luisa...¿q-qué pasa?- preguntó dudosa su hermana - No me digas que... ¿no se confesó?- dijo nerviosa, mientras llevaba sus manos a sus rulos y se los tiraba -¡Dios santo! ¡soy una tonta! ¡tonta! la cagué y Emilia e Isabela me matarán- chilló.

-¿Cómo que I-Isabela?- preguntó Luisa, todavía perpleja, confundida.

Ambas se miraron, Mirabel sabía que la había cagado.

Mirabel tuvo que llamar a Isabela, y luego de recibir un sermón de ella, ambas le contaron a su hermana Luisa la situación que ocurría. No le dijeron tantos detalles, Isabela contó que se enteró en una fiesta y que había decidido en ayudar a Emilia con pequeñas cosas, tratando de omitir de cuánto tiempo llevaba Emilia sintiendo aquello por Luisa.

Luisa no creía lo que escuchaba, más bien, no quería creerlo. Se sentía engañada y algo humillada por no darse cuenta, ya que, ahora que bien lo pensaba, era obvio que la chica sentía algo por ella por la manera en que reaccionaba a la cercanía que se formaba en ambas. Sus evidentes sonrojos, esa sonrisa que hacía cada vez que se encontraban, sus pequeños sustos ante un pequeño toque, era todo tan evidente.

¡Voy a por tí, Luisa Madrigal! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora