Capítulo 5 | La niña que no estaba perdida

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-6 meses en Nunca Jamás-

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-6 meses en Nunca Jamás-

Cansada, adolorida y honestamente harta de su situación. Merida estaba en otro intento de escape de Nunca Jamás. Supo que el barco de Garfio estaba de nuevo en la isla gracias a que el pequeño niño perdido que llamaban "Mofeta" le dio esa información; era el más pequeño de los niños perdidos y cuando Merida llegó se volvieron muy unidos, tanto, que logró que el pequeño recordara su verdadero nombre "Mathew" y ella le llamaba "Matt" cuando no había nadie cerca. La pelirroja no sabía si era la edad pequeña de Mathew, en comparación con los demás, pero al parecer no tenia una gran admiración hacia Peter Pan, tal vez por eso fue más fácil hablar con él, además que el pequeño les recordaba a sus hermanos de alguna manera y Merida prometió sacarlo de la isla. Pero necesitaba ayuda y era mejor que ella se arriesgara y se metiera en problemas sola.

Merida llegó al risco donde había visto el barco una vez hace meses, estaba sin aliento, pero eso no la detuvo, cargó su arco con una flecha ya que el barco no tardaría en pasar y quería llamar su atención. Se empezaron a ver las velas blancas, por desgracia también se escuchó el canto de gallo que Peter Pan hacía.

- Demonios. –

Merida se escondió detrás de unos árboles, no soltó su arco lo usaría contra Pan de ser necesario.

- ¡Oh niña perdida! ¡¿Dónde estás?! –

Ese estúpido título que Peter le había dado, ella no lo soportaba "Yo no soy una niña perdida" repetía todos los días. En sus pensamientos Merida estaba en su vida de antes, con sus amigos, su familia, su alma gemela, todo y es lo único que la mantenía peleando y de pie.

Merida revisó por todos lados y nada, dirigió su vista al cielo y estaba despejado, salió poco a poco de los arboles para dirigirse de nuevo al risco, pero al dar unos pasos sintió un aliento frio en el cuello.

- Hola Mery. –

Le susurró Peter Pan en el oído. La tomó del cuello y la sostuvo contra un árbol.

- ¿Cuántas veces Mery? Honestamente voy perdiendo la cuenta. –

Pan solo se divertía con ella, le gustaba alardear y sentirse superior.

- Tratas de escapar demasiadas veces y cada vez los intentos van aumentando ¿No te cansas? –

Merida lo veía con odio, detestaba perder ante él porque cada vez que podía la humillaba y trataba de hacerla sentir débil.

- ¿Por qué no te rindes Mery? Acepta que este es tu hogar. –

La soltó y Merida pudo respirar mejor, solo necesitó una bocanada de aire para sentirse mejor, sacó un cuchillo y empezó a atacar a Peter, con agilidad logró hacerle un corte en la mejilla, pero luego él alcanzó a tomar la muñeca de la princesa y la apretó haciendo que soltara el cuchillo, luego más fuerte, haciendo que Merida se pusiera de rodillas.

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