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Golpea su camilla con intensidad mirando las puertas de la ambulancia esperando que se abran, cuando al fin sucede salta del vehículo corriendo con todas sus fuerzas hasta la otra, siendo seguida por los paramédicos que la cuidaban mientras la llaman.
Llega hasta la otra ambulancia, donde su amado es bajado en una camilla, con gasas que luchan por detener el sangrado llenándose de este líquido en el camino, su rostro totalmente apacible con una mascarilla que le da oxígeno y un par de monitores para mantener vigilado su pobre latido.
Su corazón se estruja mirándolo así, un fuerte frio la atrapa y tiembla ante la imagen desoladora de su héroe lastimado.
—shadow!— va detrás de los paramédicos que corren al quirófano, ignorando los gritos de estos ante todo el caos dentro del hospital.
Los alcanza y toma la mano del erizo oscuro, notando que sus garras no están y que están frías.
—señorita, no puede pasar— una enfermera la detiene cuando pasan las puertas del quirófano
—déjenme, debo estar con él— se suelta y trata de entrar, pero vuelve a ser detenida
—señorita cálmese por favor— dice otra enfermera, sosteniéndola junto a su compañera
—no!, deben dejarme verlo! Déjenme entrar!— su rostro mostraba la angustia que la acomplejaba, sus ojos rojos ya vacíos del largo llanto que ha llevado desde que salió de la ambulancia en la que fue traída, sus cuerdas bucales, que nunca había utilizado, siendo desgarrados con gritos ante su desesperación de estar con él. No quieren que lo dañen, si llegan a saber quién es lo lastimarán, ella no puede permitirlo, no quiere que shadow sufra.
—shadow! Shadow!—
—señorita, lo están operando, no puede pasar al quirófano—
—no me importa! ¡Déjenme pasar! ¡Déjenme estar con él! Shadow! —logra soltarse para correr hacia la puerta, pero antes de tan siquiera tocarla un chacal, que a salido por la puerta, la sostiene, el traje azul y la gorra que llevaba demostraba que era uno de los doctores que estaba operando.
Cuando la eriza lo mira sus piernas tiemblan y casi cae al suelo si no fuera por el doctor que sigue sosteniéndola.
—usted debe ser Amelia— dice el chacal
—s…sí— responde mirando la sangre con terror, pensando lo peor.
No podía perderlo, no a él, lo amaba mucho y perderlo terminaría de destruir su corazón que a penas a logrado sanar.
—tranquilícese señorita, su novio está siendo tratado— la mira a los ojos
Ella conecta con él, dos orbes de diferente color la observan con intensidad, pero le transmiten confianza y seguridad, como si supiera que todo se resolverá.
—todo estará bien señorita Amelia, él es alguien fuerte, se recuperará pronto—
Suelta otras lágrimas y asiente lentamente, quiere creerle, aunque el miedo aun la invade.
—mejor vaya a cambiarse, a él no le gustaría verla cubierta de sangre— indica el doctor —hay algo de ropa que se a donado por la emergencia, pronto le traeremos noticias, de acuerdo?—
—de acuerdo— limpia sus lagrimas
—por aquí— la enfermera la toma de los brazos y se la lleva, lo último que mira es al doctor entrar de nuevo a esas grandes puertas.
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Ella ahora descansa a mi lado sin que yo la suelte. Su respiración es lenta y profunda, sus latidos son suaves y lentos también.
Yo la veo dormir. Me gusta mucho verla dormir. Aunque no me gustan los golpes que tiene. Son pocos, pero notables, igual que las vendas que cubren algunas partes de su cuerpo.
Acomodo su púa para que me deje ver mejor su rostro, ella sonríe cuando lo hago, vuelvo a hacerlo para que sonría otra vez.
Sonrió igual. Me acomodo y sigo viéndola, hasta que mis parpados se sienten pesados y los dejo caer.
Al abrirlos una luz me molesta, una luz intensa que daña mi vista. Trato de tapar mis ojos, pero mis brazos están atados. Muevo mi cuerpo, mis piernas y mi cintura también están sujetas.
—que bien que despiertas pequeño adefesio— muevo mi oreja derecha y giro hacia esa dirección
Ese hombre me mira, con esa sonrisa grande y fea. Sus manos azules tienen un par de inyecciones que mueve de un lado a otro.
—es hora de tu entrenamiento— muevo mi oreja izquierda, giro encontrándome al mismo hombre, con más inyecciones.
—espero que esta vez puedas aguantar— esa voz la escucho bajo mis pies, encontrándolo de nuevo.
Se acercan a mí. Me remuevo tratando de liberarme. Las esposas lastiman mi piel, pero no me importa, quiero salir de aquí.
Rompo los grilletes y me aparto con velocidad. Salgo de allí destruyendo la puerta, entrando al mismo lugar, con ellos allí.
No entiendo.
Retrocedo y ese hombre me toma. Sus ojos azules me miran detrás de esos cristales. Escucho la risa que suelta, que todos sueltan.
Golpeo con todas mis fuerzas, cortándolo para liberarme. Corro de nuevo tratando de alejarme. Busco una salida, miro una puerta. Corro hacia ella. Debo salir, debo salir. No logro alcanzarla, nuevos grilletes aparecen, toman mis muñecas y mi cuello. Jalan de mí.
Entierro mis garras en el suelo, jalo las cadenas tratando de romperlas. Mis piernas también son sujetas y jalan. Caigo y me arrastran hasta la oscuridad. Me hacen pegarme a una pared. Duele.
Las risas no cesan. El aparece frente a mí, me inyecta cosas, muchas cosas. Me duele. Me duele mucho.
Grito. Me remuevo tratando de romper mis ataduras. No puedo, no puedo, no tengo fuerzas.
Sigo luchando. Al fin logro romperlas. Caigo, caigo en un lugar oscuro.
—eres mío— escucho por todos lados
Miro el lugar, miro todo alrededor. Ojos neón aparecen por todos lados.
—no le pertenezco a nadie— gruño listo para atacarlo
—eres mío— repite de nuevo —proyecto dark, serás la mejor arma de destrucción, nada podrá contra nosotros—
Vuelvo a gruñir, ataco a los ojos a mi alrededor. Ataco a todos lados. Pero aparece de nuevo, repite lo mismo.
No puedo matarlo.
Mi cuerpo tiembla. El aire se me va. Comienzo para correr. Los ojos neón me siguen.
La oscuridad se va. La claridad aparece.
Corro sin dirección, corro hasta ver algo rosado a lo lejos. Alguien de color rosado. La conozco.
Corro hacia ella. Corro con todas mis fuerzas. Ella voltea, ella, ella está llena de sangre.
Me detengo, ella me mira sin brillo. Ella saca sangre, mucha sangre.
—shadow— susurra
Su cuerpo se destroza, sangre, mucha sangre sale de ella. Llega hasta mí.
No. No. No.
Esto. No.
Caigo de espalda. Escucho risas, escucho la risa del ojos neón.
—solo eres una bestia, solo sirves para matar—
—shadow— escucho a lo lejos
—siempre serás mío—
Los grilletes regresan, me sujetan, me levantan.
Esas agujas aparecen de nuevo, se clavan en mi piel, destrozan mi carne.
—shadow despierta—
Me duele. Me duele. Que alguien lo detenga.
—shadow!—
Cierro los ojos con fuerza mientras algo más grande me atraviesa. Siento mi sangre caer por mis piernas.
—despierta!—
Abro los ojos. Mi cuerpo se sacude. Mi respiración es errática. Estoy en otro lugar. Es el laboratorio. Veo por todos lados. Escucho las máquinas. El químico quema mi nariz. No está él aquí. Pero aparecerá.
Retrocedo, retrocedo cayendo al suelo. Mi cuerpo responde dándome un fuerte dolor. Mi abdomen me duele. Arranco las ataduras que tengo. Un fuerte sonido lastima mis orejas.
Retrocedo. Retrocedo hasta pegarme a la pared. Miro a todos lados, el lugar se mueve. Mi respiración comienza a faltar. Mis ojos pican.
Ya no quiero estar aquí. Me harán más daño.
Cierro los ojos acurrucándome contra el frio concreto.
No quiero más dolor.
—shadow— una voz suave y lenta habla cerca.
Abro los ojos, ella está frente a mí. Unos ojos verdes me miran.
—ame… ame… lia?— logro articular
Ella me mira asustada, preocupada, triste. No lo sé.
Sus brazos me rodean, me apegan a su cuerpo. Puedo escuchar su corazón. 
—ya, ya pasó— escucho suavemente
Sus manos pasan por mis orejas y púas. Su calor me rodea. Me siento a salvo.
Cierro los ojos sintiendo algo cálido caer por mis mejillas.
—respira, inhala, exhala, lento— repite, haciéndolo ella
Obedezco, respiro tan lento como puedo.
Mi cuerpo deja de temblar, mi respiración se normaliza. Escucho solo su corazón y el mío comienza a seguirlo, latiendo a su vez.
Poco a poco me estabilizo, me siento mejor, ella siempre me hace sentir bien.
Me acomodo un poco para sentir sus caricias. Olfateo su aroma, un aroma de una flor, y sangre.
Abro los ojos notando el carmín caer por un lado del cuerpo de Amelia. En su hombro, una marca aparece.
Quien la ha dañado?. Levanto mi mano para quitar la tela y ver mejor la herida, me detengo al notar mis garras, tienen sangre, su sangre.
Me alejo de golpe.
Yo lo hice? Yo, yo dañe a amelia?
Mi cuerpo vuelve a sacudirse, mis ojos sueltan más lágrimas, mi pecho duele, duele mucho, más que mi abdomen. Ya no puedo respirar.
—shadow, calma—
No, no. Me pego a la esquina tanto como puedo.
—shadow— sus manos al fin me atrapan sujetando mis mejillas
Y siento sus labios con los míos. Suave. Lento. Mueve sus labios acariciándome.
Sujeto sus manos que están en mis mejillas, correspondo de a poco hasta que ella se aleja con cuidado.
—te sientes mejor?—
Asiento. Mi cuerpo a recobrado su cordura, aunque el pecho me duele, en especial cuando miro la sangre en su hombro.
—fue un accidente, no te preocupes— hace que vea su rostro
—accidente?— mis labios sueltan en susurro
—cosas que pasan sin que uno pueda controlarlo— mueve su mano, acaricia mis mejillas —tenías una pesadilla, cuando regresé del baño te movías de forma errática, no sabías que estaba aquí—
La dañé, sin poder controlarlo.
—pesadilla?—
—cuando dormimos, nuestra mente muestra cosas, y a veces esas son malas y nos asustan, se llaman pesadillas—
Pesadilla. Tuve una pesadilla que me causó miedo.
Pero yo no debería temer. Soy fuerte, soy poderoso, son indestructible, por eso me quieren controlar.
No le temo a nada.
—yo no le temo a nada—
—el miedo es natural shadow, hay cosas que nos pueden asustar, como las que nos causan dolor—
Dolor. Eso si lo he sentido, mucho. No quiero sentir de nuevo dolor, ¿eso significa que le temo?
—el laboratorio, allí me causaban mucho dolor, no quiero experimentarlo de nuevo… significa que le temo a eso?—
—yo creo que sí, yo le temía a mi padre, él también me hacía sentir dolor—
—entonces sí, le temo, no quiero volver, me quiero ir de aquí—
—de acuerdo, vámonos de aquí—
Miro sus ojos, su sonrisa es pequeña, limpia mi rostro con un tacto suave, me besa suavemente y corto. Se aparta de mí con cuidado, toma mis manos y hace que me levante con ella.
—primero, creo que debemos buscarte ropa, y curar nuestras heridas— mira mi abdomen, hago lo mismo. Estoy sangrando igual que ella. —vamos a la camilla— me jala y camino hasta llegar, me ayuda a subir con cuidado y me cubre con la sabana. —espera aquí, sí?, ahora regreso— sus labios tocan mis mejillas y se marcha a prisa.
Miro la puerta moviendo mis orejas para escuchar el alrededor. No hay tantas personas, parece que todo estuviera vacío, aunque detecto varias respiraciones. Quizás duermen. Y ella, se aleja corriendo por el corredor.
Bajo mi vista a mis garras, el aroma de la sangre de amelia molesta mi nariz. Me gustaba el color de la sangre en mis manos, pero ahora no, no quiero tenerla, es la sangre de amelia, la dañé.
La imagen de ella bañada en sangre y sin brillo regresa a mi mente. Mi cuerpo se sacude. Mi pecho duele.
Que ella esta dañada me duele. Que ella este dañada me asusta. Que ella muera me asusta.
Tengo miedo de perderla.
Alzo la vista al escucharla entrar, en sus manos hay varias cosas para curar y ropa.
Se acerca y quita mis vendas, despacio, colocando nuevas. Mi herida es pequeña, pero parece profunda. Aun no comprendo porque no puedo curarme.
Cuando termina me coloca una… camisa blanca y me pasa un pantalón azul para que me lo ponga.
Mientras ella se quita la que tiene rota. Puedo ver mejor la marca de mis garras, son cortes pequeños. Eso calma un poco mi pecho, aunque no me gusta verla herida.
Con cuidado se aplica alcohol en la herida. Aprieta sus labios y respira con fuerza. No tarda mucho para ponerse una venda. La ayudo a sujetarla bien.
Coloca otra camisa, igual que la mía.
—listo?— asiento
Sonríe. Toma mi mano y me saca de la camilla. Voy con ella mientras mira el exterior. Al no ver a nadie avanzamos por el corredor, con cuidado de que nadie nos vea.
Nos escondemos cuando detecto los pasos de alguien. Se marcha sin vernos y seguimos avanzando.
La puerta no está muy lejos. Nos escondemos de las enfermeras y caminamos hacia la salida.
Salir fue fácil.
Afuera hay viento, siento el frio, pero no me afecta, amelía parece que sí. La abrazo.
Ella sonríe y seguimos caminando por la calle, parece ser muy tarde, no se escucha nada lejos del hospital.
—a donde vamos?— le pregunto
—no lo sé, solo lejos del hospital—
Asiento y la levanto en mis brazos.
—shad, no, vas a lastimarte—
—y tú a enfermar, mejor busquemos un lugar— salto y subo a los techos.
Agarramos altura y nos movemos por la ciudad. Está más callada de lo normal. Por lo menos esta parte.
Me muevo vario tiempo hasta encontrar un lugar abierto. Se llama hotel.
—no tenemos más dinero— menciona ella —subimos?— señala a la parte superior.
Miro a las ventanas y noto algunas encendidas y otras apagadas. Salto por ellas revisando el interior, mirando a personas dormir.
Sigo subiendo hasta que una no tiene a nadie. Abro la ventana y entramos.
—por esta noche estará bien— me sonríe —vamos, a descansar—
Me lleva a la cama y me obliga a acostarme. Obedezco. Ella se coloca a mi lado y jala de mí, dejándome en su pecho.
—esta vez no te voy a soltar—
—por que?—
—para que las pesadillas no te molesten otra vez, a mí me funciona cuando me abrazas—
—los abrazos borran pesadillas?—
—no, pero ayuda a sentirse seguro—
Sentirme seguro. Sí, en sus brazos me siento seguro.
Me acomodo y cierro los ojos, no creo dormir, pero la sensación es agradable, y el sonido de su corazón me relaja.
—descansa shadow— es lo último que recuerdo escuchar

Protector - shadamyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora