Capítulo 12 | El nuestro será mucho mejor I

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La música, las hadas, la tierra y el bosque creaban una armonía perfecta. Según lo que entendí, el rey y el príncipe habían estado al comienzo del día y las primeras horas. Todo estuvo tranquilo hasta que alguien decidió cruzar el límite y me besó.

Pude ver el enojo en los ojos de Agus, la confusión en la expresión de Silas y la sorpresa en Flech. Elex no se inmutó.

—Vete de inmediato hablaré contigo después. Cariño ven conmigo— ordenó Silas.

Seguí buscando a Agus con la mirada, pero él me la quito. Pude sentir en mi pecho su enojo.

—Silas debo hablar con Agus, no quiero que lo malinterprete... Esto no fue mi culpa.

—Cariño, el perro no malinterpretará nada. No lo hará, todos vimos lo que pasó. Ese imbécil te tomó y fue el quién tomó la iniciativa; fue tan sorpresivo para ti como para nosotros quédate tranquilo ¿Estabas disfrutando?

—Sí, es mucho más bonito de lo que me habías contado, los niños son increíbles y parece que nadie conoce la malicia aquí.

— Eso es porque tú crees que todos son como tú no te engañes.

—Silas, quiero contarte algo ahora que nos apartamos un poco y hay menos ruido.

—Si es un regaño por no esperar que terminarás de bañarte, no estoy dispuesto a escucharte.

—¿Qué? No, no es nada de eso, Agus me dijo que le gusto.

—¿Cuál fue tu respuesta? — Silas me miraba con tanta ilusión que parecía que se trataba de él.

—Le dije qué no me ilusionará ¿Hice mal?

— ¿Crees que es malo?

—No, solo sigo mis sentimientos... Digo esto es lo que quería, pero tengo miedo.

—No soy experto, pero si ambos se gustan entonces todo está bien, ¿no?

—Me preocupa que puedas salir lastimado, pero también me alegra toda la ilusión que te cargas ahora. Hace un tiempo me era difícil imaginar esto; pero qué bueno que puedas vivir un romance pasional y lujurioso.

—Con respecto a eso no sé cómo avanzar.

—Ese perro, ¿te pidió algo lascivo? Da la orden y será castrado.

—No. No es eso. Deja de ser tan drástico, es solo que pasará en algún momento, él dijo que olía delicioso.

—Ve despacio. Por mucho que me cueste decir esto, debo aceptar que Agustín no es alguien que pueda presionarte; ni el mismo sabe dónde está parado, pero si él ya siente tu aroma, entonces tu celo está cerca.

—Mira la luna, mañana o pasado será el día.

—Bueno, estarás en buenas manos ¿Volvemos? Aún quiero beber con los muchachos. Y por si no quedó claro estoy feliz por ti.

Serendipia | ConociéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora