Capítulo 16.

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Llego a clase y Harry aún no ha llegado. Pongo los ojos en blanco, siempre llegando tarde a clase. Me siento al lado de Rubén y lo saludo alegremente, me alegra verlo.

- Tenemos el trabajo casi terminado, espero que nos suban la nota por entregarlo mucho antes de la fecha límite.- Le comento sonriente. Parece que la funesta aparición de Jorge ayer por mi habitación ya no me afecta tanto, después de despotricarlo junto a mi madre por teléfono.

- Genial.- Me devuelve la sonrisa.

En ese momento entra el sexy tatuado a la clase y me dedica una preciosa sonrisa acompañada de su moratón en la mejilla. Si no le hubiera puesto crema estaría mucho peor, aunque no es que lo pueda esconder. A Rubén le desaparece la sonrisa al verlo y desvía su mirada hasta sus apuntes. Pongo los ojos en blanco, ¡hombres!.

- Hola nena, pareces más contenta que ayer.- Su sonrisa persiste en su cara amoratada.

- La verdad es que sí, después de llamar a mi madre y ponerlo verde me tranquilicé bastante.- Respondo tranquilamente, él me sonríe de nuevo y dirige la mirada a la profesora que acaba de entrar para empezar la clase.

Las siguientes horas de clase pasan rápidamente junto a Ana que se muere por contarme lo que hizo ayer con Niall, está esperando a la hora de comer. Hemos quedado para comer juntas para ir planeando no sé que fiesta que habrá esta semana. Por lo que sé, hay fiestas casi todos los días la primera semana de clase, después se tranquilizan y dejan las fiestas para los fines de semana, aunque para ellos los fines de semana empiezan los jueves. Y a eso lo llaman tranquilizarse, madre mía.

Terminamos la última clase con una Ana impaciente para soltar todo su rollazo romántico. Al salir por la puerta ya empieza a hablar como si de un volcán en erupción se tratara.

- Niall es monísimo.- Repite por millonésima vez esta mañana.- Me llevó de la mano todo el tiempo, no me soltó ni para pagar los helados.

- ¿De la mano?, ¿helados?, ¿enserio?- Me burlo mientras me troncho de risa.- Parece una cita increíble para unos niños de 10 años, genial.- Ella me mira mal y yo río aún más.- Es broma Anita, me parece genial que os lo esteis tomando con calma.

- ¡Gracias!.- Dice exasperada con los ojos en blanco.- Bueno, después de enseñarme la zona de ocio del campus y comer los helados, me invitó en un restaurante italiano de allí mismo que estaba buenísimo, de verdad, tienes que probarlo.

- ¿Italiano? Me encanta la comida italiana, un día podemos ir a comer o a cenar allí.- Le dedico una sonrisa, es genial pasar el tiempo, siempre es tan graciosa y entusiasta. Le transmite seguridad y positividad a cualquiera con quien hable.

Sigo escuchando escuchando las anécdotas de la pasada noche con una sonrisa. Comemos alegremente en la cafetearía entre bromas y risas.

Me dirijo a mi habitación, saco la llave de mi bolso haciendo malabares para que no se me caigan todos los libros y los apuntes en el suelo. Me dispongo a abrir la puerta cuando alguien me rodea la cintura firmemente con el brazo, y con la otra mano me tapa la boca para que no grite. Me arrastra hacia atrás. Por el olor y por la dirección que adopta ya sé quien es, así que no forcejeo y agarro mis libros fuertemente para que no se caigan en el suelo.

Mi misión para salvar mis libros y apuntes fracasa cuando Harry cierra la puerta de su habitación y me empotra contra la puerta. Al notar su dura erección contra mi trasero suelto un suspiro y dejo caer todas mis pertenencias al suelo. Su boca empieza a explorar mi cuello dulcemente, en contradicción con sus manos y su pelvis, que amasan mis pechos sin piedad y la otra golpea mi culo. Eso me hace pensar en la fuerza con la que me penetraría su pene, y ya está, estoy mojada en su habitación.

- Me hubiera gustado que te hubieras resistido más cuando te he agarrado.- Susurra en mi oído.- Creo que tengo ventajas hoy. Estás jadeando en mi habitación.

Yo no puedo evitar gemir bajo su tacto. Agarra el borde de mi camiseta y tira hacia arriba, dejándome en sujetador. Pasa sus manos por mi espalda mientras deja un reguero de besos húmedos en mi hombro. Sus manos se dirigen al cierre del sujetador y me lo quita con desesperación. Mis pechos vuelven a tener su despiadada atención. Se apoya sobre mi espalda mientras besa de nuevo mi cuello y noto su desnuda piel ardiente.

- Así mucho mejor.- Gimo ante sus apretones en mis pezones.- Vamos a ver lo mojadita que estas, nena, me muero por verte desnuda, entera.

Yo sigo con mis jadeos mientras noto sus manos recorrer mi piel hasta llegar al botón de mis pantalones. Lo desabrocha, se agacha detrás de mí y baja los pantalones despacio para observar mi figura descubriéndose. Suspira cuando tiene un primer plano de mi culo en un fino tanga rosa. Me acaricia las nalgas antes de seguir bajando mis pantalones.

Me hace levantar un pie y luego otro, sucesivamente, para quitarme, del todo, mis apretados pantalones. Apoya un dedo encima de mi clítoris por encima de la tela y yo suspiro.

- Te quedaban de muerte estos pantalones, pero al encontrarme lo de abajo...- Sigue recorriendo mi entrepierna por encima de mi tanga.- Es absolutamente impresionante.

- Estas muy vestido ¿No?- Le digo ante mi situación. Estoy prácticamente desnuda, y él probablemente lleve los pantalones puestos todavía.

- ¿Tu crees?- Me da una palmada en la nalga.- Date la vuelta.- Me ordena.

¡Vaya! Se ha tomado muy a pecho que el mandaba en su habitación y yo en la mía. En mi habitación es un corderito respetuoso y dulce. Aquí es una fiera sexy y seductora. Me parece que prefiero que me folle aquí que en mi habitación.

Me doy la vuelta y lo veo en ropa interior. ¡Dios mío! Está impresionante.

Recorro su cuerpo con la mirada, empezando por los hombros y sus pájaros tatuados del pecho. Mis ojos tienen la misión de llegar a la única parte cubierta de su cuerpo. Al ver su erección marcada en esos apretados boxers, sólo vienen a mi mente escenas sexuales altamente orgásmicas.

Él no tarda nada en agacharse hacia mis pechos para besarlos, chuparlos, morderlos y masajearlos. No se entretiene demasiado en ellos cuando se pone de rodillas y agarra mi tanga para arrastrarlo lentamente hacia el suelo y quitármelo del todo.

- Nena, qué mojada estas.- Pone un dedo en mi clítoris y lo empuja resbalando hasta que entra dentro de mí. Yo emito un gemido. Acerca su dedo mojado a mi boca estirando su brazo.- Chupa nena.- No dudo ni un momento y me lanzo a su dedo. Lo lamo y lo succiono mientras le dedico una sonrisa y una mirada lujuriosa. Él gime ante mis actos, seguramente pase por su mente dónde podría hacer eso mismo.

Aparta su mirada de la mía, la dirige directamente hasta mi entrepierna. Se acerca peligrosamente, antes de que me toque ya estoy gimiendo. Su lengua recorre mi entre pierna de una forma demasiado placentera. Podría correrme ahora mismo. Su ultraje prosigue y yo gimo desatada. Dos de sus dedos me penetran, su lengua sigue golpeando y acariciando mi clítoris. Sus dedos se mueven rápidamente y su lengua no pierde el ritmo. Me lanzo a un increíble orgasmo. No sé como me aguanto de pie mientras me corro con sus dedos dentro de mi y su poca saboreándome.

Cuando termino de estremecerme de este orgasmo imparable, se levanta y me mira a los ojos. Me acaricia los labios con los mojados dedos que estaban dentro de mi. Lentamente los introduce en mi boca y yo cierro los labios a su alrededor. Su mirada está fija en mis labios mientras chupan esos dedos con sabor a mí.

- Nena, ¿te gustaría jugar conmigo con esa boca preciosa y sucia que tienes?- Me mira con deseo, cosa que me enciende aún mas.

Le dedico una sonrisa juguetona. Lo beso apasionadamente, y me dispongo a bajar mis besos por su cuello, torso, y finalmente, por encima del elástico de los boxers. Me quedo arrodillada delante de él, mirándolo fijamente a los ojos mientras acaricio su erección por sobre de la tela. Él se muerde los labios.

- ¿Estás preparado, nene?- Mi sonrisa seductora parece ponerle todavía más cachondo.

Empieza el juego. H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora