06. Llamada Desconcertante

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Jeno se encontraba observando el amplío papel en blanco que se encontraba sobre su escritorio, junto a este se encontraba su lápiz mientras que, a un costado de esta, se encontraba una maqueta a medio hacer pegada a la pared, no quería que con algún movimiento brusco o descuido esta fuera a dañarse, si buen no era nada que debiera presentar en la universidad, era algo que estaba haciendo por pura diversión.

Su abuelo había sido un increíble arquitecto, desde que era muy pequeño él se había encargado de hablarle sobre su trabajo, heredándole su fascinación por aquella bella especialidad de las bellas artes, el problema había sido que su abuela había muerto hace dos años, no había logrado verlo convertirse en un profesional y eso era algo que lo entristeció demasiado en su momento.

Para su cumpleaños número veintidós, hace un año, su abuela le había regalado el cuaderno de bocetos que pertenecía a su abuelo, permitiéndole ver la gran cantidad de ideas y trabajos que su abuelo había hecho tiempo antes de fallecer, cada uno era más fascinante que el otro, tan diferentes el uno del otro que simplemente lo hacía sentir inmensamente orgulloso de lo increíble que había sido su abuelo, pero a pesar de eso, él sentía que jamás podría llegar a ser como él, era demasiado diferente a su abuelo.

La canción que se reproducía en su computadora de repente se detuvo, y cuando dirigió su mirada a la pantalla, noto como esta se apagaba debido a la falta de batería, su mirada algo perdida viajo hacia el primer cajón del escritorio, una de sus manos abrió este y tomó el perfectamente guardado cargador, hizo su silla hacia atrás y se levantó para poder conectar el cargador y comenzar a cargar el computador, cerrándolo pues no le agradaba utilizarlo mientras este se cargaba.

Se sentía desconcertado, su mente no había dejado de repetir las palabras de aquel azabache, sus ojos llenos de preocupación, su rostro lleno de desgano, y es que no lo entendía, a pesar de los años que pasaban, Na Jaemin parecía no dejar de sorprenderse cada vez que algo relacionado a él sucedía, y a pesar de todos sus intentos, parecía no odiarlo en lo absoluto, sin embargo, Jaemin no estaba mucho mejor que él, sus ojos se deslizaban entre cada línea, leyendo cada palabra que se encontraba escrita en el interior de aquel papel de color rosa pálido, podía parecer estúpido, pero desde aquella vez hace dos años, había guardado aquel papel causante de una de sus peores experiencias a lo largo de sus veinte años.

Sus ojos se deslizaban entre cada línea, leyendo cada palabra que se encontraba escrita en el interior de aquel papel de color rosa pálido, podía parecer estúpido, pero desde aquella vez hace dos años, había guardado aquel papel causante de una de sus peores experiencias a lo largo de sus veintitrés años.

Aquel día en que Lee Jeno le había golpeado en frente de varios estudiantes por haberse enamorado de él, por haberse "burlado de su confianza", ni siquiera lograba entender del todo su enojo en aquel momento.

—¿Quién más iba a saber lo de la playa?

De aquel día solo se encontraba una simple mención, nada que contextualizara lo sucedido, ni siquiera alguna insinuación de aquel momento, Jeno había reaccionado de una manera demasiado agresiva con él, incluso sabiendo que aquella letra no era suya, tiempo después luego de enterarse de quien lo había hecho realmente tampoco se había disculpado con él, solo se había dedicado a molestarlo cada vez que se le daba la gana, como si él fuera la manera para descargarse de cada problema que tuviera.

A la única persona que le había comentado algo había sido a Renjun, quien en ese entonces ya era su amigo, pero tampoco le había contado sobre la estupidez que ambos habían hecho por estar ebrios, sin darse cuenta, Jimin los había escuchado y había utilizado aquello para jugarle una mala broma, quedando totalmente aterrada de lo que su broma había ocasionado cuando vio a Jaemin con su rostro ensangrentado producto de la paliza que aquél chico que tanto amaba le había dado.

El azabache paso ambas manos por su rostro, soltando un suspiro mientras se levantaba del colchón lleno de almohadones que había en el alargado y algo angosto balcón que tenía junto a su habitación, separado por unos ventanales corredizos, tomó aquél libreto que le habían entregado en clases, apagó las pequeñas velas que colocaba a sus lados y las luces colgantes con forma redonda que colgaban de la barandilla de madera que su padre habían colocado pues solía pasar mucho tiempo allí y no le gustaba que sus vecinos se le quedaran viendo.

Tomó la carta y se dispuso a cerrar la ventana corrediza, caminó en silencio por su habitación y fue hasta su escritorio para dejar su libreto sobre este y arrojar aquel papel rosa en el interior del último de los cajones, algo agotado, cerró las cortinas apago la luz para poder ir a su cama y meterse entre las cobijas, cerrando sus ojos ante la agradable sensación de encontrarse en aquél lugar seguro, pero su tranquilidad no duro demasiado, pues su celular comenzó a sonar de repente, haciéndolo bufar al no dejar de sonar luego de unos segundos, giro su cuerpo y tomó su celular, observando la pantalla con algo de sorpresa, encendió la lampara que había sobre su mesita de noche e incorporó su cuerpo mientras acercaba el celular a su oreja luego de atender la llamada.

—...¿Aló? —Murmuró él sintiendo su pulso acelerarse ante el nerviosismo, escuchando simplemente un débil suspiro, sin recibir respuesta alguna—. Voy a colgar...

—¿Para qué contestas si vas a colgar? —Preguntó el mayor a través de la línea antes de que alcanzara a alejar su celular por completo.

—¿Por qué llamas si no vas a hablar? —Cuestionó él sintiendo su corazón latir desbocado al escucharlo.

—¿Qué haces despierto a esta hora? —Quiso saber el rubio soltando una pequeña risa, aclarando su garganta luego de unos segundos, Jaemin no podía verlo, pero estaba seguro de había hecho sus típicos parpadeos debido a los nervios.

—Esto parece un interrogatorio.

—Y-yo, sólo quería decirte que estoy bien, lo de ayer no es algo que debería preocuparte —Habló el mayor, escuchando un extraño sonido, como si este se estuviera moviendo de lugar.

—Oh... claro, intentaré no preocuparme cada vez que te vea con cara de muerto —Bufó él mientras llevaba una de sus manos hasta sus labios, comenzado a morder una de sus uñas ante los nervios.

—Si bueno, no deberías hacerlo, no somos amigos —Dijo Jeno soltando un suspiró, logrando hacer que el menor sintiera sus pelos colocarse de punta, a pesar de la triste sonrisa que se había formado en su rostro ante las palabras del mayor, tenía razón después de todo—. Supe que Winter se te declaró... debió ser genial, deberías intentarlo.

—Ahora entiendo el porqué de tu llamada, estas aprovechando la broma de MinJeong para que de alguna manera deje de sentir por ti cosas que te resultan asquerosas —Afirmó él sintiendo sus ojos arder y cristalizarse poco después, provocando que su vista se viera borrosa.

—No es una broma, cada vez que te ve sus ojos brillan, supongo que tus ojos si son el atractivo que tanto presumías, las chicas caen rendidas a tus pies...

—Eso no me importa —Intervino él pasando una de sus manos por sus húmedas mejillas—. Es una lástima que la persona que de verdad me interesa no lo noté.

—Basta, estamos hablando de ti y de MinJeong...

—Te equivocas, tú estás hablando de MinJeong porque te conviene, pero ¿sabes qué? puedes decirle a Jimin o al idiota que se le haya ocurrido esta estúpida broma que no resulto... —Aclaró él frunciendo su ceño mientras inclinaba su cabeza, llevando una de sus manos hasta su cabello, jalándolo levemente—. Ojalá y no puedas dormir por imbécil.

El azabache colgó la llamada soltando un débil sollozo mientras lanzaba su celular sobre la mesita de noche, volviendo a meterse entre las cobijas, cubriendo su cuerpo por completo mientras intentaba deshacerse del molesto nudo que se había formado en su garganta mientras limpiaba las rebeldes lágrimas que rodaban por sus mejillas.

—Te odio...

Saekki •NoMin• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora