Esta no es una cita

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Hay algo que realmente ha estado atormentando a Kyojuro Rengoku últimamente. No tiene nada que ver con su peso o el hecho de que estén a días de regresar a clases. Lo que realmente preocupa a Kyojuro es...

—Me gustaría tener una cita.

Su voz sonó cansada, sus palabras salían torpes debido a que se encontraba comiendo un poco de kakigori. El calor mermaba un poco sus energías, por lo que estar frente al abanico era una agradable opción. La ropa ligera ayudaba, aun así, se encontraba sudando.

Estaba sentado en el suelo de su departamento, pues era más fresco que el sofá. Por fortuna podía recargarse en la mesita de centro. La televisión convencional no ofrecía nada bueno, pero al menos rompía el silencio.

Podía estar platicando con Akaza, pero el chico se había quedado dormido. En ese momento, su única compañía era la máquina para hacer el kakigori, la cual fingía tener forma de pingüino.

Una risita salió de sus labios, pues la respiración acompasada del alfa entreabría su boca, dejando a relucir la mancha rojiza de sirope sobre su lengua, culpa del kakigori que había comido antes de caer en su pequeña siesta.

—El museo de historia de la ciudad Kimetsu se enorgullece en presentar su sección temporal de "historias del Nilo", en la cual presentaremos diferentes artefactos de la cultura egipcia...

Aquel comercial llamó la atención de Kyojuro. Sus ojos brillaron ante la idea de poder estar frente a frente con objetos milenarios. No perdió el tiempo y empezó a anotar en su celular lo que le llamaba la atención. Varios comerciales le dieron información importante.

El movimiento a lado de él le avisó que Akaza comenzaba a despertarse. Un enorme bostezo y una estirada de cuerpo después, el de cabellos rosas se encontraba con las energías repuestas.

—Te ves más animado que cuando me quedé dormido.

—¡Por supuesto! Tengo tarea para ti.

—Pero estamos en vacaciones.

—Tómalo como un extra para tus clases de historia.

Akaza desfiguró su rostro en una mueca de fastidio, lo último que quería hacer en vacaciones era tarea, por eso se había esforzado para aprobar los exámenes, sin embargo, se trataba de Kyojuro, así que no podía negarse tan fácilmente.

—¿Qué quieres que haga?

Kyojuro no desperdiciaría su oportunidad.



Era demasiado temprano para Akaza, aunque el reloj marcara las nueve de la mañana. Había llegado un poco antes de la hora impuesta, por lo que llevaba quince minutos esperando. Valió la pena en cuanto vio a Kyojuro llegar, el rubio lo saludaba alzando la mano.

El aura brillante alrededor de su destinado le hizo sonreír. Por algún motivo Kyojuro se veía especialmente atractivo el día de hoy. Tal vez era la ropa o su enorme sonrisa, no sabía, el amor le afectaba las dos neuronas que tiene.

—¿Te hice esperar mucho?

—Solo un par de minutos, nada de qué preocuparse —obviamente Akaza mintió, lo último que quería era arruinar esa bonita expresión en el rubio.

Ambos entraron al museo, uno a lado del otro. Con el deseo de tomarse de las manos, pero no lo hacían por el temor de ser descubiertos.



Hakuji eliminaba de la lista los cubre bocas que le faltaban comprar. Repasó de nuevo la hoja, dándole el visto bueno al darse cuenta que habían terminado de comprar todo.

Idiotas en la escuelaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora