Una madre para Nathan.

Capítulo XXIII

—¿Cómo les fue?— Dijo Alex cuando todos entraron a la oficina y esta fue cerrada para mayor privacidad.

—Bien, Señor...— Habló Nathan.

—Cariño, ya tienes que llamarlo así, ya puedes decirle papá— Explicó con cariño la niñera.

—¡Ufff! Menos mal, porque es muy difícil—Los adultos se rieron —Fuimos a varios lugares y encontramos uno.

—¿A qué se refieren?— Preguntó Víctor mientras se acomodaba en el sillón cerca a la ventana.

—La escuela para Nathan— Contestó la pelinegra.

—Espera ¡¿Qué?! Es muy pronto— Alegó el moreno ante la decisión ya tomada —No debería ir a ningún lado, primero a la universidad con Step, luego de vacaciones con los abuelos, van muy rápido.

—No es apresurado, es de acuerdo a su edad y su capacidad de entablar relaciones, le va muy bien, además tenemos un acuerdo, si siente incomodo o quiere volver, pues allí estaremos para llevarlo a casa, es solo un paso de tantos— Explicó con calma, Alex la observaba en silencio viendo la hipocresía de su empleada, ya que horas antes era ella quien protestaba por la situación, dio por hecho que lo que decía era por Nathan y no por que lo creyera en realidad, pero en eso ultimo estaba equivocada, ella si creía en sus propias palabras solo que no quería ceder su tiempo con Nathan.

—Sí, sí, eso, y a mí me gusto allá.

—Eso es lo importante cariño— Respondió ella.

—¿Puedes encargarte de todo el papeleo y lo que haga falta? Me gustaría guardar el secreto de Nathan un tiempo más, me preocupa su seguridad.

—¿Cuál secreto papi?

—De que eres mi amado hijo, existen personas muy malas que no les importa que eres un pequeñín e intentaran hacerte daño para conseguir mi dinero o peor, por hacerme daño a mi también— En ese momento Alex se refería a cualquier criminal, nunca pensó a donde llegaron los pensamientos de su hijo.

—¿Cómo esa mujer?— Preguntó de manera fría, parecía como si de un momento a otro hubiera crecido unas cuantas décadas. 

—Sí esa mujer vuelve a aparecer y quiere llevarte consigo, sin importar el medio que use, te juro que no se lo permitiré— Step se arrodilló para estar a la altura del niño que ahora tenía la carita echa un nudo, de tanto arrugarla para no llorar —Y si lo consiguiera, te voy a encontrar y te voy a traer conmigo, voy a usar el poder de tu padre, el de tu tío, el mío y el de todo el que conozca, para salvarte.

Nathan dejó salir el aire que contenía en sus pequeños pulmones, y se acercó a su niñera para  llegar a su lugar, entre sus brazos. Unos minutos después Alex se acercó a su hijo, para abrazarlo, él también se sentía mal por lo que había dicho, pero peor era que el pequeño tenía razón, esa mujer era el peor criminal que podía existir.

Step los dejo solos, aunque por cuestiones de privacidad ni siquiera salió de la oficina, pero se aisló con Víctor para intentar darles su espacio.

—¿Tu poder?— Preguntó curioso el moreno.

—Claro, mi poder de madre, no hay nada que una no pueda hacer y ya que me dieron esa responsabilidad, también viene con poderes— Le guiñó un ojo, para convencerlo de sus palabras.

Si algo que destacaba a la antigua Lauren, era su capacidad de pensar rápido y contestar de manera inteligente, una de las razones por las cuales había estudiado derecho y había ganado miles de debates, no conocía del todo al mejor amigo de su jefe, pero en lo poco que sí lo hacía, tenía en claro que era un hombre muy curioso, suspicaz y sobreprotector, quizás Alex aún no consideraba sacarla de su vida, pero si Víctor se empecinaba en ello, no había milagro o lágrimas que lo hicieran cambiar de idea, así que mientras más pudiera intentaría mantenerlo alejado de su vida privada.