Capítulo 2

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Capítulo 2

James era un idiota

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James era un idiota. Se pensaba que solo por ser el hijo de uno de los rectores de la universidad era el dueño de la misma.

Já.

Había cometido el error de acostarme con él a principios de primero de carrera. Desde esos instantes no pude quitármelo de encima y, pese a que a veces era peor que un grano en el culo, mientras no interfiriera en mi vida privada podía hacer lo que quisiera.

Total, bastante rota estaba.

No podía dejar de pensar en el pobre chico que había sufrido sus humillaciones solo porque se le había puesto en la punta de la polla. Él no tenía la culpa de su mal humor.

Aparté la vista del teléfono móvil en cuanto escuché que alguien entraba. A parte de mí, no había nadie más y, sinceramente, empezaba a sospechar que era la única que se había apuntado. Era él de nuevo, con sus gafas enormes que le resaltaba los ojos verdes, su camisa azul lisa y sus pantalones vaqueros. Llevaba el cabello castaño muy repeinado para mi gusto.

Me saludó con una pequeña sonrisa.

—Buenas tardes. Soy Felicity —me presenté con toda la amabilidad del mundo.

—Logan.

Corto y conciso.

Justo en esos momentos, escuché el repiqueteo de unos tacones. Se me iluminó el rostro nada más ver quién estaba ahí. ¿Cómo no?

—¡Sky!

Me levanté de mi lugar para correr donde ella y abrazarla.

—¿Acaso dudabas de que no me apuntara?

Le di un beso en la mejilla.

—Pensaba que estarías muy ocupada con el taller de robótica y el club de los mega empollones.

Esa rubita chasqueó la lengua.

—Me subestimas, hermana.

Sky era mi hermanastra, la hija del marido de mi madre. Si bien nuestros comienzos no habían sido los mejores, con el tiempo habíamos aprendido a conocernos y habíamos descubierto en la otra una aliada. Desde que Sky se había abierto al mundo hacía ya casi tres años atrás, no la había parado nadie. No solo estaba estudiando la carrera de sus sueños, estaba saliendo con un chico que la trataba como se merecía y que sacaba lo mejor de ella misma.

Adam y Sky hacían una pareja asquerosamente ñoña, pero me daban mucha envidia. Muy en el fondo deseaba encontrar a ese alguien que me hiciera sentir especial.

Le toqueteé el pelo.

—¿Dónde has dejado a tu novio?

Esbozó una sonrisa maligna.

—Tranquila, Lizzie, que tu mejor amigo está muy ocupado con la preparación del recital que los de su clase van a hacer en la universidad a final de año.

El no héroe del cuento (Trilogía Apariencias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora