21. La canción

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Seguía atrapada en aquella visión, por mucho que quisiese no podía escapar, algo me decía que Vecna tenía que enseñarme algo, tenía que enviarme algún mensaje. En un parpadeo volví a la sala de tatuajes del laboratorio donde te marcaban como un cerdo para el matadero, allí te quitaban la poca libertad que te quedaba reduciéndote a un número, ya no era una persona sino un objeto para ellos. Observé cómo papá tatuaba a Henry, 001, ahí empezó todo.
-No estuvo tan mal, ¿no? ¿Ves? No hay nada que temer. -habló papá mientras limpiaba el tatuaje de Henry. Brenner levantó la mirada encontrándose con la mía haciendo que me estremeciese y quedándome paralizada. -¿No es así, 007?
Sus ojos están blancos, su voz había cambiado, esto era producto de la visión de Vecna. No dudé en salir corriendo de allí, abrí la puerta tan fuerte que casi caigo al suelo, me encontraba en el pasillo del laboratorio pero esta vez los cuerpos ensangrentados no eran de los guardias, sino de mis compañeros. Habían rastros de sangre en la pared, bombillas rotas, y algún que otro guardia tirado en el suelo, empecé a correr escapando de aquel sitio, pero solo podía correr en círculos, todas las salidas que me encontraba estaban tapiadas con madera, intenté quitarlas con todas mis fuerzas pero estaban muy bien pegadas.
-007... -su voz, otra vez no. -¿Qué haces aquí? No es hora de que te vayas. Ahora que viste donde estuve me gustaría mucho mostrarte a dónde voy.
Conseguí quitar la mayoría de palés de madera de la puerta pudiendo escapar de él, pero había vuelto al laboratorio, volví otra vez a la sala de tatuajes encontrándome a papá esperándome. Paré en seco nada más verle, sus ojos y su voz seguían exactamente igual que cuando lo encontré y esta vez el asiento donde ocupaba Henry estaba vacío.
-Siéntate, 007. -las luces empezaron a parpadear y se fundieron quedándome completamente a oscuras, no podía ver qué me hacían ni dónde estaba papá.
Volvieron a encenderse, encontrándome atada en la silla, pero esta vez no eran enganches normales, sino las enredaderas que habíamos visto en el otro lado. Estaba atada de pies y manos, intenté zafarme de su agarre pero era imposible. De repente empecé a escuchar "Time after time" a lo lejos, estaban haciendo el mismo método de Max conmigo, se abrió una especie de portal en la pared donde podía verme en tercera persona, cómo mi yo del otro lado estaba con los ojos en blanco totalmente quieta, mientras que Eddie me zarandeaba para poder despertarme, podía ver la desesperación en sus ojos. Al lado del portal se presentó Vecna, mirándome fijamente mientras daba pequeños pasos hacia a mí.
-Quiero que le cuentes a Once. Quiero que le cuentes todo lo que ves. -después de sus últimas palabras, sus garras se acomodaron en mi cara, dándome varias visiones sobre el futuro de Hawkins, como el pueblo se rompía en cuatro partes, como Hawkins ardía en llamas, como Eddie y mis amigos más queridos estaban muertos...
Empecé a gritar cada vez más fuerte, haciendo que mi nariz sangrase y perdiese el conocimiento, abriendo los ojos y encontrándome en la vida real.
-_____, está bien, está bien. Tranquila estoy aquí. -pude leer los labios de Eddie, no podía escuchar nada gracias a la música del walkman, él me agarró y cogió mi cabeza delicadamente dejándome pequeños besos en mi rostro. Quitó con cuidado mis auriculares acomodándolos en mi cuello, me ayudó a levantarme y me recargó para poder llegar a la cuerda y salir de aquí de una vez.
-_____, joder ¿qué coño ha pasado? -Dustin me tendió la mano para levantarme, pero me quedé sentada en el colchón, todavía estaba intentando recuperarme de las mordidas de los murciélagos y de aquellas visiones de Vecna. Me eché a un lado para que Eddie pudiese pasar, estando todos sanos y salvos en el actual Hawkins.
-No podemos quedarnos aquí, mi casa está aquí al lado, allí no nos encontrarán. -dije mientras intentaba levantarme del colchón, pero mis piernas me temblaban y todavía seguía hiperventilando. Eddie me ayudó a levantarme y salimos de su casa, fuimos a hurtadillas hasta la mía, aunque era de madrugada y no había nadie fuera de sus casas. Eddie me dejó en mi porche y con mis dones pude abrir la puerta aunque me costó horrores hacerlo, entramos a mi pequeña caravana a hurtadillas, como si alguien nos fuese a encontrar. Nancy y Steve buscaron en un botiquín que tenía guardado en la cocina algo con lo que curarme las heridas que seguía teniendo en los brazos, Eddie me colocó en el sofá y buscó un poco de agua de la nevera, los demás cerraron puertas y ventanas para que nadie más nos pudiese ver allí dentro. Todo era un caos, se movían de un lado a otro, Max rebobinaba su casete y el mío, Lucas y Dustin corrían de un lado a otro cerrando las persianas, Nancy y Steve me curaban mientras que Eddie me daba de beber y Robin solo hacía dar vueltas sobre la habitación muy nerviosa y la hermana de Lucas intentaba tranquilizarla, aunque sus formas la hacían ponerse más nerviosa.
-¡Callaos! -Nancy saltó de repente haciendo que esas dos dejasen de discutir y de caminar de un lado a otro, Steve, Eddie y yo nos quedamos mirándola atónitos, la bronca no era hacia nosotros pero actuamos como si lo fuese, sin duda, nunca te metas con Nancy Wheeler. -Erica, trae a los demás aquí y Robin, siéntate de una vez y quédate tranquila, nadie va a morir hoy.
Erica fue a buscar a su hermano y Robin salió al porche en busca de la silla que tenía para sentarme en mis ratos libres, bueno, cuando los tenía. Ella acomodó el salón como pudo y los demás vinieron todos juntos esperando alguna señal que les hiciese Nance.
-Ahora mismo ella necesita descansar, Max y _____ tienen que estar vigiladas las 24 horas, Lucas, encárgate de Max y de que su casete no se acabe y Munson, tú encárgate de ______ y de su casete también, iremos haciendo relevo cada dos horas, Dustin eres el siguiente de Lucas y Steve, el de _____, ¿estamos de acuerdo? -todos asentimos a los mandamientos de Nancy, aunque era complicado decirle que no a esa mujer. Prepararon entre todos mi cama y el sofá para que Max y yo pudiésemos dormir, cogieron algunas mantas y Steve preparó algo de comer aunque yo sólo tenía algunas latas de conservas. Comimos todos juntos sin decir ni una palabra, estaba todo completamente silencioso y solo escuchábamos algunos grillos de la zona y algún que otro sonido de un coche. Me levanté, dejé las cosas en la cocina y me fui a mi cuarto acompañado de Eddie, él me preparó mi casete y mis auriculares y busco unas pilas por mi cuarto por si se les acababan la batería.
-Ha sido bonito que te acordases de mi canción favorita en un momento así. Gracias a ti estoy aquí contigo. -dije después de un largo silencio entre los dos, Eddie dejó de buscar las pilas y me miró, me regaló una media sonrisa y siguió buscando.
-¿Cómo iba a olvidarme de tu canción favorita? -cogió una caja de pilas que había encontrado en la cómoda y se dirigió nuevamente a mi casete que se encontraba al lado mía. -Gracias a Cindy Lauper, es la mía también.
Colocó el casete en el walkman y le dio a reproducir pero lo detuve tocando su mano, él me miró confundido, pausó la música y dejó de lado el aparato. Nos acomodamos en mi cama y yo me senté en su regazo mirándole cara a cara, nos quedamos un rato mirándonos a los ojos, los suyos brillaban hasta con la luz apagada, estaba embobada viéndolos fijamente, él empezó a reír y acto seguido colocó un mechón de mi cabello por detrás de mi oreja, apoyó su mano en mi nuca y me acercó hasta sus labios, nos besamos muy lentamente, quería disfrutar de esta tranquilidad que él me regalaba y que sólo él sabía hacer. Recordé la visión que me había aportado Vecna, como Eddie moría a manos de él y yo corría en su búsqueda aunque era demasiado tarde, me separé de él y mis ojos se cristalizaron, el mero hecho de rememorar aquella amarga visión en estos momentos donde estaba "a salvo" me rompía por dentro, me escondí en su cuello evitando que me viese en esa situación, aunque tenía la suficiente confianza con Eddie, seguía dándome vergüenza llorar delante de él.
-Hey, mírame cariño, cuéntame, ¿qué te pasa? -cogió mi mentón y me obligó a mirarlo. Sus ojos reflejaban preocupación y aunque no quería contarle qué me pasaba, su mirada me forzó a hacerlo.
-He recordado la visión de Vecna otra vez y ahora estoy en un momento bonito contigo y mi cerebro lo ha vuelto a rememorar. -suspiré y me acomodé en su frente mientras él me acariciaba la espalda. -No quiero perderte, sé que he estado todos estos años sola, pero desde que te conocí, no quiero seguir mi vida sin ti.
Eddie se separó de mí, alzó las cejas sorprendido y acto seguido empezó a reír, lo miré anonadada y me separé unos centímetros de él.
-¿He dicho algo gracioso? -dije confundida, Eddie dejó de reír y volvió a mirarme nuevamente
-Nunca pensé que tuvieses esos sentimientos hacia mí, siempre sentí que al ser un bicho raro nadie iba a tener ese interés. Te conocí y no sabía cómo hablar contigo, me parecías una chica peculiar y destacabas en cualquier lugar y ahora es como, "oye, tu vecina a la que veías salir al porche a leer y te parecía tan interesante acaba de besarte y decirte que no quiere seguir una vida sin ti". Es raro de explicar... -lo miré de una forma tierna, esta vez me empecé a reír y le deposité un beso corto en sus labios.
-No sabía que te interesaba desde hacía tiempo, ¿por qué no me hablaste desde el principio?
-Pensé que ibas a ser de otra forma, que me ibas a tratar como las populares del instituto, pero me equivoqué contigo. -negué con la cabeza después de escuchar aquello último. -¿Qué? Es cierto, pensé que me ibas a mandar a la mierda o a insultarme, pero cuando te vi aquel día de noche sentada en los merenderos supuse que era mi última oportunidad de conocerte.
-Recuerdo aquel día bastante bien, cuando me invitaste a tu casa y fumamos los dos en tu cuarto y a la mañana siguiente encontré a tu tío en el salón. -los dos nos reímos recordando aquel momento. -Dios, pasé mucha vergüenza y después me dijo que estaba curado de espanto, que te gustaba traer amigas aquí.
Él se ruborizó y sacó su lengua depositándola en su labio superior, soltó una leve risa y agachó la cabeza escondiéndola entre sus manos, yo reí ante su gesto y levanté su cabeza para besarlo una última vez antes de dormir.
-Oye, es tarde y deberíamos de descansar, tengo que curarme las heridas cuando tenga un poco más de fuerza. -dije mientras me acomodaba en mi cama. -Si quieres, dile a Steve que no hace falta que venga.
Eddie giró su cabeza y me miró de una forma divertida y acto seguido salió de la habitación, a lo que aproveché para irme a la ducha y asearme un poco. Cogí una camiseta que me llegaba por encima de las rodillas y ropa interior, me adentré en el baño y me saqué la ropa para meterme a la regadera, pero alguien tocó la puerta haciendo que me sobresaltase del susto.
-Ocupado. -volvió a llamar otra vez, así que fui a la puerta y abrí ligeramente ya que estaba desnuda, asomé la cabeza y encontré a Eddie apoyado en el marco de la puerta. -¿Andas siguiéndome? -dije de broma.
-Digamos que no puedo perderte de vista, o sino Nancy me mata. -dijo mientras señalaba la zona del salón.
-Voy a ducharme, sino quieres perderme de vista puedes entrar y ducharte conmigo. -hablé en un tono más seductor y él no dudó en entrar conmigo, cerró la puerta y consigo el cerrojo. Encendí la llave del agua y me metí, mientras regulaba la temperatura él entró y me cogió de la cintura dándome la vuelta y depositándome un beso en los labios, apoyé mis brazos alrededor de su cuello, pero él me los quitó suavemente.
-Tengo que quitarte las vendas, vamos a limpiarte la herida otra vez y después voy a por unas vendas nuevas. -cogió uno de mis brazos con delicadeza y me quitó el vendaje, dejando al descubierto las heridas que me habían hecho aquellos murciélagos, siguió con el otro y los tiró a la tapadera del inodoro. Eddie inspeccionó mi cuerpo y al notar los moretones que estaban desperdigados por mi figura quedándose congelado en el sitio, agarré la alcachofa de la ducha y le mojé haciendo que espabilase.
-No te preocupes, mañana cuando tenga fuerzas podré curarme, de mientras pareceré un dálmata. -dije intentando calmar el ambiente. Echó a reír por mi comentario y nos duchamos juntos, me ayudaba a enjabonarme la espalda y mi pelo, de vez en cuando me depositaba besos en mi sien y en la nariz, era un momento en el que había olvidado todo los problemas de mi alrededor, solo éramos él y yo y nada más, no había otro lado, no existía Vecna, todo estaba bien cuando estaba con él.
Salimos de la ducha y nos secamos juntos, él salió con una toalla enrollada hacia el maletín donde guardaban las vendas para poder cubrir mis heridas una vez más, mientras tanto fui poniéndome el pijama y lo esperé en la puerta del cuarto de baño. Jugaba con mi pelo todavía húmedo entrelazándola en mis dedos y daba pequeños golpes en el suelo con mi pie marcando un ritmo inventado, volví a mirarme otra vez los brazos para inspeccionar cómo se encontraban, aunque los curase iban a dejar alguna que otra marca, algo que nunca podré tapar.
-No te preocupes por las marcas, podríamos taparlas. -dijo Eddie despertándome a la realidad. -Quedaría bien aquí un alambre de espinas, podría hacerte uno.
-¿Sabes tatuar desde cuando? -pregunté curiosa.
-¿Cómo crees que me hice el titiritero y los murciélagos? Solo necesitas una aguja y tinta. -negué divertida, no podía imaginarme a Eddie tatuándome un alambre de espinas, pero no sería mala idea.
Entramos otra vez al baño y él me curó otra vez las heridas y me las vendó, tiró las viejas a la basura y nos fuimos a mi cuarto, se vistió con sus pantalones y yo le dejé una camiseta que me quedaba un poco más grande para dormir, nos acomodamos en mi cama y preparó el walkman para tenerlo cerca por si acaso. Nos acurrucamos en la cama y me apoyé en su pecho, regalándome pequeñas caricias mientras tarareaba Time after time, esta vez la canción sonaba mucho mejor si el que la cantaba era él.

Enchanted - Eddie Munson y TNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora