CAPÍTULO 14

131 27 1.2K
                                    

NAOMI

Mis ojos siguen cerrados. Con mis manos busco su contacto, pero solo me encuentro con un hueco vacío y frío. Aclaro la vista comprobando lo que ya sospechaba, él no se encuentra conmigo. Me siento en la cama, y antes de que pueda pasar cualquier pensamiento por mi cabeza JJ aparece en el marco de la puerta. Se ve tan sexy en pijama, y con el cabello despeinado. Mis impulsos quieren traicionarme, habitualmente iría por lo que quiero. Disfruto esa sensación de poder. Me entrego a esa emoción, se vuelve adictiva y fascinante. Pero me contengo, porque se trata de él, y con JJ nunca estoy segura de cuál es el siguiente paso por dar.

—Cookie no paraba de rasguñar la puerta. Me levanté a darle su alimento —me explica. Mi vista se detiene en las ojeras que acompañan a esos ojos verdes.

—Mmh ya me parecía extraño —curvo hacia arriba la comisura de mi boca— por la noche dices que solamente quieres dormir conmigo, y luego en la mañana te vas sin despedirte.

—Mmh no te haría eso. —Apoya las manos en la cama, dejándome en medio de ellas—. ¿Lo creíste?

—No. —El desafío me atrapa. Me echo ligeramente hacia atrás—. Además a mí no me dejan, yo los abandono antes de que eso pase.

—Suena como si me estuvieras describiendo.

—Suena como si fuéramos parecidos.

—Lo cual es algo extraño, porque me odiabas.

—No te odiaba. Nunca te odié —confieso— yo era muy joven, y tú eras un imbécil.

No se hace el ofendido, sabe que tengo razón. Él descargaba su rabia a través de la violencia, y el rencor se había apoderado de su corazón. Desde mi perspectiva no entendía por qué actuaba de esa manera con Melissa, la novia de mi hermano. Ellos tenían sus problemas, una oscura historia que los acompañaría por toda la vida, pero que me alegraba que lentamente habían logrado dejar en el pasado.

Ahora su vínculo es más fuerte que nunca, y aunque jamás se han dicho esas palabras, para mí es como si fueran mejores amigos.

—Lo era. —Hace una pausa, luego agrega—, me gusta cómo siempre me dices las cosas.

Las ansias se apoderan de mi boca, las ansias de que Jonas se rinda ante lo que flota en la superficie, la indiscutible atracción que pesa en cada uno de nuestros movimientos. No acostumbro a esperar, tampoco es que quiera algo esporádico, no con él. Jamás con él.

Su aura me hipnotiza, el recuerdo de sus manos por sobre mi abdomen, las caricias en mi cabello, en mi piel no logro expulsarlas de mi mente. Quizá porque no quiero, no quiero olvidar el rastro que deja en mí, aunque sea mínimo. Mi aroma y el suyo entremezclados, porque juntos seríamos una combinación explosiva, pero cargada de deseo.

—A mí me gustas tú —le respondo.

Tómalo o déjalo.

No reacciona de la manera que espero. Se aleja, como si mi voz le hubiera producido un amargo sabor. Apoya su cuerpo en la pared a un lado de la ventana.

—¿Qué pasa? Suéltalo de una vez. —Mi voz sale áspera, dura—. ¿Te arrepientes? ¿es eso?

—Tú nunca lo entenderías.

EL SILENCIO ENTRE LOS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora