CAPÍTULO 42

97 15 441
                                    

EZRA

Dos meses después.

—¡Ezra! ¡Ezra! —No necesito voltear, para saber quién viene corriendo en mi dirección—. Se te quedó en casa.

Me doy media vuelta, en una amplia sonrisa. Captamos la atención de nuestro entorno, y siento algo de vergüenza que se refleja en el color de mis mejillas.

—Si corres de esa manera, gritándome, y ahora no me sueltas —digo, al sentir sus brazos que se aferran a mí con fuerza— todos pensarán que estamos saliendo.

Tomo el ensayo que debo presentar en clases, soltando una pesada exhalación. No debí haber olvidado algo tan importante.

—Quizá eso es lo que pretendo —bromea, observando a nuestro entorno. Es la entrada a la facultad—. Lástima que no vea a Fox por aquí...

—Cada vez viene menos... ya le queda poco por terminar. Seguramente después no lo vea nunca, creo. —Desvío la mirada, porque el solo hecho de escuchar su nombre o hablar de él aún me remueve por completo. No lo he olvidado, me pregunto si algún día realmente pueda hacerlo—. ¿Y por qué esas intenciones Hunter? —sonrío con suficiencia— no estoy con él... pero tampoco contigo...

—No me lo digas tan directamente que me dan ganas de llorar. —Vuelve a abrazarme con fuerza, y siento un par de miradas curiosas sobre nosotros, pero ninguna refleja desprecio. Quizá siempre sobredimensioné el cómo el entorno podía actuar al sospechar o creer que soy gay. No digo que no existan ese tipo de personas, pero también creo que el entorno dónde crecí me hizo tener una idea muy extrema de cómo podrían discriminarme mis pares. Siempre dependerá del ambiente dónde uno esté, sin duda. Pero independiente de ello, lo que sí tengo claro, es que ya no tengo ningún temor de mostrarme tal y cómo soy.

—Hunter me estás asfixiando... —murmuro, intentando salvar mi vida.

Estoy acostumbrado a las demostraciones de cariño de Hunter. El último tiempo hemos estado viviendo juntos. No era lo que tenía en mente, pero necesitaba un lugar dónde quedarme; uno que no implicara demasiados gastos. Conocer a su familia fue increíble; padres que no ven con malos ojos la orientación sexual de su hijo, y un hogar rodeado de amor. Siento que he aprendido mucho de ellos, y también me ha ayudado a darme cuenta de todo el ambiente tóxico en el que crecí, ya lo sabía, pero tener la experiencia de vivir en una casa dónde todo es tan diferente, termina de esclarecer todas las inseguridades que me generaron mis propios padres. Daría mi vida con tal de sacar a Oliver cuánto antes de ahí.

Aunque también, debo ser justo, al menos con mi padre. El motivo por el cual he podido continuar mis estudios, ha sido gracias a él, quien sigue transfiriéndome una cantidad importante de dinero. También he adelantado mi práctica, y así he logrado tener un dinero extra que me ha hecho sentir más independiente, y además estar más entusiasmado con mi carrera. Soy bueno en esto, y eso es un mérito mío.

—Perdón, Ezra. Es que eres tan adorable, guapo. Tu cabello es hermoso, amo el naranja. Y tus pestañas, y tu cuerpo, y... —pongo los ojos en blanco—, es que es imposible no querer abrazarte.

—Abrazarme, no matarme.

—Me emociono fácil.

—De eso me di cuenta —rio, y él conmigo, cuando de pronto, la suya se detiene.

—¿Pasa algo?

—No es nada... Vi pasar a Fox con alguien... muy animados.

—Ya veo...

No quiero ver en esa dirección. Me tomo unos segundos, hasta que finalmente me despido de Hunter y me dispongo a ir a la sala de clases. Con Fox no nos hemos visto en días, de por sí ya es bastante incómodo. Si además está con otra persona, seguramente lo sea aún más, aunque no puedo evitar pensar de quién se tratará. Si hubiera sido Naomi, Dakota, o Holly, Hunter la hubiera identificado. Tampoco debería importarme.

EL SILENCIO ENTRE LOS DOSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora