Capítulo 9 | No me ilusiones.

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"Bienvenido a casa" había dicho y era el principio de nosotros. Comenzaba a confiar en lo que demostraba Agus, no noté cuando comencé a llorar.

—No lo dije para hacerte sentir mal— se aproximó a mí.

—Lo sé, es que este es tu espacio, ¿Aster no se molestará?

—Aster no es mala, pero si fue amable contigo y pudo hacerte compañía mientras no estuve, podrá aceptar que vivamos aquí.

—¿Quieres hablar de lo de anoche?

—Sí. Quisiera saber en qué momento llegaste y te dormiste a mi lado.

—Yo hablaba del porqué estabas inconsciente, pero si quieres saberlo fue un rato después de que llegaras, Silas me trajo y ¿sabes? Me sentí mal en un momento, me dolía el pecho y no pude respirar, así que supuse que estaba relacionado con lo que tú viviste. Y cuando el dolor cesó un poco, yo me acosté a tu lado y me dormí. Tu turno.

—Tuve una especie de iniciación con la muerte. Vi como murió mi mamá y a quienes asesiné.

—Lo siento mucho, no lo dije para recordártelo.

—No te preocupes, Flech me advirtió... soy un nigromante ahora. Es lo que pedí y fue lo que me concedió.

—¿Qué es un nigromante? — quise saber.

—Básicamente, la muerte es mi perra y trabaja para mí o eso creo. Se supone que el brujo me va a enseñar más.

—¿No hay límite entre la muerte y tú? — intentaba con cada pregunta acercarme a la nueva realidad que me rodeaba.

—Lo único que sé es que hay niveles de nigromancia y que cada uno implica algo diferente.

—¿Es peligroso?

—No lo sé. Pero es lo que decidí. Será divertido.

—¿Lo será? — buscaba desesperadamente seguir hablando con él y que el valor de hablar de lo que me importaba llegará a mí.

—Seguro que sí. Ahora dime lo que realmente quieres decirme.

Agus podía ver a través de mí.

—Agus, sé que dije que no romperemos el lazo, pero...

—Un momento Valerian— me interrumpió sonriendo— vayamos con Nui y lo que tengas que decirme, dilo delante de ella. No considero que el celo llegue hoy.

—No lo creo, pero porque quieres ir con Nui.

—Hablaremos allá... vámonos— ordenó y claro yo obedecí. Salimos de su casa y el bosque estaba tan tranquilo como siempre.

Serendipia | ConociéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora