11. Enchanted

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Fuimos a la casa de Rick para hacernos de cenar, ahí había una cocina con mucha comida, nos preparamos unos fideos para los dos y nos sentamos en la parte de atrás de la casa, las vistas hacia el lago hacía que mi cena fuese mucho más agradable, desde que había salido al exterior disfrutaba de cada momento como si fuese el único. Empezó a hacer un poco de calor, la primavera era agradable aquí en Hawkins, pero de vez en cuando era más caluroso por las noches, miré el lago y después miré a Eddie.
-Esa mirada no me gusta, ¿qué se te pasa por la cabeza ahora? -me preguntó Eddie mientras dejaba el plato vacío en el suelo.
-¿Te apetece bañarte en el agua? Tiene buena pinta.
-Está helada, yo me quedo aquí, así te vigilo. -me encogí de hombros, si él no venía entonces iría sola. Empecé a quitarme la ropa y me quedé en ropa interior, me fui corriendo al agua y me mojé los pies, realmente el agua no estaba tan helada como decía él.
Me adentré poco a poco hasta que me cubrió por debajo del pecho, la única luz que me iluminaba era la de la luna, podía ver las estrellas desde aquí, todo parecía mágico.
-Eddie, he encontrado el cinturón de Orión, mira... -me di la vuelta para verle, pero no lo encontré, lo buscaba con la mirada pero no aparecía por ninguna parte. -¿Eddie? ¿Estás ahí?
No aparecía nadie, empecé a preocuparme porque no daba señales de vida, salí unos centímetros del agua para ir en su búsqueda, pero no hacía falta, se había escondido en el agua para darme un susto.
-¿Eres idiota? Casi me da algo. -le tiré agua y le di la espalda. -que sepas que esta no te la perdono, Edward Munson.
Él se empezó a reír y nadó hasta quedar cara a cara, volví a darme la vuelta y me hacía la ofendida, crucé mis brazos y elevé mi mentón. Eddie me cogió en brazos y me tiró al agua nuevamente, empezamos una pelea en el que, por supuesto, no gané.
-¡Tregua, tregua! Eres muy rápido para mí. -tomé un poco de aire, Eddie tenía una cara triunfante y se echó a reír. -No tiene gracia, ganas por ventaja. Eres más alto que yo y más fuerte, no es justo.
De repente, Eddie me hizo rodear mis brazos en su nuca y me levantó hasta quedar a la misma altura.
-¿Y ahora? -negué divertida y me escondí en su cuello. -Mira, más allá hay una piedra, ¿te apetece ir?
Accedí y él me soltó, nadamos hasta una piedra que sobresalía más de la cuenta, era plana y perfecta para sentarse, nos acomodamos los dos y nos tumbamos. Estábamos en un momento perfecto, no hacía falta hablar, con el sonido de los animales nocturnos y el viento meciendo los árboles nos bastaba, pero llevaba dándole vueltas al mismo tema, lo que quería hablar con Eddie desde que me preguntó aquello.
-Eddie, ¿puedo preguntarte algo? -me miró extrañado, aceptó y me escuchó atentamente. -¿qué es lo que siente una persona cuando le gusta alguien?
Se quedó unos instantes pensando y mirando el cielo hasta que habló.
-No sabría explicártelo, simplemente lo sabes, sientes que te gusta.
-Es que, quería hablarte desde aquel día en que me preguntaste eso, pero digamos que no tuve la oportunidad.
-Descuida, escuché el portazo que distes, creo que lo escuchó todo el barrio. -me tapé la cara de la vergüenza, pensé que no se había dado cuenta ese día. -No hace falta hablarlo, sé que a lo mejor no estás lista, sobre todo por lo que me has hablado antes, ahí metida en ese laboratorio.
-Quería hablar contigo porque estos sentimientos que tengo hacia ti son nuevos, nunca había sentido eso por alguien más, lo único parecido que he podido experimentar es cuando veo una película y veo cómo los protagonistas se enamoran y se besan apasionadamente, pero nunca lo había sentido, hasta ahora. -mire a Eddie, él tenía la cabeza agachada. -perdón, debo parecer patética contando todo esto.
-No no, no eres patética, es que, me has dejado sin palabras. Ese día que te pregunté y no sabías cómo contestar a mi pregunta, nunca pensé que era porque no sabías lo que significaba, siento haberme comportado como un tonto.
-Edward, no sabías nada de esto, no te culpes. -puse mi mano en su pierna, él me la agarró y depositó un pequeño beso en ella. -Siento que contigo aprendo cada día, y me gustaría seguir aprendiendo contigo. Max y tú os habéis convertido en dos personas muy importantes en mi vida y que os considero mis amigos y os adoro, pero sé qué tipo de amor le tengo a Max, y en cambio, mi amor por ti es distinto, me gusta estar contigo, verte triunfar y ver Hawaii Five-0 los viernes mientras comemos palomitas saladas. -a esto último, Eddie soltó una carcajada tímida.
-Desde el primer día que te vi, con ese chándal horrible abriendo esa caravana que quedaba a unos pasos de la mía y con ese pelo tan corto, sentí que debía de conocerte, me dio esa sensación de que ibas a ser importante para mí, y, míranos, aquí estamos encima de una roca hablando de esto. -soltó una risa que me contagió a mí también.
-Deberíamos irnos, se nos está haciendo tarde. -dije mientras me ponía de pie y alzaba mi mano en dirección hacia él para ayudarle a incorporarse.
Nadamos en dirección hasta la casa de Rick, no quedaba muy lejos de donde estábamos. Recogimos la ropa y entramos a la casa, estábamos empapados, así que nos fuimos al baño a coger un par de toallas, Eddie tenía el pelo empapado, me puse de puntillas y le sequé suavemente su pelo, al tener los brazos en alto, Eddie me abrazó y me tiró hacia él, solté una risa y dejé de secarle, me zafé de su agarre y empecé a correr, él me perseguía por toda la casa, caimos algunas cosas pero no nos importaba. Subí al segundo piso y me escondí detrás de la puerta de lo que era la habitación de Rick, esperé a que subiese y entrase para pegarle un susto, sentí un golpe y un quejido de él y salí rápidamente de mí escondite, había hecho eso para salir y atraparme de nuevo. Me elevó por los aires y dimos vueltas hasta marearnos y caer en la cama, nos empezamos a reír de la situación, nos incorporamos los dos y me levanté de la cama para ponerme algo de ropa, a lo que él me cogió del brazo y me tiró hacia él, aterricé con las rodillas cerca de sus caderas y frené poniendo mis manos en su torso, nuestros rostros quedaban a centímetros, soltamos una risa nasal y nos quedamos unos segundos así.
-Estoy encantado de conocerte, por favor, no te enamores de nadie más. -y acto seguido, los centímetros se convirtieron en milímetros, me besó, era un beso dulce, podía estar así toda la vida.
Nos separamos por falta de aire, Eddie era mi primer beso y mi primer amor, y no podía estar más feliz.

Enchanted - Eddie Munson y TNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora