20. Dos Hawkins

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Me arrastraron hacia el portal, pude coger aire al no haber agua en el otro lado, todo estaba totalmente oscuro y había tormenta pero cada vez que sonaba un relámpago el cielo se volvía rojo, el mismo color que cuando estuve en la visión de Max. Me levanté torpemente, me sentía dolorida por el golpe que me habían dado contra el suelo, intenté caminar unos pasos más pero unos ruidos a mi espalda me lo impidieron, miré fijamente al lugar donde provenía el sonido pero no había nada, volví a mirar pero esta vez intenté enfocar mas la mirada al cielo, viendo de repente una mancha negra que volaba hacia mí, una especie de murciélago, no tenía muy buena pinta así que empecé a correr, no tenía rumbo fijo pero era mejor que quedarse parada ahí en medio. Los tentáculos en el suelo me impedían correr con normalidad, haciendo que mi escapada fuese más lenta, rodeándome así aquellas criaturas. Parecían buitres esperando a comer su carnada, y esa, era yo. Di vueltas viendo cuantos murciélagos tenía a mi alrededor, no eran tantos por lo que podía matarlos con tan solo un chasquido de dedos, quise hacer un esfuerzo y reventarlos a todos, pero solo conseguí un pinchazo fuerte en mi cabeza, haciendo que mi nariz sangrase y se me nublase la vista, intenté forzarlo pero parecía ser que el golpe que me dieron me hacía más débil. Al no poder usar mis poderes tuve que coger un palo que había cerca para así poder defenderme de aquellas aberraciones voladoras, las peleas de almohadas que tenía con Max cuando se quedaba en mi casa me habían ayudado a coger más soltura a la hora de apuñalarles, pero uno de ellos me agarró del cuello haciendo que soltase el arma de golpe para poder deshacerme del agarre de mi cuello. Sentía que perdía poco a poco la respiración, mientras tanto pude sentir pequeños pinchazos en mis brazos, me estaban mordiendo. Con el poco aire que me quedaba en mis pulmones, solté un chillido, como si alguien pudiese escucharme en aquel lugar. Poco a poco sentía que me dormía, entre el esfuerzo que hice para poder matarles y el golpe que me habían dado, ya no tenía más fuerzas para seguir despierta, ya ni los mordiscos me dolían ni el que me tirasen del cuello, cada vez mi cuerpo se me hacía más pesado.
-¡Hijo de puta! -oí gritar a alguien, me hizo abrir un poco más los ojos, pero no podía ver quien era.
Le dio un golpe a uno de los murciélagos que tenía en mi brazo, haciendo que volase por el choque, pude sentir como volvía a respirar de nuevo y ya ningún bicho me mordía. Intenté incorporarme lentamente, todavía necesitaba recuperar el aliento que me habían quitado. Levanté la mirada y ahí estaban, mis chicos reventando murciélagos.
-¡Písalo Robin, rápido!
-¡Mátalo!
Pude ver como apuñalaban a uno de ellos, cogí el mismo palo que había tirado y le di a otro que volaba por el aire. Pude ver a Eddie como le daba un golpe de remo a otro, era raro pero me resultaba atractivo el hecho de verle cómo se defendía con aquella pala. Entre los cinco pudimos contra todos ellos, siendo el último azotado por Steve con brutalidad. Miré a Eddie que me buscaba con la mirada, vino hacia mí corriendo y me abrazó, aunque fuese un momento bonito, mi cuerpo estaba dolorido y su abrazo hiciese que me doliese más.
-_____, Dios mío ______. ¿Estás bien? -preguntó Nancy preocupada mientras me examinaba los brazos.
-Quitando que ahora tengo menos carne en mis brazos y un dolor de espalda terrible, estoy bien.
-_____, ni se te ocurra acercarte otra vez a una de esas mierdas. Nunca más. -Eddie me habló con inquietud en su voz, pude ver como sus ojos cada vez estaban más brillantes, podía ver cómo sus lágrimas estaban apunto de aparecer. Asentí y él me besó con fuerza. -Pensé que te perdía, por favor no lo hagas más.
-Eh, chicos, perdón por interrumpiros pero, ¿estos murciélagos tendrán rabia? -habló Robin mientras iluminaba una zona del suelo. -Es que la rabia es mi mayor miedo y deberíamos de llevarte al médico pronto, porque cuando aparecen los síntomas, ya estás muerta.
-¿Enserio Robin? ¿Eso es lo que te preocupa actualmente? -dije mientras arqueaba una ceja y la fulminaba con la mirada.
Oímos a lo lejos como venían más de esos bichos, Robin se levantó y nos juntamos en grupo para crear un escudo humano, solo venían unos cuantos, por lo que eran los suficientes para derrotarlos, pero empezaron a venir en masa, Robin me agarró del hombro asustada y pude ver como Steve daba marcha atrás. Intenté usar mis poderes otra vez para matar a uno de ellos, pude hacerlo pero nada más matarlo, empezó a salir sangre de mi nariz haciendo que me marease y me pitasen los oídos.
-Hey hey hey, _____, ¿estás bien? -Eddie me agarró con firmeza pensando que me iba a caer y me apoye en sus hombros intentando no tambalearme, nunca me había pasado esto, pero seguramente sea por lo cansada que estaba.
-Sí, tranquilo, estoy bien, solo que estoy demasiado exhausta para usar mis poderes ahora.
Miramos el cielo y vimos cómo seguían viniendo, verdaderamente no podíamos enfrentarnos a tal cantidad, pero Nancy nos obligó a irnos por un atajo que ella había encontrado.
-El bosque. ¡Vamos! -seguimos a Nancy por el bosque intentado correr lo más deprisa que podíamos, pude ver como Robin corría de una forma bastante rara, por lo que me reí mientras intentaba escapar de los murciélagos. Nos escondimos debajo de una roca esperando a que la bandada de murciélagos siguiesen su camino y no nos encontrase. Estuvimos por unos largos minutos ahí escondidos hasta que no escuchamos nada, pudiendo así salir de nuestro escondite.
-Eso estuvo cerca. -habló Robin asustada. Me levanté a duras penas y empecé a marearme otra vez, Eddie y Nancy vinieron hacia mí preocupados por mi aspecto.
-¿_____? Dios, ¿estás bien? -habló Nancy mientras me tocaba la cara.
-Claro que no lo está, está perdiendo sangre. -dijo Eddie respondiéndole la pregunta a Nance. Me obligó a sentarme y me examinó los brazos, mis heridas estaban abiertas y supuraba sangre de ellas, en otros casos podría curarme a mí misma, pero no estaba en buenas condiciones. Eddie sacó la bandana que adornaba su pantalón y tapó una de ellas, mientras que Nancy rompía parte de su camiseta para vendarme la otra.
-Bueno, la buena noticia es que el mareo no es un síntoma de la rabia. -informó Robin mientras se sentaba en frente mía. -Pero si empiezas a tener alucinaciones, espasmos o te sientes agresiva, como si quisieras golpearme, avísame.
-¿Robin? -hablé captando su atención. -Quiero golpearte ahora mismo.
-Bien, el sentido del humor sigue intacto.
Me ayudaron a levantarme y seguimos caminando, Eddie miraba curioso el paisaje viendo cada detalle de la misma, girándose hacia sus compañeros con cara de circunstancia.
-Así que, ¿este es el lugar que es como Hawkins pero con monstruos y cosas desagradables? -los demás asintieron y Eddie siguió mirando el panorama.
-Cuidado con las enredaderas, es una mente colmena. -espetó Nancy parando a Eddie su caminata.
-¿Una que? -preguntó él.
-Todo lo que se mueve por aquí, es todo uno o algo así. -explicó a duras penas Steve.
-Pisas una enredadera, pisas un murciélago, pisas a Vecna. -intenté explicarlo de una manera más fácil de entender, a lo que me agradecieron Robin y Eddie a la vez. Seguimos avanzando intentando no pisar aquellas enredaderas pero Robin paró en seco haciendo que paremos nosotros también.
-Entonces, este Hawkins es el mismo que conocemos, pero mucho más tenebroso y sin personas, ¿no? -Nancy asintió a su pregunta. -En teoría, podríamos ir a la estación de policía y robar armas, granadas, lo que necesitemos para matarle y salir de aquí, ¿no?
-Rob, dudo que la policía de Hawkins tenga granadas. -informó Steve, haciendo que Nancy se le iluminasen los ojos.
-No hace falta ir hasta allí a por armas, tengo armas en mi cuarto.
-Tú, Nancy Wheeler, ¿tienes armas, en plural, en tu habitación? -preguntó Eddie mientras se acercaba lentamente hacia nosotros.
-Solo una Makarov rusa y una revólver.
-Sí, casi me disparas con una. -habló Steve mientras se acercaba por detrás de Nancy haciendo que ella volteara a verlo.
-Casi te lo mereces.
Aquel momento romántico entre ellos dos fue afectado por un terremoto que sacudió todo Hawkins, ellos dos se agarraron y Robin nos agarró a los dos, intentamos no caer en ninguna enredadera y nos aferramos a unas rocas que había cerca, nos miramos asustados esperando a que pasase el temblor, escuchando también más murciélagos volando.
-Creo que lo de las armas es muy buena idea. -dijo Eddie.
Nos levantamos todos y seguimos a Steve, era el que llevaba la linterna y el que se sabía el camino a casa de Nancy. Empezamos a andar intentando no tocar ninguna enredadera, de vez en cuando nos escondíamos cuando escuchábamos un mínimo ruido de aquellos murciélagos.
-¿No podríamos ir por una calle o algo un poco menos espeluznante? -interpelaba Robin mientras seguíamos andando.
-Ya casi llegamos, tranquila. -calmó Nancy mientras buscaba por todas partes la entrada de su casa. Eran un dúo perfecto, una persona nerviosa y otra intentando calmar a la nerviosa, también me recordaban un poco a Batman y Robin.
Miré hacia atrás y pude ver como Eddie y Steve hablaban entre ellos, Eddie siempre pensó que Steve no podía ser amable con alguien por ser una persona popular y rica, sus estereotipos le habían nublado la capacidad de ver a la gente que no era como él de forma distinta, pero parece ser que ahora se llevan muy bien y eso me hacía feliz, veía como Eddie cambiaba su forma de ser, ya no era el mismo de antes cuando lo conocí, pero eso no era malo, al contrario, veía como crecía mentalmente y se convertía en una persona mejor, y eso me ponía más feliz al darme cuenta de que vivía su crecimiento con él, aunque no fuese el mejor momento.
-Parece que te gusta bastante Munson, lo puedo ver en tus ojos. -dijo Nancy mientras me miraba con una sonrisa. -Lo sé porque yo también lo he sentido y se te nota en la mirada lo mucho que lo quieres.
-Pero ¿es algo oficial? Todavía no me ha quedado claro. -habló Robin confusa.
-Hace unos días me llamó "mi chica" así que supongo que sí, aunque soy nueva en este ámbito.
-¿Es tu primer novio? Oh por Dios que monos. -miré a Robin mientras ella se ponía las manos en su cara llena de ilusión. Negué con la cabeza de una forma divertida y seguimos andando.
-Steve también fue el primero, pero eso no significa que acabéis como yo, pero el primero siempre es el más bonito. -añadió Nancy a la conversación.
De pronto el suelo empezó a moverse otra vez, involuntariamente pegué mis rodillas al suelo y me apoyé con ayuda de mis manos intentando no caerme ni tocar nada.
-Mi segunda cosa menos favorita: los terremotos. -gritó asustada Rob. -Ya soy inestable de por si.
Nancy empezó a correr y la llamamos a gritos, pero nada hacía detenerla, cuando el terremoto cedió fuimos tras ella, nos miró a los cuatro y nos hizo una seña para que la siguiésemos. Seguimos caminando siguiéndola hasta encontrarnos en su casa, todo estaba oscuro y lleno de esas ramificaciones, nos llevó a su cuarto para poder buscar las armas, agarré a Eddie que iba por detrás de los demás y seguimos los dos al mismo ritmo, parándonos en mitad de la escalera al poder escuchar a Dustin hablar.
-Eso que estoy escuchando, ¿es a Dustin del otro lado? -pregunté a Eddie como si él supiese algo de esto. Nos miramos los dos y volvimos a escuchar otra vez a Dustin, no sabíamos cómo contactar con él, no sabíamos si él nos escucharía o no.
-¡DUSTIN! ¡DUSTIN SOY ______! ¡DUSTIIN!
Los demás vinieron a nuestra búsqueda, obviamente no obteníamos respuestas de él, pero por intentarlo no pasaba nada.
-_____, ¿qué estás haciendo?
-Está aquí, Nancy, puedo oír a Dustin hablar. En las paredes o algo así, no lo sé, solo escuchen. -Eddie me apoyó para que los demás supiesen que no eran imaginaciones mías. Los demás me siguieron y empezamos a llamar los cinco al chico, pero seguíamos sin tener respuesta.
-Esperad, Will se comunicaba con Joyce a través de las luces. -Nancy empezó a darle a varios interruptores aleatoriamente para poder comunicarnos con él, de repente, unas luces brillantes salían por la lámpara del salón. Nos dirigimos lentamente hacia ellas, soltaban pequeños destellos e iluminaba gran parte de la casa, Nancy fue hacia él y tocó con la yema de sus dedos aquellos destellos, la imitamos y nos pusimos uno en cada lucecita, se sentía como un cosquilleo en las manos, era un tacto agradable.
-¿Alguien conoce el código Morse? -dijo Nancy mirándonos.
-No, ¿pero sirve SOS? -Nancy asintió y dejamos espacio a Eddie. Él hizo unos movimientos con las manos para que pudiese mandar el mensaje. Pudimos escuchar a Dustin traducir el mensaje, justo lo que planeamos.
-Dirigíos al cuarto de Nancy, ahora. -habló Dustin desde el otro lado. Salimos corriendo dirección a su habitación, nos sentamos en el suelo al lado de su cama esperando sus instrucciones. Esperamos unos instantes hasta que lo escuchamos nuevamente.
-Vale, ¿podéis verlo? -gritó. Pudimos ver las mismas partículas que vimos antes en la lámpara, pero esta vez estaban sobre la cama de Nancy. Ella los tocó como hizo antes y empezaron a celebrar desde el otro lado. -No lo moveremos, lo desconectaremos. Esperad. -esperamos unos instantes a que nos diesen una respuesta. -Vale, intentadlo ahora.
Nancy escribió la palabra "hola", haciendo que Dustin celebrase y nos respondiese con un "hola" también.
-¡Ha funcionado! -nos gritó. Empezamos a celebrar otra vez y Eddie le gritó un hola a las pequeñas luces flotantes. Nancy siguió escribiendo letra por letra, creando la palabra "estancados". Pudimos escuchar la voz de Lucas a su lado traduciendo todo lo que decíamos.
-¿No podéis volver por el "portalago"?
-¿Qué es un portalago? -preguntó Steve mirando a los demás.
-Es un portal que está en el lago. -respondió Robin. Nancy siguió escribiendo, añadió la palabra "guardias" esta vez.
-Tenemos una teoría que puede ayudar con eso. -nos respondió Dustin eufórico. -El portalago no es el único portal, hay uno donde murió cada persona.
-¿Alguien entiende lo que está diciendo? -negamos con la cabeza y Nancy volvió a escribir, pero esta vez un signo de interrogación.
-Bien, ¿en serio? ¿Cuántas veces debo tener razón para que confíen en mí? -lo oímos gritar y maldecir.
-Por Dios, este chico debe controlar su ego. -dijo Steve.
-Es el tono que usa. -defendió Eddie mientras miraba a Steve seriamente.
-Ok, ¿qué tan lejos está tu tráiler? -preguntó Nance a Eddie, respondiéndole éste sin dudar.
-Once kilómetros. -nos miramos todos pensando en algún plan, pero Robin recordó que había visto unas bicis en la entrada de su casa, por lo que Nancy les comunicó a Dustin y a Lucas que se encontrarían en la caravana de Eddie. Salimos de allí y cogimos las bicis que estaban en la entrada de su casa, conduciendo lo más rápido posible a la caravana de Eddie. Él y yo guiábamos al resto hasta Forest Hill, yo llevaba la linterna por lo que me adelanté un poco más. Llegamos aproximadamente en una media hora más o menos, estábamos exhaustos de tanto pedalear y yo estaba agotada por las mordeduras y el ejercicio, todo en un mismo día.
-Debe ser un récord de kilómetros recorridos interdimensionalmente. -soltó Robin, ella siempre tiene momentos icónicos en momentos inoportunos. Tiramos las bicis en la entrada de la casa y entramos, encontrándonos un portal en todo el techo de la caravana.
-Aquí es exactamente donde murió Chrissy. -dijo Eddie con un temblor en su voz que podía percatarlo a kilómetros. Seguimos mirando fijamente el portal, tenía la misma membrana que el "portalago", fui a romperlo pero Eddie me detuvo, recordando que le juré no tocar más portales. Steve caminó hacia él pero antes de que hiciese nada, ya lo estaban abriendo por el otro lado, pegándonos un susto de muerte.
Nos acercamos lentamente al portal ya abierto, encontrándonos a Dustin, Max, Lucas y la que parece ser su hermana dados la vuelta, saludándonos.
-Dios, esto es una puñetera locura. -solté. -Vale, muy bien, .¿y cómo se supone que vamos a llegar hasta ahí?
-Esperad un momento, tengo una teoría. -Dustin salió corriendo en dirección al cuarto de Eddie, Lucas y Max trajeron el colchón de su cama y lo tiraron al suelo, haciendo que mirase a Eddie con mis cejas levantadas.
-Eddie, cariño, he dormido ahí contigo. -Robin y yo miramos con cara de asco aquel colchón, en algún momento le regalaré uno nuevo.
-Esas manchas son... -nos miró a ambas sin saber qué decir. -No sé de que son esas manchas.
-Mas te vale cambiar de colchón cuando esto acabe, Munson. -dije mientras le apuntaba con el dedo índice.
Dustin regresó con varias sábanas entrelazadas entre sí para que nosotros pudiésemos trepar por ellas.
