MI AMANECER

CAPÍTULO 13. PELEAS Y RECONCILIACIONES.

La palabra matrimonio implica más que solo una boda bonita y bien decorada, significa devoción, respeto, confianza y comunicación, aspectos que sólo muy pocos pueden llegar a cumplir y la razón del porque muchos matrimonios llegan a fracasar en el primer año juntos, y es que desde pequeños se nos enseña que el ideal de una mujer debe ser el casarse, formar una hermosa familia rodeada de niños que educar para verlos convertirse en personas de bien que también deberán casarse algún día y tener su familia justo como es la cadena de la vida, una vida que solo existe hipotéticamente, pues la vida no es tan sencilla después de la luna de miel, con el matrimonio vienen los primeros desacuerdos, las primeras peleas y enfrentamientos que nos dejan sin la suficiente estabilidad para continuar, cuántas veces la palabra "separación" es la mejor opción para no enfrentar los problemas y huir con ellos a otro lado, encadenando a una familia entera a vivir entre gritos, enojos y muchas veces, ser desconocidos, esos son aspectos que también forman parte del matrimonio, y que si no se saben enfrentar con la madurez característica de una pareja casada, puede explotar en cualquier momento y al final, solo obtenemos dolor, decepción y frustración. Los seres humanos somos distintos, todos tenemos personalidades propias y un carácter diferente, aunque tú pareja durante el cortejo era correcto, respetuoso y mucho más, su personalidad está más allá de su carácter ideal, ese que es necesario mostrar para enamorar a una persona y retenerla para poder sentirte realizado, el amor también puede ser tedioso, amar muchas veces significa dolor, pero el dolor viene en pequeñas cantidades, solo para demostrar que ese amor puede con todo y es más fuerte que un ejército de cien mil soldados listos para la batalla.

La vida matrimonial no era muy diferente para Gulf al principio, pues se levantaba a la misma hora, desayunaba, tomaba el té, cenaba y dormía para luego levantarse y hacer exactamente lo mismo.

Solo que con un intruso en su cama que lo manoseaba siempre antes de dormir y al despertar.

- ¡Ahh! - se arqueó mientras su esposo atacaba de nuevo ese punto que lo hacía rogar por más con demencia.

Hace exactamente cinco días se había acabado su luna de miel, y básicamente su rutina se estableció rápidamente de la siguiente manera:

• Despertaba con un esposo extremadamente insaciable sobre él logrando que su sueño se aleje por completo.
• Al terminar ambos se duchaban en la gran tina de su habitación y compartían un íntimo momento donde tenían pláticas muy inteligentes y sofisticadas.
• A las nueve en punto Becky traía el desayuno para ambos mientras Mew terminaba de vestirse.
• Se despedían con un beso antes de que él mayor se fuera a trabajar.
• Becky lo ayudaba a prepararse y salían en busca de Eye para organizar los pendientes de la casa.
• Practicaba dos horas al día piano con Becky antes del té.
• Y finalmente ayudaba a Eye con la cena y vigilaba que su marido no entrara a la cocina.
• Para acabar durmiendo plácidamente en los brazos de su esposo con un último beso de buenas noches.

Si, se podrá decir que era la vida perfecta, sencilla y sin contratiempos, pero era más que eso, era acogedora, Gulf se sentía tranquilo cada mañana cuando salía y no tenía que escuchar los malos modos de su madrastra al despertar, la vida en el campo era sencilla, el amanecer era precioso y muchas veces no sabía si realmente lo bello de ese lugar era gracias a la naturaleza o a las personas que lo acompañaban. Eye le habló de que siempre la familia Bennett habían organizado una cena navideña en agradecimiento por el trabajo de los campesinos y empleados de la hacienda, y Mew aunque su apellido era Jongcheveevat continúo con la misma tradición año con año, y siempre contaban con la presencia de la mismísima Lady Elizabeth, según Eye se daba el tiempo de volver con su padre para hacerle compañía, pero sabía que era mentira, pues en las palabras de Eye había más tristeza que alegría al hablar de su querida niña Elizabeth.