capitulo ocho: una advertencia

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—¿Es sobre los chicos? dime

—N- no, es otra cosa

Sara dejó de lado lo que estaba haciendo, y llamó a uno de los empleados para que devolvieran a Sexto a las caballerizas.

—Bueno, ¿qué sucede?

Sara se acercó a él sacudiendose las manos.

—Quiero hablar de nosotros

Sara rodó los ojos mientras soltaba un suspiro profundo, definitivamente Franco no había entendido nada.

—No existe un "Nosotros" del que debamos hablar

—Hasta hace muy poco tiempo existía. Sara, no quiero perderte.

—Me perdiste el dia que decidiste caminar fuera de nuestra vida

—Y- yo solo pensaba en lo mejor para ustedes, no queria que me vieran en esa situación, no quería que se avergonzaran de mi

—Sabes muy bien que no nos habríamos avergonzado, habríamos salido adelante como una familia, pero decidiste no confiar en mi.

—Era mejor que me odiaras, que sufrieras por mi. No habría soportado que me visitaras, que vieras en lo que la cárcel me había convertido, no quería que te vieras obligada a pisar ese lugar.

—¿Acaso crees que no sufrí con tu ausencia? tu partida me quebró completamente

—Si pudiera regresar el tiempo y hacer las cosas de otra manera, no dudes que lo haría, cometí el peor error, y jamás me lo voy a perdonar, pero te necesito, al igual que tu me necesitas a mi.

—Yo ya no te necesito -mintió-

—Sarita, por favor, no puedes haber pasado página tan rapid-

—¿Rapido? ¡Han pasado dos años, Franco!

—Ni dos millones de años bastarían para que yo me olvidase de ti

Sara quería matarlo.

Él sabía muy bien lo que sus palabras causaban en su interior.

Franco siempre había sido un romántico empedernido, un detallista de primera, especialista en hacer que su esposa se derritiera de amor ante sus palabras.

Estaba usando el poder que tenía sobre ella en su contra.

El corazón de Sara incrementó el ritmo de sus latidos al oírlo, no podía evitarlo. La mayor de las Elizondo sabía muy bien que olvidar a Franco Reyes sería algo imposible.

—No comiences con tus cursilerias, Franco Reyes

Franco se acercó a ella, por cada paso que él daba, Sara retrocedía de igual manera un paso, pero los pasos de Sarita siempre eran más cortos debido a su altura, por lo que no le tomó mucho tiempo a Franco quedar pegado a ella. La tomó por la cintura, y la pegó más a él.

Sara intentó zafarse de su agarre, pero al levantar la cabeza, se encontró con un par de ojos azules que la hipnotizaron.

—¿Por qué no? ¿Temes que tu corazón te traicione y te grite que me sigues amando de la misma manera en la que yo te amo a ti?

—Suéltame, Franco

—Tienes la fuerza suficiente como para soltarte, hazlo.

Sara efectivamente contaba con la suficiente fuerza para zafarse del agarre de Franco.

Pero no tenía la suficiente fuerza de voluntad para hacerlo.

Su cuerpo ya no le respondía, su cabeza enviaba la orden de alejarse, le gritaba a sus extremidades que se alejaran, pero estas simplemente no querían obedecer.

Happier {Sarita x Albin}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora