Me despierto a las tantas de la mañana. No hay nadie en casa, todos se han ido a clase. Harry no me ha despertado, aún quiere que descanse aunque el polvo de ayer fuera mucho más agotador que ir a clase.
Cuando me levanto, voy directa a la cocina, mi estómago ruge. Mi desayuno está encima de la mesa, excepto la leche y el zumo, que están en la nevera. El zumo natural, exprimido por el mismísimo Harry, me espera en un vaso fresquito de la nevera.
Al terminar el desayuno, arreglo mi habitación y mientras me estoy vistiendo suena el timbre de la puerta. Termino de embutirme en la ropa a toda prisa y corro hacia la puerta. Delante de mí hay una chica rubia, unos pocos años mayor que yo. Sus ojos carecen de brillo, aunque tiene algo que me resulta familiar.
- Hola, ¿está Harry? Me han dicho que podría encontrarlo aquí.-Dice la desconocida sin mostrar felicidad alguna.
- Ahora mismo no está. Pero no creo que tarde en llegar.- La chica levanta la manga de su jersey para mirar el reloj y puedo ver unos moratones en su brazo. Al momento sé quien es sin haberla visto nunca.- Si quieres puedes pasar a tomar algo hasta que vuelva, está en clase.
- No puedo esperar, no tengo tiempo.- Se pone nerviosa.
- Eres Gemma, ¿verdad?- Asiente con la cabeza.- No te marches, insisto a que lo esperes, por favor.
- Está bien.- Entra y le señalo la sala de estar. Le pregunto que quiere tomar, solo quiere agua.
- No quiero meterme donde no me llaman, pero, si necesitas ayuda puedes quedarte aquí, hay sitio de sobra.
- ¿Te lo ha contado?- Asiento.- Necesito su ayuda, es el único que me entiende. Espero que no te moleste.- ¿Que no me moleste? Es su hermana.
- ¿Por qué iba a molestarme que te ayude?- Acaricio su mano para intentar apaciguar su estado nervioso.- Es más, puedes contar conmigo también.- Le sonrío, y por primera vez veo sus dientes relucientes en una tímida sonrisa.
- Tiene suerte de tener una novia como tú. Es un chico increíble, y no lo digo solo porque sea mi hermano.
- Yo también tengo mucha suerte de tenerlo.- Suspiro pensativa, es la pura verdad, tengo mucha suerte de tener a una persona así a mi lado.
- No sabía que vivíais juntos. Sólo llamó a mi madre para avisarle que dejaba la residencia y que pagara el alquiler de esta casa. No le dijo que se fuera a vivir contigo.
- En realidad somos compañeros de piso, algo especiales, eso sí.- Me río.- Aquí también viven otro chico y otra chica.
Escuchamos la puerta abrirse y el, ya típico, "hola nena" de Harry. Entra sonriente en el salón, aunque su cara se queda blanca al ver a su hermana. El terror sobresale de sus ojos.
- ¡Gemma! ¿Estás bien? ¿Qué te ha hecho ese cabrón?- Corre hacia nosotras y se arrodilla delante de su hermana. Ella rompe a llorar y se abrazan.
- No puedo más Harry, esto es un infierno. Lo amo, pero no puedo aguantarlo más. Va a darme una paliza cuando llegue a casa, y mamá ni siquiera intentará evitarlo.- A mí se me saltan las lágrimas al verla así. Mi corazón se estruja al ver que una madre apoya a su yerno para que maltrate a su pobre hija.
- Os dejo solos.- Intento levantarme, pero Harry me lo impide.
- Quédate.- Me acaricia la mano a la vez que se separa de Gemma.- Mira, Gemma, ella es Marta. Es la mujer más especial de mi vida, junto a ti y, aunque no se lo merezca, junto a mamá.- Soy especial para él. ¡Soy especial para Harry! ¡Soy la más especial, junto a su família!- Marta va a ayudarte, sabe mucho de estos temas, y yo también voy a ayudarte.
- Claro, Gemma. Quédate a vivir con nosotros, si no quieres volver a esa casa y a ese infierno, aquí tienes sitio. Hay cuatro habitaciones y apenas se usan dos. Puedes tener mi cuarto o el de Harry, el que más te guste.- Con mi mano libre acaricio la mano de la chica y me sorprende con una abierta sonrisa y un abrazo.
ESTÁS LEYENDO
Empieza el juego. H.S.
Hayran KurguAquí estoy yo, en el aeropuerto de Madrid con mis padres de camino al que será mi hogar durante los próximos dos años, la residencia de la universidad. Nunca me había sentido tan extraña emocionalmente hablando, voy a separarme de mis padres en dos...