CAPÍTULO 35

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⚠️Contenido violento. 


NAOMI

Cuánto hubiera deseado que se tratara de una pesadilla, pero al abrir los ojos confirmo que todo lo que viví fue real. Me duele el cuerpo ante las mordidas que Austin causó en mi piel. Y aunque el suplicio quiere vencerme, repito una y otra vez en mi cabeza la matrícula del vehículo. Pretenden destruirme, pero soy Naomi Cranham y yo saldré de aquí a como dé lugar.

—Preciosa —dice Wes, recostándose a un lado mío en el colchón. Las manos aún las tengo atadas por detrás en la espalda. Wes me quita la cinta de la boca.

—Están buscando su propia desgracia. —Nunca creí que articular sería tan incómodo, las secuelas de las horas que pasé con la cinta sobre la boca son más que latentes. Observo a Wes con desafío—. Quizá nadie quiso escucharnos, pero mientras más daño me hagan, seré la prueba de que siempre tuvimos la razón, y terminarán pagando por todo lo que han hecho.

—¿Qué te hace creer que saldrás de aquí, Naomi?

—Yo saldré de aquí.

Y quizá Wes no comprende cuál es la fuente de mi determinación. ¿Cómo podría comprenderlo si es la peor clase de hombre que puede existir? Tal vez en este momento, no hay demasiado a mi favor, pero solo hay una certeza. Todo lo que me han hecho, y lo que planeen hacerme, se les devolverá de una peor forma.

—Coincido con Austin, no comprendo cómo te mantienes así.

—¿Cómo podrías? Si ustedes son hombres tan débiles, que necesitan hacer algo como esto, para sentirse fuertes.

—No te hemos puesto ni un puto dedo encima.

—¡No intentes manipularme! ¿Qué? ¿Crees que porque no me han violado esto no es algo grave? ¡Estoy aquí contra mi voluntad! Me han amarrado, me han dejado sin comida ni agua. Me han golpeado, y dormido con cloroformo. Austin me llenó de mordeduras por todo el cuerpo. Esto es un puto secuestro, y abuso, Wes, y pagarán ante la ley.

—Solo es un juego. —Le baja el perfil. No puedo creer que lo haga, aunque viniendo de él, no debería extrañarme—. No somos imbéciles. Nos vengaremos por lo que nos hiciste pasar, pero no cruzaremos ese límite. Te lo aseguro.

—¡El límite ya lo cruzaron! ¡Y no fue lo que dijiste antes de que Austin me arrastrara aquí a la fuerza!

—Quería asustarte. Ellos harán lo que yo diga, y habrá un límite.

—Tu "jueguito" así como te gusta llamarlo, se te escapará de las manos. Terminarás muerto, Wes.

—Sí, claro —dice, como si mis palabras no tuvieran ningún peso sobre él— mira lo que compré para ti. —De una bolsa, saca un vestido de muñeca.

—Ni en un millón de años me pondría eso —lo fulmino con la mirada.

—Lástima, porque de seguro te verías hermosa. —Lo deja a un lado—. ¿Sabes? Siempre me gustaste.

Me pongo a reír, lo que lo desconcierta. Es una risa fingida, y al moverse mi abdomen, la memoria de esas heridas se hace presente. Me duele.

—Lo único cierto, Wes. Es que eres un puto enfermo, te obsesionaste conmigo, porque nunca me interesaste. ¿Y cómo podría? Sí mira la tremenda basura qué eres.

—Púdrete, Naomi —suelta, levantándose abruptamente.

Me deja sola, y aprovecho la instancia para observar mi alrededor. La luz es tenue, no permite ver demasiado. Sin embargo, no por ello me rendiré. Tomo asiento en el colchón, intentando buscar equilibrio pese a tener las manos amarradas en la espalda. No hay mucho que pueda servirme, busco algún objeto punzante para intentar cortar la cuerda, pero tan estúpidos no son.

EL SILENCIO ENTRE LOS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora