CAPÍTULO 22. EL HEREDERO JONGCHEVEEVAT

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Con una pequeña patadita y un suave movimiento en su estómago, Gulf comenzó un nuevo día lleno de energía y hambre, mucha hambre, su prominente estómago de ocho meses (casi nueve) era bastante notorio, pero eso le parecía adorable a todos los que convivían con el amable joven, quién siempre tenía una sonrisa para todos, a excepción de su esposo, quién estaba de alguna forma castigado por el momento ¿La razón? Sus propios miedos y su necesidad de protección elevada.

Después de la conversación con su madre la excelente conclusión a la que llegó Mew, fue redactar rápidamente una carta pidiendo a su mejor amigo que recibiera a Gulf y dos personas más en su hogar en Whitebridge, antes de mandarla Gulf entró a su despacho avisándole sobre algo que tenía que decirle su abuelo, por lo que dejó a Gulf solo y descubrió la carta, en la cabeza de Gulf su esposo se había cansado definitivamente de su compañía y buscaba desacerse de él, por lo que su última opción era mandarlo a casa de su amigo en lo que conseguía otra propiedad, su corazón se rompió un poco más pero lo ignoró ese sentimiento convirtiéndolo en enojo, que se desató cuando Mew entró al despacho nuevamente y lo encontró leyendo la carta, una discusión donde Gulf reclamaba a Mew sacarlo de su casa y Mew le reclamará por leer cosas que no le correspondian comenzó, dejando una serie de gritos que ningún empleado de la hacienda olvidaría, hubo de todo, gritos, lágrimas, lamentos y ruegos, lo que acabó en un Gulf enojado corriendo a su esposo de la habitación, llorando toda la noche por la situación y un Mew afuera de está también llorando recargado en la puerta pidiendo entrar para aclarar las cosas, pero aunque quisiera sabía que no podía decirle nada a Gulf, no podía arriesgarse a que le hicieran daño o su embarazo se complicará, pero tampoco podía ver el rostro de Gulf bañado en lágrimas, escuchar sus sollozos toda la noche, y no poder estar ahí porque no se lo merecía, rogó aproximadamente una hora por entrar y cuando supo que no podía reparar nada esa noche, se dejó caer totalmente derrotado, el llanto y los lamentos de Gulf lo destruyeron un poco más, los cuales pararon hasta casi el amanecer, cuando ambos habían casado sus lágrimas, Mew pudo entrar a la habitación, pero solo para tomar sus cosas y dormir en otra, pues desde esa noche no había vuelto a dormir con su esposo, Gulf no dijo absolutamente nada, tan solo lloró un poco más cuando escuchó la puerta cerrarse detrás de él.

Pero la cosa se puso peor cuando tres días después un dolor punzante atravesó su vientre, dejando a todos conmocionados a punto del colapso, pues fue en la madrugada cuando los desgarradores gritos de dolor invadieron la propiedad Jongcheveevat, Mew había sido el primero en llegar con su rostro obviamente preocupado, seguido de Eye y Becky, la última corrió a avisar al médico quién llegó en un aproximado de veinte minutos, cuando el más joven estaba al borde del desmayo por el dolor, el doctor aseguró que si bien no había posibilidad de aborto, no era una opción imposible, todo el estrés acumulado junto con los primeros meses de gestación lograron que su embarazo fuera aún más delicado, recomendaron reposo absoluto hasta el nacimiento, con la oportunidad de caminar solo alrededor de la habitación y con dos personas apoyando todo el tiempo, nada de movimientos bruscos y nada de alterarse, eso había sido una orden directa, lo único que pudo hacer el médico por Gulf fue dormirlo con un aceite que él mismo preparaba, porque desafortunadamente no habría nada que le quitase el dolor, con las nuevas indicaciones, el médico dejo la hacienda, Mew se la pasó toda esa noche y parte del medio día cuidado a Gulf, hasta que el menor despertó preguntando por su hijo, una vez aclarado aquello, Mew volvió a su habitación sin decir nada, dejando que Eye y Becky se encargarán de todo, pagando por sus mismos errores, pero aún así, en la noche tenía la costumbre de visitar su habitación y quedarse un rato observando la suave respiración de su esposo, calmando sus nervios y vigilando su sueño, rogando al cielo siempre que no vuelva a suceder nada parecido a esa última crisis.

Ni Mew ni Gulf habían hecho el intento de aclarar las cosas, por lo que las ideas de ambos seguían distorsionadas por la falta de comunicación, diálogo y comprensión, cosas fundamentales para el matrimonio que ellos mismos habían olvidado, pero por lo menos no habían vuelto a hablar de separarse, así que Gulf tenía la esperanza de que su marido desistiera de esa idea.

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