Dónde el friki y la perdedora se enamoraron.
-Ya aceptalo Munson, Coraline te trae loco más de lo que ya estás.
- No recuerdo haberlo negado Henderson.
-¿Nunca has sentido esas mariposas?
-¿De qué hablas Robin?
-De las que sientes cada vez que vez...
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Eddie Munson regresaba a Hawkins Indiana, al lugar donde conoció al amor de su vida.
Era el con un traje negro frente a la tumba que tenía tallado el nombre de su Rubiecita.
Coraline White de Munson La mejor amiga y compañera de vida. Mi dulce solecito. 1968-1986
—El mal se esparció como una fiebre, era de noche cuando moriste. Mi solecito.
Eddie a este paso estaba recordando todo lo de aquella noche. La última vez que sostuvo el cuerpo inerte del amor de su vida.—¿Qué podría haber dicho para hacerte resucitar?, ¿Podría haberme vuelto el cielo del 4 de Julio?
Munson desabrocho el botón de su saco y se arrodillo ante la tumba de la única chica que amo con locura.
—Sentado en la cama sosteniendo tú cabeza sobre la almohada, ¿Era todo un disfraz?, como en la secundaria. Ese día cantaste como los ángeles.
Munson cerro los ojos y vio a Coraline en sus recuerdos, le fue inevitable no soltar un par de lágrimas al recordar esos hermosos ojos azules que lo hacían perderse.
—¿Dónde estoy ahora?, Cariño mi suministro que se desvanece, ya no puedo aguantar más tú ausencia.
"¿Amaste lo suficiente mi pequeña paloma?"
El espíritu de Coraline veía todo con nostalgia y preguntar. "¿Por qué lloras?", desgraciadamente no podía ser escuchada.
Ella seguía del otro lado pero las emociones de Eddie eran tan fuertes que la podían hacer volver más no revivirla.
Ella solo podía pensar."Y lamento si te abandoné, pero fue lo mejor aunque nunca se sintió bien mi pequeña Nubecita".
— Once me pregunto si quería ver tú cuerpo...antes de decir adiós, mi estrella en el cielo envolverte en tela, una cosa tan rara.¿Crees que es correcto?
Mi pequeña pedazo de cielo.
— Aún puedo sentir tu aroma desprender por la camisa de hellfire y sobre mi chaqueta de cuero. Los doctores que hicieron tú autopsia dijieron que estabas en gestación, íbamos a tener un hijo, siempre imagine a los tres como la familia perfectamente loca, hubiese sido genial, pero te adelantaste cielo.
Los recuerdos de su última noche llegaron a su mente como un deja vú.
—¿Quieres que miremos la luna, mi pequeño chiflado?
— Cora, nunca cambies por favor.
Volviendo al Eddie actual que era un mar de llanto, todas las personas que pasaban por las calles de Hawkins veían al destrosado Munson.
