Capítulo 27: Afinidad

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Carisma extraordinario era la única otra explicación posible.

Soran miró fijamente a Vivian y murmuró con incredulidad: "¿Podría ser que ella sea una hechicera innata?"

Los hechiceros eran considerados la mejor clase entre los lanzadores de hechizos. No necesitaban esforzarse para aprender a lanzar hechizos, ya que naturalmente aprenderían a hacerlo con el paso del tiempo. No requerían la ayuda de la red mágica para lanzar hechizos. Debido a su talento innato, lanzar hechizos era tan simple como beber un vaso de agua para ellos. Mientras tuvieran el talento, podrían lanzar una amplia gama de hechizos usando su propio poder, incluso sin comprenderlos por completo.

Mago, Sacerdote y Hechicero eran las tres profesiones más representativas entre los hechiceros. La inteligencia determinaba las habilidades de lanzamiento de hechizos de un mago, mientras que la Sabiduría era el factor decisivo para los sacerdotes. Para los hechiceros, su carisma determinaba la tasa de despertar a nuevos hechizos.

Explicar estos tres atributos en detalle sería bastante difícil, por lo que sería más fácil explicarlos a través de analogías.

En primer lugar estaría la Inteligencia, que reflejaba las capacidades de memorización y comprensión de uno.

Para los magos, lanzar hechizos requería que el cerebro creara estructuras complejas a partir de la memoria. Estas estructuras eran similares a las placas de circuito modernas, cada una con nodos de hechizo (semiconductores) y un circuito de hechizo (estructura de circuito). Para lanzar hechizos, un mago necesitaría tener una gran memoria y ser capaz de entender los hechizos. En resumen, los magos estaban convirtiendo sus cerebros en biocomputadoras que podían generar estructuras de hechizos en un abrir y cerrar de ojos.

Esto supuso una gran carga para el cerebro derecho, razón por la cual los magos podían despertar el potencial latente dentro de su cerebro derecho y tener una memoria decente, habilidades de comprensión y control emocional. Eran similares a las élites entre los rompedores de curvas en la universidad que podían contarte los principios y detalles de una bomba atómica con una cara seria. También como esas élites, no eran buenos para interactuar con la gente.

En segundo lugar estaría la Sabiduría, que refleja la fuerza de voluntad, el juicio, la percepción y la intuición de uno. En términos generales, aquellos que tenían una gran Sabiduría tenían un sexto sentido oculto que les otorgaba la capacidad de predecir de alguna manera los próximos eventos. También eran muy perceptivos de su entorno, pudiendo notar incluso el más mínimo cambio e incluso detectar presencias o energías misteriosas.

Por último, Carisma. Se podría dividir en tres factores principales: apariencia, personalidad y afinidad.

Con respecto a la apariencia, aquellos que tenían una apariencia decente por lo general tenían al menos 12 Carisma, ya que la búsqueda de la belleza era el instinto primario de los animales altamente inteligentes, lo que significa que las personas se preocupan mucho por la apariencia de uno.

La personalidad podría describirse como la belleza interior de uno. Por ejemplo, algunas personas que no tenían una apariencia excepcional tenían personalidades decentes y encantadoras, lo que era especialmente cierto para los líderes de organizaciones y naciones influyentes. (Ese tipo de personas por lo general tenían 18 años o más de Carisma).

El siguiente extracto podría demostrar mejor el poder de la personalidad encantadora de uno:

“El 26 de febrero de 1815, Napoleón Bonaparte regresó furtivamente de Elba a Francia. Los Bourborn que fueron recientemente restaurados enviaron su ejército en respuesta. Napoleón, sin traer a nadie más que a sí mismo, se encontró con el ejército que estaba a punto de matarlo y saludó mientras gritaba: "¡He vuelto!". Con solo una línea, todo el ejército respondió: '¡Bienvenido de nuevo, Su Majestad!' y se rebeló contra los Borborns.”

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