Capítulo 14

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Capítulo 14

Logan era un quejica

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Logan era un quejica.

No, no era una exagerada. Solo habíamos entrado en un par de tiendas y ya le estaba clamando al cielo que un ser divino lo rescatara.

—No, no voy a probarme eso —se quejó por milésima vez en lo que llevábamos de tarde.

Contuve las ganas de poner los ojos en blanco. En su lugar, me armé de paciencia con un largo suspiro.

—Logan, si no pones de tu parte, esto no va a servir de nada. ¿No querías un cambio radical? —Señalé el montón de ropa que había en sus manos—. O te pruebas eso o me largo. Tú decides, campeón.

El chico infló los mofletes de una manera adorable, pero no dijo nada. Se dio la vuelta, entró en los probadores y no supe nada de él hasta que salió con el primer modelito. Estuve a punto de caerme al piso de lo guapo que se veía. La camiseta resaltaba los músculos de los brazos y los pantalones chinos le hacían un buen culo. ¿En serio el tío tenía ese cuerpazo y no se lo había mostrado a nadie?

—¿Qué tal estoy?

Lo devoré con los ojos. Me mordisqueé el labio inferior para no soltar un gritito vergonzoso.

—Distinto —dije en su lugar. Me había quedado muda.

—Pues vaya.

Si tan solo supiera lo guapo que se veía. ¿Quién iba a pensar que bajo las gafas había un chico tan atractivo? ¿Quién habría pensado el cuerpo musculoso que tenía? ¿Acaso iba al gimnasio?

—Definitivamente, nos llevamos esto. Te marca, eh, los músculos. Será un imán... para... para las chicas.

Vale, ¿qué hostias me estaba pasando? ¿Desde cuándo era incapaz de hilar un único pensamiento? Yo nunca era así de tímida.

¿Puedes dejar de ser una niña pequeña y actuar con madurez? Gracias.

Logan me echó un vistazo rápido. Pude ver los interrogantes en esos ojos tan bonitos que tenía.

—Está bien. —Movió los pies, inquieto—. ¿Siguiente ronda?

Sonreí. Le señalé los probadores. Mientras, me senté en un banco acolchado que había en la sección de probadores.

—Siguiente ronda.

Logan desapareció tras la cortina. Me negaba a pensar en que tan solo nos separaban unos metros y que, si quería, podría echar un vistazo en el interior.

¡Basta! Déjalo. No puedes fijarte en él. Recuerda tus normas: nada de enamorarse, solo líos tontos.

¿Y si solo me enrollo con él? ¿Qué hay de malo? Nada de sentimientos.

Va a acabar mal.

Pero yo quería que ese morenito me provocara todas esas sensaciones que creía dormidas.

El no héroe del cuento (Trilogía Apariencias 2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora