En un sentido muy literal de la palabra, el mundo había cambiado.
Los humanos ya conocían la existencia de lo paranormal y los seres sobrenaturales no podían escapar de la verdad. Nada volvería a ser lo mismo. El Infierno siguió fusionándose con la Tierra, provocando caos y mutaciones de todo tipo. Ninguna ciudad del planeta quedó igual ni tampoco sus habitantes.
Pero no había transcurrido un día, solo pasaron un par de horas de lo ocurrido. El Diablo y los Pecados Capitales estaban ahí, ocupándose de reunir y guiar a los demonios por separado. Los ángeles probablemente debatían en la Ciudad Dorada si interferir o no, ya que eso los pondría en evidencia. Y los mortales continuaban refugiándose del mismo modo que sus respectivos gobiernos.
Por su parte, Sereda navegaba por el apocalipsis desde su ventana, más bien la ventana de cierto hombre. Mientras ejercía control mental a la distancia en busca de salvaguardar a los ciudadanos de los sitios peligrosos, avisándoles de antemano para pedirles su consentimiento, ella contemplaba lo hermoso de los pocos destellos azules del cielo que lucía como un atardecer estrellado y no una hecatombe. El azul le recordaba a los ojos de Aleksandar Neven.
Debido a ello, luego de que la rubia eliminara a los stromantes y reparara su atuendo, decidió visitar el apartamento del detective y resultó que su edificio era uno de los pocos que se mantenía en pie. Antes de morir, le había prometido que era bienvenida a quedarse allí por un tiempo y ella no vaciló al momento de ir para tener un lugar en el que guarecerse de las circunstancias actuales.
No lo había visto por completo. Le daba miedo hacerlo sola y volver a llorar. Tenía los recuerdos de él frescos en su memoria y no deseaba perderlos tan rápido al bañarlos con tristeza. Iba a disfrutarlos y atesorarlos. La nostalgia haría el trabajo y la destrozaría en el futuro. Sin embargo, ver la entrada que daba a la sala de estar le confirmó que se trataba de la casa correcta, sin duda.
La consideró del tamaño ideal para un humano que vivía solo. Contaba con una cocina moderna pegada a la sala y un pasillo que iba hacia lo que supuso sería el dormitorio y el baño. Era bastante acromática, similar a la ropa que solía vestir el detective.
Las paredes estaban pintadas de un gris claro y el techo de un blanco sencillo. La sala en sí poseía una ventana corrediza que iluminaba el interior con naturalidad y un estor sencillo. Carecía de una televisión o un sofá y, en vez de ello, contaba con una lámpara colgante, una mesa de vidrio y dos sillas con respaldo. La decoración era escasa y se basaba en libros de investigación desperdigados por el apartamento, una planta falsa y un par de cuadros que, en realidad, eran crucigramas enmarcados. Cielos, los estúpidos crucigramas que le había dicho que le gustaban.
Se encontraba anhelando poder haberlo visto completar uno cuando tres fantasmas atravesaron la puerta literalmente. Intuyó que se trataba de Amaranta Babić, Darka Zec y Pavel Tomasevic antes de que pronunciaran una sílaba. Naturalmente, se alegró de que estuvieran a salvo y dejó que su magia siguiera con lo que hacía a la vez que le prestaba atención a la conversación sin problemas en concentrarse en las dos cosas.
―¡Ahí estás! ―chilló Darka a la vez que analizaba el predio―. No vas a creer lo que pasó. Nos topamos en el camino con Pavel. Él venía del hospital de su padre. Está bien. Por cierto, mi hermana también. Pero la estación de policía de Alek cayó y murieron casi todos los oficiales dentro. La cosa es que Amaranta y yo estábamos en la Oficina Paranormal, la cual no se parece en nada a una oficina normal, para averiguar cómo estaba el clima ahí dentro y de repente aparece una especie de abogada diciendo que todos cesaran tus labores porque mataron a su jefa. Al final no me permitió recorrer el lugar. Es de locos, ¿no?
La rubia se tensó, siendo quien asesinó a Claudia.
―En serio me asombra cuántas palabras puede decir por segundo ―resopló Amaranta ante la velocidad de la dicción de Darka previo a enfocarse en Sereda―. ¿Y tú estás bien? ¿Qué pasó después de que nos fuimos?
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Doncella de los Dioses
ParanormalAleksandar, un detective capaz de ver fantasmas, investiga una serie de asesinatos peculiares que lo arrastran hasta Venecia, quien ahora es la excéntrica dueña de un museo sobrenatural en el que las exhibiciones son entregadas por cualquier persona...