Prólogo

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Todo comenzó con una simple noticia: un misterioso brote causado por una enfermedad desconocida había aparecido repentinamente y se había cobrado sus primeras víctimas en menos de veinticuatro horas.

Más temprano que tarde, el número de infectados acrecentó exponencialmente, y no solo eso, sino que la infección se propagó a través de todo el mundo con una velocidad nunca antes vista, causando pánico y caos sin precedentes. Las fronteras se cerraron, se instauró una cuarentena obligatoria y aunque se tomaron todas las medidas de seguridad posibles para frenar el ascenso de aquella misteriosa enfermedad, al final nada sirvió, la enfermedad no solo avanzó a pasos agigantados, sino que acabó diseminándose sin parar, causando estragos y llevando el pánico consigo a cada rincón de la tierra.

Poco tiempo después las muertes sobrepasaron los miles, y se auguraban millones más gracias al misterioso agente que había dejado a la humanidad completamente vulnerable. Con la histeria y el caos reinando en cada rincón del planeta, la Organización Mundial de la Salud acabó concluyendo que la enfermedad era causada por una misteriosa y nunca antes vista cepa bacteriana. La cual se propagaba por la sangre y causaba terribles efectos en las personas.

La fiebre, el dolor general, las jaquecas y las hemorragias internas tan solo eran la punta del iceberg, pues cuando menos se dieron cuenta; todos los infectados que habían fallecido a causa de la enfermedad comenzaron a regresar de la muerte...

No solo la búsqueda de una vacuna frenó, sino que todo cambió por completo, los infectados que regresaban ya no eran humanos, se habían transformado en monstruosos seres carentes de todo sentimiento o empatía, motivados únicamente por una rabia asesina y una inacabable hambre hacia la carne, la carne humana. Era inútil razonar con ellos o intentar ayudarlos, y si alguno te mordía, estabas condenado a transformarte en uno más de aquellos entes sin vida. Pronto el caos se apoderó del mundo. Gobiernos y naciones enteras sucumbieron en cuestión de horas, las calles se llenaron de sangre y gritos, mientras que el número de infectados incrementó hasta convertirse en un interminable ejército de muertos vivientes.

Luego de que los intentos de frenar la pandemia fracasaran abismalmente, la siguiente etapa fue levantar refugios en los cuales la gente pudiese protegerse de los infectados, aquello pareció ser una pequeña luz al final del túnel. Pero no solo la enfermedad mutó, sino que el orden establecido acabó por morir, ya no importaban las normas ni las leyes, lo único que importaba era mantenerse vivo a como diera lugar.

Grupos militantes y extremistas se alzaron en cada rincón del planeta, proclamándose como los salvadores de la humanidad, cambiando así el juego y llevando a los sobrevivientes a envolverse en una guerra sin cuartel, donde no había bandos ni tampoco líderes, simplemente una lucha encarnizada por la prosperidad.

Pasó mucho tiempo y la tierra cambió por completo, las ciudades se volvieron silenciosas y poco a poco la verde naturaleza comenzaba a recuperar lo que por derecho le pertenecía, los infectados plagaban las calles y si aún había gente con vida; lo más seguro es que no se trataría de ningún aliado. La existencia se transformó en una lucha diaria por sobrevivir, más temprano que tarde, la especie entera terminó de rodillas ante un poderoso y microscópico enemigo que despertó el lado más primitivo y peligroso de la propia humanidad, convirtiendo al planeta en un silencioso y mortal mundo dominado por fuerzas oscuras que solo buscaban esparcir la muerte a como diera lugar.

La humanidad sucumbió, los muertos se levantaron, y al final, todo se sumió en oscuridad.

LA CEPADonde viven las historias. Descúbrelo ahora