Capítulo XXXVII

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El  tiempo empezó a correr, pero Alex aún no se atrevía a decirle Step la verdad sobre su estado, y es que no sabía como hacerlo así que tomo una decisión dejar que ella misma se diera cuenta, después de todo se trataba de su cuerpo, aún así se encargó de que su alimentación y vitaminas prenatales fueran los correctos, su misión era cuidar de los dos, bueno de los tres.

—Amor, se les va a hacer tarde— Gritó Alex desde el primer piso, para que los dos usuarios de su auto se apresuraran.

—Voy, voy— Se notaba que Step corría aprisa por toda la casa, escucho los pasos acelerados sobre la escalera y corrió a ella por temor a que ella se tropezara, lo que había sucedido muchas veces antes y eso lo tenía paranoico, sobre todo después de esa vez...

—Papi, papi... Algo le pasó a mamá— El pequeño corrió cuando su padre llegó a la casa.

—¿Eh? ¿Qué sucede?

—Mami, se cayó... —Nathan empezó a llorar asustado, lo que alertó aún más a Alexander y corrieron juntos. Step estaba en el suelo por una caída desde un escalón elevado de la escalera, con los ojos cerrados y una gran mancha  roja en su camisa.

—¿Stephanie? Por favor contesta... Por favor— Suplicó en voz baja mientras le daba golpecitos en el rostro con delicadeza para hacerla reaccionar.

—¡Auch! ¿Me caí?

—Sí...

—Me duele la cabeza...

—Creo que te golpeaste muy fuerte  la cabeza, voy a llamar una ambulancia.

—No...  ¿Por qué vas a hacer eso?

—No te voy a mentir, estás sangrando así que quédate quieta hasta qué....

—¿Dónde? ¿Dónde?— Step empezó a moverse para encontrar la herida pues no se sentía lastimada más allá del dolor de cabeza.

—Deja de moverte o te harás más ¿Salsa de tomate?— Alexander la había tomado de la cintura para que se quedara quieta, y sobre la mancha para detener el supuesto sangrado para encontrar una botellita de plástico rota de salsa de tomate.

—Mi salsita— Lloriqueó Step —Se rompió mi salsita, yo quería hacer unos sándwiches.

—¿Qué hacías con salsas en la habitación?

—¿Sándwiches a medianoche?

 —No debería sorprenderme.

—Ven te ayudaré a levantarte ¡Dios!  Me diste un gran susto— Ella le sonrió como siempre hacía, y él como empezaba a notarlo, la razón por la que le perdonaría todo.

—No puedo creer que ya haya pasado casi un año de ese accidente y todavía no tenga cuidado ni autoprotección al bajar—  No termino de decirlo cuando  Step pisó sus cordones y tropezó casi al final de la escalera para quedar suspendida en los brazos de Alexander —Por una vez ¿Podrías fijarte por donde caminas? A esta altura, voy a tener que ir cuidándote por todas partes.

—No exageres— Le dio un beso en la mejilla —Solo en las mañanas, antes de salir de casa.

—¿Insinúas que solo corres riesgo en casa?

—Solo digo que me cuesta pensar del todo bien antes de mi café.

—No quiero que bebas más café, le hará daño... Te hará daño.

Una madre para Nathan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora