Can't Help Falling in Love - Intenabo

Capítulo 7

"Who's gonna start?"

¿Quién no odia los miércoles? La gran incógnita que pasaba por la mente de Gustabo cada tercer día de la semana. Porque sí, el lunes es pesado, el martes es fastidioso pero es un poco más relajado que el día anterior, el jueves es emocionante porque estás a un paso del mejor día de toda la semana , el viernes es el viernes, y ni que decir del sábado y el domingo.

Pero el miércoles es el peor día de todos de lejos, tiene dos días anteriores que se encargan de quitarte todo el descanso que ganaste en el fin de semana, por lo que estás más cansado que Rocky Balboa peleando contra Ivan Drago, pero decides seguir, tienes dos días por delante que te separan del fin de semana, lo que hace que la semana parezca eterna, un camino sin fin.

Si hasta parece que el miércoles pasa mas lento, coño.

Y este día en concreto tenía toda la pinta de ser uno de los peores que podría pasar, estaba teniendo tentativos deseos de hacerse pasar por enfermo y no ir a las prácticas de persecución de la malla, 'y yo porqué debo enseñarle a estos que no atrapan ni a una mosca' pensaba tirado en su cama viendo el despertador que marca 6:48 am, ni siquiera su cuerpo le ayudaba quedándose dormido a pesar de la alarma, es más, se despertó una hora antes de que sonara y llevaba cuarenta minutos intentando sucumbir ante la esponjosidad de su colchón, pero no podía, al parecer el destino quería a Gustabo en esas simulaciones de la malla.

Al contrario de él mismo, que tales prácticas le generaban una angustia indescriptible, tenía un mal presentimiento, normalmente lo único que pensaría sobre el entretamiento es que era un fastidio, pero iría para burlarse de los fallos de los novatos. Aunque, esta no es una situación ordinaria, tenía una presión en el pecho que lo alertaba a sobremanera, sabía que las cosas no irían bien. Se decía a si mismo que no tenía ni idea de porqué tenía esa sensación de angustia, pero claro que sabía que la generaba, o mejor dicho, quién la generaba.

Desde que Gordon les avisó a Toni y a él que la CIA se había comprometido a ayudar con las prácticas, su mente se dirigió a un escenario que llevaba evitando desde que inició patrullajes: encontrarse con Conway.

Y lo llevaba haciendo de maravilla desde que se propuso ignorar al mayor, en primera porque quería proteger sus sentimientos, y en segunda porque quería proteger su misión de doble agente, pues la presencia de ese viejo conocido, no sólo atentaba contra su estabilidad emocional, sino que podría representar un gran peligro en su infiltración en la CIA, Gustabo sabe que el pelinegro no es tonto, si llegase a descuidarse aunque sea un poco, Conway lo podría descubrir, y eso sí que sería el problema de problemas.

Si alguien supiese que evitaba al mayor adrede, probablemente se burlaría de él, porque parecía niño pequeño cuando lo hacía, apenas veía medio atisbo de Conway cerca suya, y él salía huyendo a esconderse. Como ese día cuando lo vió entrar al comedor de comisaria y prefirió dejar plantados a los oficiales con los que comería para tomar el coche y comer ahí. O también el día en el que, con un pie torcido y varias contracturas en su espalda, se escapó del hospital antes de que tuviese que ver al viejo que ya venía de camino. O cuando vió a Conway justo en la salida de comisaria y con el sigilo de un ninja se fue al parking de atrás, incluso cuando aquello le tomó 20 minutos extra.

Era muy tonto, y lo sabía, porque su constantes intentos en evadirlo, sólo hacían que piense más en él, porque cada maldita decisión del día la tomaba con tal de que no se vieran. Wow, Gustabo eres un genio, olvidarte de él, pensando aún más en él.

Y justamente este día, no habría forma de evitarlo, no tendrían que hablarse si él no quería, tampoco veía un escenario claro en el que tuvieran que convivir, al fin y al cabo iban a ser muchos oficiales en el entrenamiento, podía mantenerse pegado como garrapata a Toni y ya, pero debía estar preparado para la guerra, y de que se iban a ver, se iban a ver.