Capítulo 17 | No sé que pasa

91 15 17
                                    

El amanecer estaba cerca y el barco pirata estaba anclado entre los manglares de la isla y el mar. Pero Killian no es tonto, se preparó. Había conseguido su propio polvillo de hada para hechizos; el barco no podía ser visto por nadie de la isla, ni por el mismo Peter Pan. Solo que no sabía cuanto duraría el hechizo, debían darse prisa y tener un nuevo plan.

- ¡¿Dónde está?! –

- Abajo, en un camarote a lado de la bodega de ron. –

- ¡Está encerrada! –

- Hipo, cálmate. –

- Escucha a tu amiga rubia. Ya me cansé de amenazarlos. La siguiente vez que me cuestionen, me griten ¡Y me falten al respeto! ¡Mocosos! ¡Cumpliré mis palabras! –

Los tres jóvenes retrocedieron unos pasos, pero Hipo seguía furioso. Unas horas antes, en la noche, les habían contado el plan para ir por Merida; pero ese plan había sido una mentira. El vikingo se sintió como un tonto, un tonto que esperó por horas alguna orden y que casi pierde la postura cuando vio llegar a los piratas con la pelirroja en brazos e inconsciente.

- ¿Por qué no nos dijo el verdadero plan? –

- Después de ver la reacción de tu amigo vikingo, creo que tomé la mejor decisión ¿No lo crees, blanquito? –

Todos tomaron una larga respiración y se calmaron. Rapunzel dio un paso al frente.

- Tiene un nuevo plan ¿O tenemos que adivinar? –

El capitán le sonrió, pero, a diferencia de lo que creyó, la Princesa se mantuvo firme.

- Salgan todos. Debo hablar con la Princesa Rapunzel a solas. –

- No creerás que lo dejaremos solo con... -

- Yo puedo, Jack. Por favor, salgan. –

No estaban muy seguros. El Sr. Smith hizo obedecer la orden de su capitán y Rapunzel se quedó sola con Garfio.

- Vaya... parece que la Princesa valiente, resultó ser otra. –

- No quiero que juegue conmigo ni con mis amigos. Yo no sé que es lo que quiere y tampoco me interesa. Lo que sé es que nos está ayudando por alguna razón que lo beneficia y le pido que, de mínimo, nos informe cuando haga algo que nos incumba. –

El capitán se levantó de su silla y caminó hacia la Princesa.

- Vaya agallas que tiene, majestad.

- No es la primera vez que trato con bribones como usted. –

- Bribones... interesante forma de describirnos. –

Rodeó a Rapunzel. Quería que se sintiera intimidada, pero no funcionó. Cuando trato de tocarla, un simple rose basto para que ella volteara, le quitara su espada y la sacara de su funda, para apuntarle con ella.

- En serio le recomiendo, capitán, que no me subestime. –

Garfio sonrió complacido. La última vez que había experimentado una reacción así, de una dama, había sido de la capitana Amelia de otro navío que conoció. Se recargó en su escritorio y cruzó los brazos. La rubia poco a poco bajo la espada, pero no tuvo la intensión de devolverla.

- Bien, niña. Te diré cual es el siguiente paso y cual es la situación de su amiga pelirroja, pero... créeme, no les va a gustar. –

-----

- Y nadie en la isla está seguro de como o que fue, pero Peter Pan le hizo algo a la mente de Merida. No recuerda nada fuera de Nunca Jamás. –

- ¿Te refieres a que todo en su mente abarca desde el momento que llegó aquí? –

Nunca JamásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora