—alerta! Alerta! ¡Todos salgan de sus casas! ¡Huyan lejos de la ciudad! A aparecido una nueva amenaza, una masa negra que consume todo lo que se encuentra a su paso, salgan todos de la ciudad!—
Todas las personas corren despavorida mientras el periodista grita frente a la cámara para que la gente huya lo más pronto posible del peligro.
No muy lejos una masa deforme del tamaño de un camión se mueve por el lugar, de su cuerpo salen varios tentáculos que atrapan a cualquier persona y los lleva dentro de la boca llena de miles de dientes. La sangre lo baña cuando entra un cuerpo en esa área y parece crecer mientras esta masa sigue comiendo.
Nada lo daña. Nada lo detiene. Y su deseo es claro. Comer y matar. Lo grita en el transcurso de sus movimientos.
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Sigo corriendo por el bosque a las afueras de la ciudad. Amelia aún se sostiene de mí. Su rostro está oculto en mi pecho. Su corazón ahora late normal y su respiración es pausada pero fuerte. Su cuerpo está tenso y lanza leves quejidos algunas veces por culpa de la herida que posee en su pierna.
La veo de vez en cuando. El olor de su sangre sigue molestándome. Bajo un poco la velocidad hasta detenerme. Pongo atención a todos los sonidos, no escucho a nadie cerca de nosotros. No nos han seguido.
Un destello de luz aparece en el cielo seguido de un fuerte sonido de forma tan repentina que Amelia salta entre mis brazos por el susto aferrándose más a mí. Una tormenta se acerca. Escucho perfectamente el sonido de las gotas correr hacia nosotros. El agua no me hace daño. Pero a Amelia puede hacerle daño. Recuerdo lo fría que estaba cuando la encontré entre la lluvia cuando la conocí y como estuvo en la noche.
Miro alrededor buscando un lugar donde Amelia no sufra con el agua. Veo un lugar dentro de un ascenso de tierra. Entro en el lugar de inmediato antes que el agua toque su piel.
Dentro es oscuro y solitario. Servirá.
La bajo con cuidado dejándola recostada contra la pared. No debo lastimarla más. Miro su herida. Tiene sangre en ella. La tomo entre mis manos para poder mirarla mejor. Una cortada profunda. El proyectil no se encuentra, pero lastimó una buena parte de su piel y venas.
Gruño molesto. Debí matarlos a todos. Malditos.
—tranquilo— su voz aparece como siempre, muy suave —llegaremos... un pueblo... estaré bien...— sigo mirando la herida. Tomo la tela que la cubría y la limpio con el agua que cae del cielo. Limpio su herida con esta y utilizo otra para parar la sangre, aunque no sirve de nada, nueva sangre la vuelve a empapar de rojo rápidamente.
Debo cerrar la herida. Necesito buscar medicinas. Necesito llevar a Amelia a un lugar seguro. Ponerla a salvo.
Los sonidos fuertes retumban en el lugar junto a un destello de luz. Ella tiembla un poco. Comienza a entrar aire al lugar. Es frio. Amelia no soporta el frío. Tomo lo que ha traído consigo, saco telas gruesas y tibias colocándoselas para mantener su temperatura corporal.
—gracias—sonríe, me gusta que sonría, pero no debería estar sonriendo.
Las cosas no son favorables para ella en este momento. Todo por esos malditos. Deseo volver y acabar con el ultimo de ellos.
No, no debo pensar en ellos ahora. Debo conseguir cosas. Debo conseguir que Amelia esté bien.
Alimento. Medicina. Comodidad.
Me acerco a la salida, el agua cae con fuerza. No puedo llevar a Amelia hasta que acabe, pero yo puedo salir.
Miro a Amelia. Regreso mi vista a la distancia. Cierro los ojos. Huelo todo el ambiente y lo más cercano. Siento a pequeños seres escondidos en distintas partes. Siento el olor de otros más grandes también ocultos. Y detecto un aroma distinto, varios para ser exactos, son muy tenues. Serán personas? Será prudente ir a ver?
Miro de nuevo a Amelia. Ella ha cerrado sus ojos.
Debo ir. Debo conseguir las medicinas. No importa dónde.
—volveré pronto— salgo de la cueva. Corro lo más rápido que puedo, sin Amelia puedo avanzar a mayor velocidad.
Me acerco al origen del aroma. Si son personas. Escucho voces también y siento otros aromas.
Sigo avanzando hasta ver algunas estructuras. Estás son más parecidas a la casa de Amelia. Casas pequeñas hechas de madera.
—perfecto— me acerco a una de ellas rápidamente y entro rompiendo una de las ventanas.
Dentro es similar a la casa de Amelia. Aunque hay más cosas, como más sillones y más grandes.
Observo rápido el lugar. Debo encontrar lo que necesito. Me desplazo por el lugar buscando donde aguardan las medicinas.
Miro en el primer lugar. Es una cocina. También llevaré alimento.
Escucho un sonido detrás de mí, una respiración rápida y el latido de un pequeño corazón. Giro viendo a un pequeño zorrito color rojizo. Este me ve asustado.
Debí ver si había habitantes primero.
Deberé matarlos. Saco mis garras listo para acabar con su vida.
—MAMA!!!— grita retrocediendo más asustado que antes.
Escucho pasos rápidos a nuestra dirección, aparece también una zorra de un rojo más fuerte. Al verme se asusta también y está por gritar.
Salto sobre ella tirándola al suelo colocándole mis garras en el cuello para matarla.
—no!! mami!! Suelta a mi mami!— escucho la diminuta voz —por favor— su voz es temblorosa pero usa su diminuta fuerza para tratar de apartarme
Volteo a verlo. Su rostro está lleno de lágrimas. Tiembla claramente.
—no mi niño, aléjate, vete, estaré bien— pide ella claramente asustada, busca alejar al niño.
Es una pelea para protegerse entre sí. Claramente son idiotas.
Pero, me han recordado algo. No debo dañar a inocentes.
Aparto mis garras de ella. No puedo hacerle daño. Amelia se molestaría.
Me quito de encima apartándome de ambos. El pequeño la abraza ahora y ella a él.
Los ignoro. Debo buscar lo que necesito.
Reviso las cosas que tienen. Tomo lo que considero necesario y lo coloco dentro de plástico para que no se dañen bajo el agua. Medicinas, comida y otras cosas que Amelia tenía en su hogar.
Veo de nuevo a los zorros. No se mueven de su lugar. Ambos siguen muy asustados. Sigo tomando cosas. Reviso otros lugares y tomo otras cosas.
Tengo bastantes. Decido salir. Los zorros ya no están, la puerta esta abierta. No importa.
Salgo de allí por el mismo lugar que entré, corriendo de regreso.
No tardó mucho en llegar, aunque la lluvia sigue igual. Mi cuerpo está muy mojado.
Amelia aún tiene los ojos cerrados. Me acerco dejando las cosas en el suelo.
Su rostro esta pálido. Toco su piel y es frio, pero aún respira y su corazón late.
—Amelia— miro su pierna y retiro la tela que la cubre, la sangre sigue saliendo y posee mucho más debajo de ella.
Se desangra.
Saco las medicinas que he traído para ella. Cierro la herida con hilo y aguja limpiando con alcohol para que no se infecte. La cubro con vendas evitando se lastime más.
Cambio la ropa que posee por la que he traído y otras que traía ella. La coloco entre bolsas esponjosas y telas gruesas que también he conseguido para mantenerla en calor.
Me recuesto a su lado, fuera de las telas, la observo descansar.
Es como cuando la encontré la primera vez. Pero ahora, no siento curiosidad por su existencia. Ahora siento un peso en mi pecho que es muy molesto, no identifico que es, tampoco me importa. Solo deseo que ella despierte y sonría. Que ella esté mejor.
Que podamos continuar juntos.
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Protector - shadamy
FanfictionEn la oscuridad me oculto, para que no veas lo que soy, sin embargo detrás de ti me mantengo, cuidando tu sonrisa. No me temas, no me odies, que daño no te haré, mi deseo es protegerte y amarte aunque no sea correspondido.