Capítulo 22 | Traición

110 11 28
                                    

Hipo y Merida entraron al camarote

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hipo y Merida entraron al camarote. Habían acompañado a Félix con Varian, él lo atendería. El cuarto al principio se sintió bastante incomodo y en silencio. Ninguno de los dos sabía cómo empezar. Hipo decidió observarla por completo, admirarla. No había podido tener esa oportunidad desde casi un año atrás y en ese momento ya la tenía, ya podía verla, podía, bueno, quería abrazarla y besarla, pero no sabía por qué ella había puesto distancia entre ellos.

Estaba seguro de que podría golpearlo o lastimarlo de cualquier manera, pero no le importó. Poco a poco se acercó a ella, Mer levantó la vista y lo vio directamente; el vikingo quedó justo frente a ella, llevó sus manos al cabello amarrado de Mer y le quitó el listón que usaba para soltarlo, él sabía que no le gustaba amarrarlo, no tenía idea de porque lo había hecho y ella ni siquiera había notado que seguía amarrado. Cómo Mery, siempre lo sostenía en una coleta alta para algunas tareas, así que se acostumbró. Cuando el enorme cabello estuvo suelto de nuevo, Hipo se acercó más y la rodeó con sus brazos. Fue uno de los abrazos más especiales que cualquiera de los dos haya tenido; Mer ya no pudo resistirse y lo rodeó con sus brazos, su rostro quedó en el cuello de Hipo, inhaló hondo y aún más paz y recuerdos llegaban a ella; de igual manera, Hipo pegó su mejilla a la cabeza de Merida y también respiró profundamente para poder disfrutar del aroma de su cabello pelirrojo.

Nunca tomaron el tiempo de cuanto permanecieron así, lo necesitaban.

- Te extrañé tanto, Mer. –

- Y yo a ti. Lamento... en serio lamento haberte olvidado. –

Se separaron e Hipo la vio fijamente con una sonrisa.

- No lo hiciste... siempre estuve en tu mente. –

Acarició el brazo donde estaba el enorme tatuaje, lo admiró y su sonrisa se hizo más grande.

- El tenerlo... siempre me hizo cuestionarme cosas. –

Hipo no soltaba la mano de Merida y con la otra no dejaba de acariciar el brazo del tatuaje.

- ¿Tú lo hiciste? –

- Si... me tomó mucho tiempo y, de hecho, faltaron muchas cosas, pero luego... luego pasó... -

- Lo sé. –

No dejaba de ver el brazo de Merida. Ahí había mucha historia que también debía saber. No quería que otro silencio inundara la habitación así que siguió hablando.

- Tú mamá va a matarte. –

- Si, probablemente... -

- Pero... a mi me encanta. -

Hizo reír a Merida.

- Aunque... siento que falta algo. Perdón Hipo, pero no recuerdo todo... algo me falta. –

El gesto de Hipo cambió, algo preocupado y cuestionándose cómo ayudarla. Observó su tatuaje de nuevo y en específico el símbolo de la calavera.

- Creo que ya sé. –

Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora