El alma de un joven enamorado siempre es la más pura y transparente joya que un ser humano puede encontrar, hablamos de uno de los sentimientos más hermosos y bellos que solo un corazón bueno puede entender, el amor no solo se siente, se puede percibir, palpar, oler e incluso mirar, todos alguna vez hemos albergado ese sentimiento en nuestro corazón y hemos sido felices por ello, ya sea por tu pareja, hijos, hermanos, padres, abuelos, o simplemente por un amigo, el amor tiene muchas formas, colores y podemos verlo materializado en un objeto o una persona, nadie nunca ama de la misma manera a todos los que lo rodean, puedes amar a tu madre, pero no la amas igual a como amarías a tu novio o novia, este sentimiento tan grande y bello puede ser tu dicha o tu desgracia. Con el amor, también viene la decepción, el abandono, el dolor y otros sentimientos negativos que muchas veces nos impide dejarnos llevar y reprimimos las sensaciones de nuestro pecho, pensar en un amor no correspondido o imposible puede doler, si, y el dolor del desamor es incluso más fuerte que cien dagas atravesando el alma, y es que el dolor es tan grande que no sabemos ni de dónde proviene, solo sabemos que está ahí, que lo sentimos y que es real, el ardor en el pecho que no podemos apagar con ungüentos o medicina, ese que altera la razón y no te permite respirar, ese que te saca lágrimas sin que las puedas contener porque saber que es imposible apagarlo, porque no está en ti acabar con esa agonía, está en el tiempo, en algo llamado "el olvido" lo único que podemos hacer es ignorarlo y vivir, seguir adelante como si fuera una mañana más, hasta que tú corazón aprenda a vivir con él o en su defecto desaparezca por completo.Un ejemplo era Mew Alexander Bennett, un hombre que tuvo que aprender a vivir con el dolor de perder a dos de sus más grandes amores, su esposa y su hija, la señora Bennett murió una tarde de abril mientras él último rayo de sol se asomaba por su ventana, su esposo la sostuvo mientras ella contemplaba el paisaje sintiéndose feliz de pasar sus últimos días con su esposo, Alexander Bennett la había amado más que a su misma alma, y aunque en ese instante quiso rogar al destino por una segunda oportunidad no lo hizo, pues su esposa vivió lo que tenía que vivir y fue amada, no necesitaba más, además que la tortuosa enfermedad ya la tenía muy cansada, no podía seguir así, esa tarde la pobre mujer se arrepintió tanto de sus errores y pidió disculpas a su esposo y su hija, luego suspiro un último "te amo" antes de cerrar por completo sus ojos, fue desgarrador para Alexander, pero nunca se dejó caer, su hija lo necesitaba.
Creo que de Betty se dijo lo suficiente.
Gulf por el contrario era joven, no comprendía del amor ni siquiera por los ojos de su hermano, lo único que sabía era que en ese momento sus ojos querían derramar lágrimas y su pecho dolía sin doler, se sintió tonto al creer que ese bello sentimiento llamado amor lo habían desarrollado los dos, pero no fue así, por lo que luego de escuchar la negativa de Mew corrió fuera de ese pasillo y se refugio en el jardín, con una bata abrigadora cubriéndolo del frío y con el collar de su madre en sus manos, lo apretaba con fuerza tratando de reprimir las ganas de llorar, quería gritar, patalear y haber una rabieta por sentirse tan estúpido, pero lejos de eso solo dejo que una lágrima bajara por su rostro, un pequeño roce en su pierna lo sobresalto, a sus pies estaba el pequeño Hazard restregandose como si quisiera consolarlo, Gulf sonrió y tomando el minino en sus brazos dejó otra lágrima rebelde caer por su rostro.
- ¿Solo el amor duele de esta manera verdad? - dijo dándose cuenta de que de una u otra forma había aceptado su realidad.
Se había enamorado de Mew Suppasit.
Se enamoró de su esposo y era un amor no correspondido.
- ¿Cómo no me iba a enamorar si me miraba de esa forma tan especial? - habló a la nada, sus labios temblaron y su voz quiso quebrarse - N-no entendiendo, ¿P-por qué me duele tanto? - dijo reprimiendo un sollozo aún con el gatito entre sus brazos.
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MI AMANECER
RandomPrimer libro de la trilogía "A tiempo para enamorarme de ti" Cuando él apellido de la familia Jongcheveevat se ve amenazado por la falta de herederos, la carga de seguir con la dinastía radica en el hijo menor de los Jongcheveevat, un hombre noble...