1. Forest hill

1.9K 60 3
                                    

Empecé a correr alejándome lo más rápido que podía de las garras de papá, tiré todo lo que estaba en mi paso mientras que de mi nariz brotaba sangre. Empujé a los guardias y salí disparada de allí. Podía ver la luz de la luna, como rebotaba en los árboles, en el césped mojado por la humedad. Seguí corriendo tan rápido como mis pies podían.
-¿Permiso para disparar? -escuché decir un guardia.
Me di la vuelta, miré fijamente al guarda y éste empezó a levitar, creé una esfera invisible que me cubría de todos los disparos, haciéndome invencible. El guarda estuvo lo suficientemente alto como para soltarlo y morir al instante por la caída. Los disparos no cedían, así que grité lo más fuerte que pude, y, en un abrir y cerrar de ojos, me quedé sola en ese bosque. Me fui de allí y me adentré hasta los matorrales.
Mis pintas no eran muy desapercibidas, pero allí no me dejaban tener ropa normal. Seguía andando, me clavé un par de astillas al no tener nada con lo que protegerme en mis pies, estaban sucios de barro, mi camisón blanco ahora tenía toques de marrón y rojo por culpa de la sangre. No sabía la hora, no sabía donde estaba yendo, me sentía perdida y tenía pánico de andar en círculos o, mucho peor, retroceder. Me senté en la piedra más alta que había, cerré los ojos para eliminar la mayor fuente de luz para que no me desviase de mi propósito, saber a donde nos dirigimos.
-Por favor. -me dije a mí misma.- necesito saber donde estoy.
Viajé durante un rato por las copas de los árboles, había muchísima vegetación, pero encontré agua, un lago, al lado de ella una pequeña cabaña, ahí debería de haber gente, o mejor, comida, ropa, algo con lo que poder parecer normal.
Abrí mis ojos y me fui por la misma dirección de antes, respiré profundamente, ese olor a naturaleza, hacía tantos años que olía ese hedor a hospital, limpio, el perfume de... papá. En mis oídos solo escuchaba animalejos rondando por el bosque, el viento chocarse contra las hojas de los pinos, el agua pasar... ¡el agua!
Corrí hacia el sonido que me daba a entender de que estaba cerca del lago, por fin lo vi, agua. Seguí el rastro para poder encontrarme con una cabaña al lado de una casa medianamente abandonada, ya que no había ni rastro de que viviese alguien allí. Entré, en efecto, no había nadie. Empecé a mirar las habitaciones una por una, me encontré con un dormitorio un poco desordenado, abrí el armario y empecé a sacar ropa, podía observar que esta casa era de un hombre, sobre todo por los cientos de chándales y sudaderas, cogí un chándal gris con una sudadera negra con letras en la espalda, no tenía zapatos de mi talla así que cogí unas chanclas con las que podría al menos no hacerme daño en los pies al caminar. Salí de la habitación para poder encontrar la cocina, estaba hambrienta, cogí una lata de conservas de macarrones y me los empecé a calentar. Me senté en un sofá que estaba cerca y me dispuse a comerme mi plato de comida, era graciosa la situación, porque realmente no sabía de quién era esta casa y menos dónde estaba el propietario. Mientras comía sentía una pesadez en el cuerpo que hacía que mis ojos se cerrasen y mi boca se abriese ante un gran bostezo, cabeceaba y solo quería dormir, pero tenía miedo de que volviese el dueño de aquella casa que la había hecho mía durante una hora. Me levanté y me fui a la cabaña, donde me escondí en el bote y eché la lona para taparme, hacía un poco de frío, pero mañana me levantaría para poder seguir mi camino lejos del laboratorio.

Me despertaron el sonido de las aves que estaban cerca y los rayos de sol que atravesaban la lona del pequeño bote donde me había refugiado. Levanté mi manta improvisada y me incorporé aunque fue complicado al estar el bote en el agua. Abrí la puerta de mi pequeño refugio y salí de ahí para poder seguir mi camino, no sin antes, con ayuda de mis poderes, divisar algún lugar con un poco más de civilización que esta pequeña casa en medio del bosque. Veía algo, estaba bastante lejos de mi localización, necesitaba un vehículo para poder llegar, al menos hoy, salí del trance y empecé a buscar cerca algo con lo que poder desplazarme. Mientras caminaba por los alrededores, vi una bicicleta tirada en el porche de la casa, ¿cómo no lo había visto antes?, la cogí sin dudar y seguí el recorrido que había creado en mi mente. Por el camino veía mucha vegetación, algo que echaba de menos y que no pude ver durante muchos años, disfrutaba de las vistas, del olor a pino que despeñarían los árboles, del cantar de las aves, del viento rozando mi cara, todo era vegetación y no cables, ni hombres con uniforme, ni esa sala de arcoíris, ni papá...
Seguí pedaleando hasta encontrarme con un letrero, "Bienvenido a Hawkins", pues, muchas gracias, supongo. Vi varias casitas pequeñas al entrar, algunos coches, personas paseando a su perro, un niño en triciclo, había gente normal, gente con ropa colorida y no con camisones o uniformes. Hice una pequeña mueca de alegría y seguí avanzando por aquel pueblo, llegué a una especie de casa gigante, parecía un palacio, adornaba una pequeña cruz en el medio y una campana que hacía retumbar hasta la montaña más alta y pesada del mundo. Mi principal objetivo era buscar una tienda de ropa, algo mas sutil que un chándal feo y descuidado, me bajé de mi bicicleta y me quedé a un lado de ella, me la llevé hasta una tienda que estaba a dos minutos de aquel edificio gigante de ladrillo, al que empezó a sonar sus campanadas. El escaparate de la tienda era precioso, las ropas tan coloridas y únicas, cada una tenía su encanto, "Balm Street" se llamaba, entré sin pensármelo, dejando antes aparcada la bicicleta a un lado de la tienda. Al abrir la puerta de cristal vi a muchísimas chicas, más o menos de mi edad, con muchos peinados distintos, cardados de infarto y rizados. La ropa era espectacular, sin perder el tiempo, cogí varias prendas de ropa, no sabía cual era mi talla, así que simplemente cogí varias, con una montaña de ropa entre mis brazos fui a probármela, era raro verme en un espejo tan largo, en mi habitación solo era un pequeño cristal en forma cuadrada que solo nos dejaba ver la cara, no teníamos una gran variedad de prendas de vestir y mucho menos, zapatos. Me sentía bonita con la ropa que elegí, cogí la ropa que me quedaba bien y divisé bien la talla para poder seguir eligiendo. La gente me miraba sorprendida, veía que cuchicheaban y cotilleaban de mí a mis espaldas, sus miradas hacia mí me hacían sentir incómoda, pero este momento en el que me sentía libre y lejos de toda esa podredumbre, opacaba todo lo negativo. Cogí varios zapatos que me quedaban bien y una mochila lo suficientemente grande para llevar todo lo que había elegido, me disponía a salir de la tienda cuando una chica me cogió del hombre y me empujó levemente lejos de la puerta.
-Perdona cariño, pero tienes que pasar antes por caja.
Me di cuenta de que varias personas de la tienda veían lo que quería hacer y empezaron a reírse de la situación, no sabía que había que pagar por esto, miré hacia atrás donde estaba la persona que me tenía que cobrar las prendas, a la que yo miré fijamente y me metí en su mente, no sé qué buena idea podía ser, ni si era muy ético utilizar mis poderes en esta situación. La chica puso los ojos en blanco, se quedó quieta y me miró.
-Tranquila, esto es un regalo de bienvenida, puede irse sin pagar.
La chica que me había parado antes se quedó con los ojos de plato, las mujeres que antes se habían reído de mí se quedaron serias y me fulminaron con la mirada, salí del establecimiento para reunirme con mi bicicleta, pero al parecer ya no estaba. Miré por todas partes mi vehículo de confianza pero no lograba encontrarlo por ninguna parte, metí mi ropa en la mochila y me la colgué a la espalda, no sabía cómo seguir mi camino sin ella, aunque espero que con solo caminar pueda llegar a mis destinos. Seguí caminando por aquel pueblo, no sabía a donde ir, pero lo único que sabía es que tenía hambre, y mucha. No sabía verdaderamente donde había un sitio para comer, pero de pronto un olor se apoderó de mis fosas nasales, a lo que salí corriendo hasta esa dirección, la boca se me hacía agua, nunca había olido nada parecido. Me encontré con un pequeño establecimiento con poca gente y un letrero gigante de luces, entré por aquella puerta haciendo sonar una pequeña campana, di dos pasos adelante y vi un letrero que estaba encima de una barra donde podía ver varias bandejas con comida, "hamburguesas", "batidos", "refrescos", "salchichas", no sabía qué era cada cosa, pero tenían una pinta increíble.
-Bienvenido a la hamburguesería "Hermanos Waffle", cuanto más comas, más lejos llegarás, ¿en qué puedo ayudarte?
Un chico con muy poco sentido del humor, me atendió, yo realmente no sabía que pedir, vino una chica a recoger una comanda y salió una hamburguesa con un par de refrescos de color marrón.
-Póngame eso mismo que acaba de llevar esa chica.
El dependiente me miró alzando una ceja y empezó a anotar en una libreta, me quedé parada esperando a que me dijese algo.
-¿Algo más?- negué con la cabeza. -pues sería todo 15 dol... ¡hoy es tu día de suerte! Bienvenida a Hawkins, esto es regalo de la casa, por favor, siéntese.
Sonreí y me senté como me había pedido aquel chico, usar mis poderes en personas que no me habían hecho nada malo me hacía sentirme mal, pero no sabía cómo sobrevivir fuera de aquel laboratorio.
Salí de allí después de comer la hamburguesa más rica que había probado jamás, sin duda, la comida aquí era algo inigualable a la comida del laboratorio, todo aquí era maravilloso, pero no tenía sitio al que ir a dormir o refugiarme, me senté en un banco, abracé mi mochila y coloqué mi mentón sobre ella, no sabía a donde podía ir. Mientras pensaba a mis adentros, vi una pequeña caravana pararse en la carretera, levanté la mirada y me enfoqué en las personas que estaban montadas. Cogí mi mochila y la coloqué de nuevo en mi espalda, caminé rápidamente hacía esa pareja que conducía aquella casa rodante, uno de ellos me vio llegar y bajó la ventanilla.
-Hola, ¿por casualidad sabes dónde está Forest hill? Las casas rodantes. -me preguntó aquel anciano.
Hice una señal de que se esperase un momento, cerré los ojos y divisé aquel lugar, no estaba muy lejos de aquí, abrí mis ojos y asentí, le expliqué poco a poco donde tenían que ir y a qué carretera coger, le convencí para que me llevase con ellos, haciéndoles creer que vivía allí, me llevaron amablemente y subí en su coche. Parecía una pareja normal y corriente, llevaban un pequeño gato en una especie de jaula, yo veía el camino por la ventanilla mientras hacía pequeños dibujos con mis dedos en el cristal. El coche se estacionó y yo volví de mi trance. Cogí mis cosas y salí de aquel vehículo, le di las gracias a esa pareja y me fui. Empecé a buscar una caravana abandonada o vacía, caminé por unos minutos hasta encontrar una caravana un poco inclinada y con notables signos de abandono, ese sería mi nuevo hogar hasta ahora. Me acerqué hasta la puerta y la abrí telepáticamente, no era una casa de lujo, pero se podía vivir ahí. Hice levitar varios objetos que no me apetecían que estuviesen ahí, limpié un poco la zona y la hice medianamente habitable, coloqué mi mochila en la cama y me senté a un lado. Me sumergí en mis pensamientos y mis ojos se cerraban poco a poco, aparté mi maleta a un lado y me dormí.

Enchanted - Eddie Munson y TNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora