Capítulo 29

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Capítulo 29

No me lo podía creer

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No me lo podía creer. Le había puesto mi corazón en bandeja y ella lo había pisoteado así como si nada. Me sentí en la mierda.

Si es que eres más tonto... No debiste haberte arriesgado. Seguro que ahora las cosas se ponen muy tensas.

Y yo no quería eso. ¿Por qué le había hecho caso a Adam? Estaba más guapo calladito.

No podía dejar de pensar en ese «No puedo. No estoy lista». ¿Qué le habría ocurrido en el pasado para que tuviera tanto miedo de lanzarse al vacío? Porque estaba bastante claro que sí se sentía atraída por mí, por mucho que intentara negarlo. ¿Hola? Tenía ojos en la cara y sabía leer las señales.

Aunque eso no podía curar el escozor que se había adueñado de todo mi cuerpo. Me dolía mucho que se hubiese largado así como así, que me hubiese dejado allí tirado como un imbécil. Lo peor de todo es que, tonto de mí, la había esperado durante casi una hora pensando que volvería.

Pero no lo hizo.

Así que había vuelto a mi apartamento y me había encerrado en mi habitación a pesar de la insistencia de mis amigas por que saliera. No quería ver a nadie. Yo... necesitaba tiempo para superarlo.

Hice lo que mejor se me daba cuando estaba triste: me puse los auriculares, la música a un volumen atronador y empecé a escribir. Porque, sí, la escritura también era mi terapia particular. Escribí y escribí hasta que me dolieron los dedos de tanto teclear y me escocieron los ojos por las horas que estuve frente a la pantalla.

Solo salí para ir al baño, pero mis compañeras de piso lo aprovecharon para, al haber terminado de hacer mis necesidades más básicas, secuestrarme y llevarme a la sala de estar.

—No estoy de humor —les dije muy de morros.

—Estás fatal. Cuéntanos qué te pasa —me pidió Tammy mordisqueándose el labio inferior.

—No me gusta verte tan triste.

Miré a mis dos compañeras con tal nudo en la garganta que al final no pude seguir conteniéndome. Me abalancé sobre ellas y las abracé mientras lloraba en silencio.

—Me ha rechazado.

—¿Quién? —Itzi estaba muy preocupada.

Sorbí por la nariz.

—Felicity. Le he dicho que me gusta y ella se ha largado. Ahora mismo quiero que la tierra me trague y no me escupa jamás. ¿Cómo voy a poder mirarla a la cara?

Tammy me dio un apretón en el hombro.

¡Esa mina está limada! Con lo bueno que eres.

—Mírale el lado positivo: fuiste capaz de decírselo.

El no héroe del cuento (Trilogía Apariencias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora