Capítulo 18 | Paz.

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La herida en mi mano casi no dolía. Flech me había dicho que no era una herida común, por lo tanto, no demoraría en sanar, ya que era cuestión de tiempo que mi cuerpo se acostumbra al cambio y aceptara a mi mano como salida de energía.

Agus se comportaba cada vez más cálido conmigo.

—Hace mucho que no dibujo flores en el diario— anuncio.

—Aprovechemos el paseo a la playa.

—¿Estás seguro de dejar a Kala con Aster?

—Estuvo conmigo siempre, no puedo evitar ni prohibir que tenga nuevos amigos. Además, Aster es de confianza.

—Espero que no te haya hecho sentir incómodo.

—Todo lo contrario. Ella me hace sentir muy a gusto.

—Valerian... antes de ir a la playa, ¿me acompañarías al río?

—Sí, claro.

No imaginaba la carga emocional que se aproximaba.

Agus guardó en su bolso el diario que le había regalado, un lápiz y antes de salir entró al cuarto de Aster.

—¿Podrías hacerme un favor? — preguntó.

—Claro— contesté de inmediato.

—Busca en tu cuarto papel y escribe lo que te voy a dictar.

Me apresuré a sacar del cajón del velador una pluma, tinta y papel.

—¡Estoy listo! — anuncié.

Podía escucharlo buscando algo en el cuarto de su hermana.

—Escribe— indicó—

Tomé algunas cosas para Kelly.

Escribí lo que había dicho y dejé la nota en la cama de Aster cómo lo había pedido.

Cuando estuvo listo, Agus y yo caminamos rumbo al río.

—Primero hay que ir contra la corriente para conseguir las flores blancas.

—No sabes su nombre— aseguré.

—No, pero espero que tú sí. Podré dibujarlas.

—¿Eran sus favoritas?

—No, eran las que le puse en las manos para enterrarla.

—Disculpa, yo no quise ser entrometido— apresuré en disculparme.

—Descuida. No es un mal recuerdo, de hecho, cuando comienzan a florecer todo el río huele a ellas, es una forma menos dolorosa de recordarla.

—Ojalá nada de eso te hubiera ocurrido. No hubieras tenido que sacrificar tanto.

Serendipia | ConociéndonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora