Epílogo

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Debería de ser el día más feliz de su vida ya que estaba a nada de casarse con su destinado después de tres años de relación. Pero ahí estaba, arrodillado frente a la taza del inodoro regresando el almuerzo, culpa de los terribles nervios que sentía. Ha estado así desde hace unos días, y mientras más se acercaba la fecha de su boda, los síntomas empeoraban. Una nueva arcada le hizo vomitar. Juraría que esa era la cena.

En la habitación, sus amigos tenían caras serias. Cada sonido que hacía Akaza les daba asco a todos.

Hakuji tocó la puerta del baño anunciando que iba a entrar, le dio una botella con agua y no pudo evitar sentirse mal por la cara demacrada de su hermano.

—Pareces vómito.

—En este momento soy vómito.

El de cabello rosa enjuagó su boca antes de ponerse de pie y bajarle al escusado. Arrastró sus pies hasta la silla más cercana y se dejó caer en ella. Solo quería cinco minutos para reponerse, aprovechando que aún faltaban un par de horas para ir frente al altar. Sabía que Kyojuro se tardaría en cambiarse, y más si la otra parte de sus amistades estaban ayudándolo a verse hermoso con su traje de bodas.

—Viejo, te ves tan mal como Hakuji al principio del embarazo de Koyuki —mencionó Gyutaro.

Todos recordaron esa horrible temporada. Parecía que el embarazado era él y no su esposa. Entonces, como una epifanía, una idea se colocó en la cabeza de todos.

—¿El profesor estará embarazado? —preguntó Kaigaku.

Akaza soltó una risita cansada, negando con una mano frente a su rostro restándole importancia. Iba a contestar esa pregunta, pero el intenso pesar en su cuerpo y la saliva acumulándose en su boca le hicieron correr de nuevo al baño.

—Douma —Kokushibo miró al alfa de cabellos rubios, quien de inmediato comenzó a escribir en su celular.



En otra habitación, un entusiasmado grupo de omegas ayudaba a arreglar al rubio. Daki ajustaba el bonito velo, acomodando perfectamente cada florecita que adornaba los cabellos de fuego del novio.

Kyojuro giró frente al espejo, sintiéndose hermoso. Adoró verse en ese traje y esperaba que también fuese del agrado de su pronto esposo.

—¡Se ve precioso profesor!

Las mejillas del omega se pusieron rojas ante el cumplido. En sus manos el ramo tembló por lo fuerte que lo sostenía. Se sintió nervioso de repente. ¿Y si lo arruinaba? ¿y si Akaza se arrepentía y no aparecía? ¿y si la vida de casados arruinaba su relación? ¿y si...

—No se preocupe.

Koyuki tomó una de sus manos, sonriéndole con esa forma maternal que ha adquirido con el pasar de los meses. Kyojuro regresó la sonrisa a su cuñada, llevando las manos al abultado vientre de treinta y nueve semanas de gestación, sintiendo los movimientos del bebé. Esperaba tener los propios en un futuro.

—Ya vuelvo —anunció Enmu antes de salir, dejando al resto platicar de manera amena en lo que la hora del evento principal llegaba. Tenían material para relajarse y pasar el rato celebrando.

No era para menos. Después de que anunciaran su compromiso todos sus conocidos los felicitaron, entre esas personas se encontraba Hairo. El alfa, en compensación por todas sus faltas al omega se ofreció a pagar la boda.

Kyojuro no creyó que eso fuera posible, así que en broma le dijo que quería una bonita boda en el restaurante del parque Kasugai. Para su sorpresa Hairo cumplió, aunque le impactaba más que el parque tuviese un paquete de bodas. Tal vez fue por eso el premio de aquella ocasión en su primera cita con Akaza.

Idiotas en la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora