Capítulo 7 | No subestimes a una Niña Perdida

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Había funcionado

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Había funcionado. Merida bebió la poción que las sirenas le dieron a Peter Pan; estaba completamente dormida en sus brazos y ya estaba en la orilla del lago para continuar con el ritual.

Claro que la Princesa Merida sería un caso difícil, pero Pan jamás imaginó cuanto; la Princesa estaba tan aferrada a su vida en DunBroch que su plan tardó demasiado, ella no quería pertenecer a la isla ni a los niños perdidos y Pan nunca pudo obtener su corazón. Aprendió que los Cuatro Grandes fueron bendecidos con la magia más poderosa de todas, el amor verdadero.

Peter bajó a Merida al lago y Adara con las sirenas la tomaron para meterla al agua. Las sirenas estaban bajo amenaza del joven conquistador de la isla, no intentarían nada contra la pelirroja, pero aun así no dejaban de ser criaturas malignas y mágicas; así que Peter se los dejó claro de nuevo.

- Si algo llega a pasarle a Mery, juro que ninguna de ustedes tendrá que preocuparse sobre su estadía fuera de la isla, porque haré que se queden y sufran tanto que querrán que las mate. –

Las sirenas parecían aterradas, pues las amenazas de Peter Pan nunca deben tomarse a la ligera. Y ellas llevaban una vida tan cómoda, que no querían perderla.

Sin más espera, las sirenas comenzaron. Merida flotaba en el lago, las sirenas se pusieron a su alrededor y nadaban en círculos junto a ella; de pronto la sumergieron y segundos después ellas también bajaron en las profundidades del agua, Peter solo esperó.

Uno, tres, cinco, siete minutos y Peter ya estaba tomando su cuchillo acercándose a la orilla; el brillo del lago paró y los zapatos de Merida flotaron en el agua.

- Malditas. –

Dijo Pan. Estaba listo para entrar al agua y pelear, pero se detuvo porque las tres sirenas salieron del agua junto con la niña perdida. Mery estaba despierta y dio una enorme bocanada de aire. Pan guardó el cuchillo y se hincó en la orilla, la pelirroja lo vio y nadó hacia él aliviada de verlo.

- ¡Peter! –

Lo abrazó y la ayudó a salir del agua.

- Está hecho Pan. La salvamos del barco pirata, del Capitán Garfio y él junto a su tripulación fueron transportados lejos. –

Peter vio a Adara y con solo una mirada entendió su mentira; ella le señaló su collar de perlas, ahí es donde tenía las memorias de la Princesa Merida.

- Bien, entiendo. Gracias por la ayuda Adara. –

La sirena le dio una seria mirada, sabía que su tiempo de diversión con Pan había acabado. Y así las sirenas solo desaparecieron en el agua.

- Mery... ¿Mery estás bien? –

La pelirroja estaba aferrada a él, temblaba y de su boca salían algunos pequeños sollozos; era lo más vulnerable que había estado la Princesa desde que llegó a la isla.

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