Apariencias 2.
👓 Todos creen que es un nerd. Solo ella podrá ver qué esconde bajo esa ropa insulsa. 👓
Desde pequeño Logan siempre ha sido un chico callado, tranquilo y tímido. Le da miedo hablar en público y, por eso, le cuesta relacionarse con lo...
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—¡Qué pronto habéis llegado! Pensaba que no os vería hasta esta noche —le dije a mi madre por teléfono un par de minutos después de salir de la librería.
—Sam ha insistido en que salgamos antes de la hora, cariño. ¡Tenemos muchas ganas de veros a las dos!
Mi madre y mi padre se separaron cuando yo era muy pequeña y ella estuvo teniendo citas desastrosas durante años hasta que, un día, lo conoció a él. Había sido pura casualidad, me dijo. Había ido a hacer la compra como siempre, pero ese día no llegaba a coger un producto —¿de quién creíais que había heredado la altura de Minion?—. Sam la ayudó y, después, ella lo invitó a un café. El resto es historia.
—Sky se está preparando para el concurso académico, por si la notáis más arisca o ausente. Ayer casi me cortó un dedo por no dejarla repasar un tema que se sabía de memoria. A veces es una exagerada.
—Tenle paciencia. Para ella esto es muy importante. Tenemos que apoyarla.
Mi madre adoraba a Sky y la quería como si fuera su propia hija, aunque al principio mi hermanastra no nos lo puso muy fácil. Fue muy cabrona con nosotros, las dos discutíamos bastante y no podíamos ni vernos. ¿Quién diría que ahora, casi tres años después, nos habíamos vuelto inseparables?
—¿Habéis llegado ya al hotel?
Porque en mi apartamento no había habitaciones suficientes y, bueno, Sky no podía estar en un mismo espacio con Sam sin discutir, así que tampoco era una opción.
—Sí, Sam está deshaciendo la maleta. En menos de una hora daremos una vuelta por la ciudad, que ya tengo ganas de ir a esa cafetería tan mona que tenéis.
Sonreí. Estoy convencida de que si no hubiese sido por su trabajo, mi madre nos habría visitado más a menudo solo para ir al local de Zoe, la cafetería más popular entre los habitantes de Wilmington.
—Pues no te entretengo más. Nos vemos en nada. ¡Qué ganas tengo de darte un abrazo!
—Pues anda que yo —suspiró—. No me puedo creer que mi bebé ya vaya a la universidad.
—¡Mamá!
La carcajada de mi madre fue lo último que escuché antes de colgar.
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