Capítulo 9: Rafael.

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En toda la oficina existe más movilización de la habitual. Varios compañeros se encuentran revisando expedientes, libros y revistas que jamás en sus vidas creyeron que verían. El jefe se encontraba en su despacho viendo un registro forense de hace un par de meses. Su expresión era fría y meticulosa, revisaba cada párrafo y línea una y otra vez. 
-¿Qué está pasando?
-Que el maldito fue ayer a mi casa, dejó un puto paquete y ahí estaba el dedo de un tipo.
-¿Un dedo?
-Sí, un dedo.
-Lo mandé a que revisarán las huellas. Resulta que los forenses creyeron que no era relevante poner que le faltaba el dedo índice. ¿Cómo vergas no puede ser relevante?
-Se supone que deben de seguir el lineamiento.
-Todo lo que tenga que ver con reglas se la pasan por los cojones.
-¿Algo más?
-Tenemos dos semanas sin saber nada, no hay cuerpos, pistas o algo bueno para este caso. De seguir así le darán carpetazo al asunto y aquí no hubo nada.
-Tal vez espera eso.
Todo este circo me parecía algo ficticio. Ninguno de mis compañeros se había tomado su trabajo como se merecía. Todos aquí me decían el lame botas del jefe, siempre me ponía a su lado derecho y compartimos todos los casos que me asignan. Bien dicen que si quieres que se haga algo bien debes de poner presión para lograr avances.
Me fui al cubículo que estaba desocupado (con todo el alboroto habían tomado mi mesa para poner reportes) y fui leyendo sobre el caso antiguo. Aún seguía pensando que este caso no era similar al que leía. Nada concordaba, parecía que sólo eran letras y números en un mar sin fondo. 
Un rayo de esperanza cobró forma al percatarme de algo. En los reportes decían que el tipo visitaba con frecuencias antros o centros nocturnos y que en esos mismos lugares encontraba a sus víctimas. Era casi el mismo método de casa, así que si encontrábamos a la chica con la que se fue el candidato podría dar con la asesina, pero no existía alguna prueba o algo que me llevará a ella. Las cámaras del C5 no capturaron una buena imagen de su rostro. Según los testigos ella no trabajaba ahí y que sólo llegó una vez. Eso para mi era una pista. Tal vez casó en todos los centros nocturnos de la ciudad, de ser así a nosotros nos faltarían muchos cuerpos por encontrar o a ella le faltaban zonas por asistir.
Fui por los registros actuales para ver cuál fue el último lugar donde vieron a las víctimas, una pequeña lista comenzó a brotar, sólo fueron diez lugares, eso quería decir que le faltaban más por visitar y de ser cierto, en cualquier momento regresaría otra vez a los mismos lugares.
-Es el único que se toma en serio su trabajo.
-Pues si nadie lo hace aquí debería ser mejor que lo haga.
-Y dígame, ¿dónde cree que atacara?
-No puedo decirle con exactitud dónde ni qué fecha. Su forma de caza es anormal.
-Entonces haga su trabajo.
-Le recuerdo que soy el único que lo hace.
-No se pase de pendejo que aquí yo soy el jefe.

Otra noche en la que vuelvo a dormir tarde. El café ya anda perdiendo el efecto y me levantó para ir por mi… ya no sé en qué número de taza voy, es mejor que me vaya a dar un baño caliente y me duerma. Faltan 3 horas para que vaya al trabajo, así que mejor tomaré un baño y seguiré trabajando. 
Busco información, veo de nuevo las cámaras de seguridad y otra vez no encuentro nada relevante. Los datos dados por la Fiscalía no sirven para nada (tan sólo pensar en los forenses me llenó de cólera). Creo que es momento de salir a caminar para tomar un respiro de todo esto.
En el camino me encuentro a la chica que me vendió el libro la otra vez. Me acercó a ella sin sospechar que la voy acosando o algo por el estilo. Cuando estoy lo suficientemente cerca le hablo.
-!Buen día¡- le digo. Ella da un salto por el susto.
-Un día de estos matara a alguien de un susto.
-Espero no sea usted.
-Ojalá
-¿Adónde se dirige?
-Voy a la librería.
-¿No cree que es muy temprano para abrirla?
-Pues son las 6 de la mañana, algunas personas ya andan despiertas. Y otras no se duermen.
-¿Lo dices por mi?
-Se nota que no duermes.
-Es el trabajo.
-Pues tenemos algo en común.
-Son 12 horas las que trabajas, pero aún así te queda tiempo. ¿En qué lo utilizas?
-Matando el tiempo.
-!Vaya¡ con eso dices mucho.
-Matar el tiempo: leyendo, escribiendo, buscando lugares para cenar o divertirme. El tiempo se mata con el ocio o sólo quedándote sentado.
-Mmm, se nota que es una señorita muy culta.
-Pasó la mayor parte del tiempo en una librería. Eso le hace pensar a todo el mundo que soy culta.
-Pero usted lo demuestra.
-Sólo digo lo que me parece conveniente.
Seguimos platicando la mayor parte del camino. Hablando sobre libros, escritores y cosas banales de las que nunca imaginé hablar con alguien. No podía creer que después de mucho tiempo pudiera entablar una charla, menos con una mujer. 
-Fue un gusto…
-Isabella.
-Bonito nombre.
-¿Y cuál es el tuyo?
-Rafael.
-Fue un placer. Y gracias por acompañarme.
-No te preocupes. Además, las cosas en esta ciudad son un poco raras.
-Sí, un asesino en serie no es nada ligero.
-¿Cómo sabes?
-Tengo familiares en la Fiscalía.
-Esos cabrones, nunca pueden guardar nada.
-¿Y tú cómo sabes?
-Yo estoy a cargo de ese caso.
-¡Sorprendente!
Nunca es bueno revelar a la primera nuestro cargo, por la fama y además nunca se sabe cómo la gente reaccionara o si buscará algo a cambio. La verdad no sé por qué se lo dije, tal vez fue la confianza o la atmósfera que se respiraba en ese momento.
Sin más, me fui de la librería y retomé mi trabajo. Debía de buscar conexiones o algo que mantuviera vivo este caso, de no ser así, el carpetazo nos esperaba y con ello los casos quedarían impunes.














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