-No sé cómo va la física, pero aquí vamos. -dijo mientras tiraba hacia arriba las sabanas -Y si mi teoría es correcta...
Soltó las sabanas y éstas se quedaron inmóviles.
-Vale, tirad desde ahí a ver si puede aguantar. -le hicimos caso y Robin fue la primera en probarlo, quedando nuestra escalera artesanal totalmente quieta, así que ella fue la primera en subir, cayendo nada más pasar su cabeza por el portal aterrizando en el colchón mugriento de Eddie. Ayudé a Nancy y a Steve pasar, ayudando a mi amiga a coger las sabanas más fácilmente, solo quedábamos Eddie y yo, dándome paso a mí primero.
-Nos vemos en el otro lado. -dije de broma, haciendo que soltase una pequeña carcajada. Empecé a subir, a medida que mi cuerpo se asomaba por el otro lado sentía que empezaba a pesar, dejándome caer en lo que era el colchón, pero esta vez mi cuerpo empezó a caer y a caer, cayendo otra vez en el suelo, estaba de nuevo en el otro lado de Hawkins. Me levanté dolorida de ahí y pude ver que mi alrededor no era Hawkins, era el laboratorio donde hace tres años estaba internada, pero esta vez era más tétrico y oscuro. Empecé a llamar a gritos a los demás, pero nadie respondía. Caminé por los pasillos de lo que había sido mi infierno durante más de 10 años, viendo los cuerpos que había asesinado cuando me escapé.
-Estoy tan orgulloso de ti, Siete... -esa voz, podía reconocer esa voz en cualquier lugar. -hiciste lo correcto, nadie debería de controlarnos, somos libres y siempre lo hemos sido.
-¡Aléjate de mí! ¡Fuera! -me arrodillé y agarré con brusquedad mi pelo, intentando ver en mi cabeza un recuerdo bonito al que escaparme.
-No podrás irte tan fácilmente, Siete. -Vecna me transportó a uno de sus recuerdos, teletransportándome a la casa de los Creel. -Sé lo que se siente ser diferente, estar solo en este mundo. -salí corriendo de allí, pero las puertas y los ventanales estaban tapiados con madera, de repente escuché cuatro campanadas del mismo reloj que escuchaba Max, estaba tan agotada que no podía usar mis poderes, sentí que hoy podía ser la próxima víctima de Vecna. Me di la vuelta al escuchar la puerta abrirse, era un señor con su mujer y sus dos hijos entrando a la casa, veía como la pequeña corría escaleras arriba, parecía una familia normal y feliz. -Yo era como tú, no encajaba con los demás niños, algo andaba mal en mí. Mis padres creyeron que un cambio de aires, un nuevo comienzo en Hawkins podría curarme. -seguí al crío por toda la casa, haciendo su parada en el suelo del baño de la planta baja, sentándose en frente de una rendija, la abrió y cogió a una cría de una araña, una viuda negra. Seguí caminando y siguiéndolo por la casa, había ido al desván, donde encontramos en aquella casa el escondite de Vecna, el chico se sentó en una mesa llena de botes y velas, parecía digno de un ritual.
-Dónde otros veían orden, yo veía una camisa de fuerza. Un mundo cruel y opresivo, dictado por reglas inventadas. -el niño se quedó parado en frente de un reloj de péndulo, el mismo que vimos Max y yo aquel día, cada vez las piezas del puzzle empezaban a encajar. Vi como él movía las agujas del reloj a su merced, él tenía poderes, el hijo de Víctor Creel tenía poderes. Me di la vuelta para escapar de ahí, pero me encontré en el patio de la casa, veía como Henry mataba a un indefenso conejo, explotándole los sesos. Salí corriendo entrando de nuevo a la casa, intentándome quitar ese mal recuerdo de mi cabeza.
-Mis padres pensaron que les habían maldecido con un demonio en su casa, pero mi madre lo sabía. Sabía que era yo el culpable. Y por eso, me detestaba. -Vecna seguía contándome todo lo que ocurría a mi alrededor, quedándome cada vez más anonadada por lo ocurrido. -Llamaron a doctores, especialistas, querían encerrarme, que me arreglaran, aunque yo no era el que estaba dañado. Eran ellos... -vi con mis propios ojos como Henry asesinaba a cada uno de los miembros de la familia, como nos había explicado Nancy. Ahora todo cobraba sentido.
-Cuando papá se dio cuenta de que no podía controlarme, trató de recrearme. Comenzó un programa y pronto, nacieron otros, otros como yo, como tú, como once... y fue ella la que me hizo esto.

Enchanted - Eddie Munson y TNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora