Capítulo 11: Miss Jackson

25 1 0
                                    

Aún lo recuerdo. Fue el 25 de octubre cuando ocurrió. Yo me encontraba en una fiesta con mis amigos cuando a un bastardo se le ocurrió que deberíamos ir a otro lugar. Nos llevó a la zona de antros de la ciudad de México y entramos en uno de los prestigiosos. Ahí comenzamos a beber y bailar. Yo iba con un vestido escotado rojo y mis zapatillas. La fiesta pasó al siguiente nivel cuando sacaron marihuana y cocaína. Varios de mis amigos esnifaron y fumaron hasta desplomarse. Yo sólo veía como pasaban de una cara amargada a una de un psicópata.
Estaba a punto de irme cuando dos tipos me dijeron que fuera con ellos. Yo fui (era la primera vez que salía con amigos y mis padres nunca me contaron de los peligros que existían en los bares), tomé asiento y comencé a platicar con ellos. Eran tres, uno de ellos me pasó una copa y me obligó a beber hasta el fondo. Los otros dos comenzaron a reírse de mi inocencia. El ruido comenzó a variar y las luces a parpadear. Me encontraba en un estado psicodélico que me fue imposible caminar.
-No me siento bien- dije, las palabras apenas y pudieron salir.
-Tranquila, se te pasará.
-Quiero irme.
-Espera sólo un rato.
-¡José!- grite. La música hizo que mi voz no llegará muy lejos. - ¡María! ¡Ayuda!- dije casi susurrando.
-Desde ahora eres nuestra puta.- dijo alguien por detrás de mí.
No sé que tenía mi bebida, pero hizo que yo viera borroso y que apenas pudiera distinguir algunos ruidos. Dos tipos me subieron a su carro y el otro se fue adelante. En el transcurso me iban tocando y besando. Yo quería resistir, pero no podía. No tenía fuerzas. Gritaba, pero no salía ningún ruido de mi boca.
Me llevaron a una casa vacía -una casa en obra negra- y ahí hicieron de mi lo que pudieron. Cuando todos habían pasado por quinta vez perdí el conocimiento. Al despertar mire que en mi muñeca habían puesto un número 3 y en la muñeca izquierda los nombres de los tres tipos. Cada uno escrito con mi labial rojo. 
Me fui caminando a mi casa sin darme cuenta que ya habían pasado tres días desde la fiesta. Tome un baño y comencé a llorar. Aún me sentía sucia y me despreciaba. Mis padres acudieron a mis gritos y me obligaron a declarar los hechos. Sus nombres se habían desvanecido por el baño, pero la forma en que me tocaron no se iban.
-Soy una puta- le dije a mi padre en la cara- soy una puta.
-No lo eres, Isabel.
-Claro que lo soy. Tu lo sabes, papá.
-Hija.
Le cerré la puerta en la cara. Del otro lado se escuchaba como lloraba. A partir de ahí me cambié y le pedí que me llevará a la comisaría. 

Cuando entramos varios tipos voltearon a verme. Me sentía desnuda y sucia. Al llegar me dijeron que tenía que ir sola y así fue, dejé a mi padre y fui a rendir mi declaración.
Después de que el tipo me dijera eso, me fui sin darme cuenta que mi papá estaba ahí, salí corriendo en busca de un taxi. Me dejo en saber que calle y le pague. Me fui caminando en busca de un puente para aventarme pero algo me detuvo, fue la voz de mi papá que gritaba.
-Yo estoy aquí, hija.- dijo en mi oído.
-Lo sé.- me tendí a llorar de nuevo y sin darme cuenta que estaba sola.

Voy conduciendo por la carretera que lleva a cacahoatán. Se que por esos lugares hay varias casas abandonadas. Decido tomar un desvío para dejar el cuerpo. Faltan 2 horas para el amanecer así que debo de apresurarme. Cuando lo dejé tirado recuerdo el lugar en el que me tiraron esos malditos. Lo tiró sin piedad, el instinto me dice que nadie lo encontrará, así que incendió el lugar alrededor para que llamen a la policía. Me voy sin mirar atrás y sin ningún remordimiento.


















---------------------------------------------------
Si te gustó te agradecería que me apoyaras con una estrella, comenta y comparte. No olvides en seguirme para más contenido.

Dark BalletDonde viven las historias. Descúbrelo ahora