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En una habitación en un sitio escondido entre las montañas, una cama de metal se encontraba iluminada, sobre esta descansaba un pequeño erizo de pelaje oscuro y betas rojizas. El pequeño se encontraba sujeto a la cama con grilletes para evitar que escapara y se moviera. Pasa un poco de tiempo antes de que este comience a abrir los ojos. Al mirarse en esa situación comienza a alterarse, intenta gritar sin éxito por culpa de la mordaza en sus labios, intenta romper los agarres, pero se encuentra muy cansado para lograrlo.

Odiaba estar allí. Odiaba mirar esas luces sobre su rostro. Odiaba tener sus manos atrapadas y odiaba a las personas frente a esa mesa.

En total eran siete, vestidos de azul oscuro, con sus rostros cubiertos tras una mascarilla. Al ver despierto al pequeño erizo comienzan a moverse, sacando varios químicos, sacando varios instrumentos que le son colocados.

Pronto el pequeño ya no pelea por escapar, pelea por liberarse del dolor, de todo el sufrimiento que le hacen pasar.

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Abro los ojos. Todo está borroso al principio y no puedo ver con claridad. Hay una fuerte luz que me lo impide. Mi corazón late a mil por hora. Mi respiración se vuelve acelerada. ¡No, no, no, NO!.

Me levanto moviendo mis manos y mis piernas. No estoy atado, estoy libre. Reviso todo mi cuerpo. No tengo ningún dolor, no tengo nada puesto en mi cuerpo, solo una tela de color celeste sobre mis piernas. Miro todo mi alrededor. Closet. Mesa. Cama. Puerta. Ventana. Almohadas. Una habitación, una casa. Mi casa. No estoy en el laboratorio. No estoy con ellos.

Mi respiración se restaura, mi corazón también. He perdido mi conciencia. Me he... dormido. Yo... nunca he dormido por voluntad. Siempre me obligaron a hacerlo.

no comprendo. ¿por qué me he dormido?

Muevo mis manos. Reviso mi cuerpo de nuevo. Lo siento distinto. Me siento distinto. Me siento... ¿bien?

Es extraño.

Lo último que recuerdo. Estaba con Amelia en este lugar, estábamos uniéndonos en un acto nuevo para mí y luego, cuando terminó todo, la abracé y la vi dormir, luego... todo negro.

Sigo mirando mis manos. Mi cuerpo. No comprendo cómo pudo pasarme. Pero al mismo tiempo, no me molesta, en realidad, me siento muy bien.

Pronto un olor llega a mi olfato. Es delicioso. Lo reconozco. Volteo a mi lado. Amelia no está. Salgo de la cama y camino al origen del aroma. En la cocina se encuentra Amelia, ella prepara el alimento.

—amelia— me acerco a ella

—shadow, buenos días— me mira. Sonríe al verme. Su sonrisa es más grande que antes. Y, la veo más... linda.

—deberías estar reposando amelia, tu herida aun no sana—

—estoy bien, he soportado dolor antes, esto no es nada, además no quería molestarte, te mirabas muy lindo durmiendo—

Desvío la mirada. Yo no debería dormir. Dormir es peligroso. Estás vulnerable. Te hacen daño.

—qué sucede— se acerca a mí. Siento su mano en mi mejilla. Regreso a ella.

—yo no debía dormir... cuando quedaba inconsciente siempre aparecía en un lugar... un mal lugar... no debo dormirme, si algo pasaba? ¿Si algo aparece? No debo quedarme inconsciente, debo protegerte, debo — Siento sus brazos rodearme, su calor me reconforta. Guardo silencio.

Protector - shadamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora