Capítulo 5

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"This is bullshit"

Era mentira, una broma de muy mal gusto, una mala pasada que su imaginación le estaba provocando, no podía ser tan desgraciado. En un mundo lleno de posibilidades, este era el último escenario posible al que pensaría que se enfrentaría en esta nueva vida.

Esto es una mierda.

La escena que sus incrédulos ojos captaban estaba a la altura de un cuadro surrealista de Dalí, uno en el que él también estaba retratado, de hecho, era el protagonista, su expresión deseosa de desaparecer del lugar era el toque cómico perfecto a la situación, con un Gustabo boquiabierto ante lo que veía.

Al momento en que esa puerta fue abierta, el rubio sólo pudo pensar en todas las opciones posibles para salir de ahí, la más viable sin duda era huir directo al aeropuerto comprar un vuelo destinado a Brasil y perderse en el Amazonas convirtiéndose en un explorador inexperto que moriría ahorcado por una anaconda, al menos ese era un mejor futuro que el que tenía por delante.

Estaban en una sala de juntas de la malla, esto lo dedujo por el aspecto de la habitación, con bastantes escritorios, archiveros y un estrado donde los superiores daban un repaso de los temas correspondientes. Pero su atención la robaron los que se encontraban presentes allí, en ese mismo estrado se podían apreciar a dos sujetos, adultos ambos, un pelinegro que era utilizado como escudo humano por un rubio notablemente más joven que el hombre frente a él. Los dos se movían intentando esconderse de una figura, una que Gustabo conocía muy bien.

Como olvidar un porte tan auténtico, esa forma de imponer que, más de una vez, paralizó al rubio aunque no le gustara admitirlo, ese traje impoluto que daba el único mensaje de 'no estoy para juegos, subnormal', ese rostro tan inexpresivo que te hacía cuestionarte si de verdad te escuchaba o si simplemente no eras digno de hablar con él, ese cabello perfectamente peinado, herencia que la disciplina de la marina le dejó, y esas gafas de sol, esas malditas gafas de sol que siempre le quiso arrancar para que le dejara ver sus ojos, para que le dejara sentir que lo conocía, para que pudiera tener la esperanza de que eran cercanos.

Esos dos sujetos estaban huyendo del mismisimo Jack Conway, quien con porra en mano les insultaba y perseguía como solía hacerlo con él cuando lo provocaba en busca de una pizca de su atención, y por más que verlo ahora le causara nostalgia y le hiciera revivir  tantos momentos, no estaba seguro si ahora se hallaba feliz, triste, enojado, frustrado o todas las anteriores. Y ahí entró otra gran incógnita del día...

¡¿Qué mierda hace este cabrón aquí?!

Un carraspeo a su lado hizo que volviera a enfocar su atención en el comisario, que se notaba incómodo y avergonzado, a pesar de haber recuperado la atención del agente Jones, los otros tres seguían a su bola, uno intentando molerse a golpes a los otros dos gilipollas, por lo que el comisario, a puño cerrado, golpeó varias veces uno de los escritorios del salón, ganándose que los tres le miraran.

— ¿Me pueden decir qué están haciendo? — Desesperado y algo resignado, el comisario habló como si no fuera la primera vez que esto sucedía.

El chico rubio dejó su escondite para ocupar uno nuevo utilizando ahora la espalda del comisario — ¡Gordon, ayúdanos! Le llegó la menopausia a Conway.

El comentario estuvo a nada de sacar una carcajada a Gustabo, pero luchó contra sus instintos por contenerla, debía dar una imagen profesional, por lo menos ahora que llegó.

— ¡Qué menopausia ni que pollas, anormal! ¡Quítate de en medio Gordon que voy a jugar al tiro al blanco con el espagueti! — Amenazó levantando su brazo por encima del hombro, con la porra en mano apuntando para lanzarsela cuando tuviera oportunidad — 100 puntos si se la clavo en el ojo.

Can't Help Falling in Love - IntenaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora