Protector - shadamy

9

La luz blanca entra. Ilumina la sangre seca del suelo. Respiro rápido, manchado de sangre. Miro al frente, vienen más por mí. Traen armas. Me disparan. Me lastiman. Gruño. Mis garras crecen listo para atacar.

—suficiente— una voz grave.

Los ojos neón que siempre me miran. Aparece en la oscuridad. Dejan de lastimarme. Se apartan. 

—proyecto dark, hagas lo que hagas, no podrás irte, porque me perteneces—

Algo entra en mí. Algo delgado. Todo se vuelve borroso. Todo se vuelve oscuro.

~~~~~~~~~~~~~~°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°°~~~~~~~~~~~~~~~~

La luz del sol entra por una ventana. Toda la habitación se llena de luz. Un nuevo día a comenzado. 

Ella sigue en la cama cubierta de la tela. Yo sigo a su lado. Mirándola. Esperando. 

Muevo mis orejas al escuchar un sonido. Es muy molesto. Ella se remueve. Sus ojos tiemblan. Se abren lentamente. Lo primero que miran es a mí. Se dibuja un arco en sus labios. Una sonrisa al verme.

Sus brazos me rodean. Se apega a mí. Siento su calor, su olor tan cerca. Es agradable.

Se aparta de mí lentamente. Sale de la cama. Se estira y se va.

Me levanto. Voy tras ella. Me quedo detrás de la puerta escuchando el agua caer donde está ella.

Solo miro su sombra moverse de un lado a otro en ese pequeño lugar.

Cuando ella sale está mojada. Las gotas caen por su rostro y púas hasta el suelo. Solo tiene una tela blanca cubriendo su pequeño cuerpo. Me mira. Sonríe. Regresa a la habitación donde descansa. Cierra la puerta y me deja fuera nuevamente. Esto ya lo ha hecho antes. Quiere privacidad. Estar sola y que no vea su cuerpo. Aunque no tiene sentido. Ya lo vi. Pero si ella lo desea. Cumpliré.

Sale de la habitación. Su cuerpo ya tiene... ropa. Vuelve a sonreír. No sé porque sonríe tanto.  Vamos a la cocina. En el camino encuentra el dinero y las joyas. Toma estas. Las observa. Me observa. Espera algo. No se mueve. Solo alza una ceja. No entiendo su gesto. Señala las joyas y el dinero.

¿quiere saber de eso?

—los conseguí para ti— contesto, espero que sea lo quiere saber.

Me mira. Suelta el aire por su boca. Sacude su cabeza y sonríe. Su gesto es raro.

Mira algo entre las joyas. Lo toma. Es dorado con una piedra verde. Como sus ojos. Ella lo mira. ¿Le gustará?

Lo tomo de su mano. Camino a su espalda. Se lo coloco. Un color carmín aparece en sus mejillas. Acaricia la piedra verde brillante. Sonríe. Es feliz.

Si esto hace feliz a Amelia, conseguiré más, para que siempre sea feliz.

La miro y ella a mí. Su mano acaricia mi rostro, suave, cálido. Ese sonido en mi interior aparece, a lo que ella llama ronroneo.

Sonríe más y se aparta, no quiero que lo haga, pero no la detengo. Comienza a moverse por el lugar con diversos objetos en su mano y una vez más la cocina se llena de un exquisito olor. En poco tiempo ella tiene algo en la mesa. Me empuja. Me hace sentarme. Acerca la comida a mí. 

Ella se queda parada a mi lado. La veo un rato. Reviso, no hay otro lugar donde ella se pueda sentar. Amelia come parada. Pero he visto que hay que comer sentado. ¿Por qué no hay otro lugar para sentarse? Amelia no debe estar incomoda.

Tomo su muñeca y la jalo hacia mí. Tomo su cadera. La acomodo sobre mí. Ahora está en mis piernas. Amelia estará cómoda.

La miro, su piel cambia de color, de melón a totalmente rojo. Sus orejas también toman esa tonalidad. No comprendo su reacción. Toco su frente buscando síntomas de enfermedad. No siento nada. No está enferma.