IV

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Subieron las escaleras de vuelta a paso rápido. Las pisadas repiqueteando contra la vieja madera con algo de prisa, por estar de vuelta en la torre cuanto antes. No se esperaban que hubiera sido tan rápido y cuanto antes se fuesen de allí mejor para todos. Hasta que no estuviesen en su ciudad no estarían a salvo.

Ellos no tenían la suerte de poder volver volando, les había tocado el duro trabajo de caminar entre la nieve y el frio helado del país. Era injusto. Pero pronto estarían en la calidez de su ciudad, en la torre con los suyos. Por lo que les esperaba allí valía la pena cada movimiento.

Volver de una misión era lo que más le gustaba de todo aquello y ella nunca había tenido tantas ganas como esa vez. Lo único que quería hacer era volver y tener una conversación decente con Wanda. Quería arreglar las cosas de verdad, y si tenía que decirle la verdad, lo haría. No se asustaría.

Cruzaron el umbral de la puerta por la que habían entrado anteriormente. El viento helado golpeándoles con un alivio inmediato, aunque seguramente que con el paso de los minutos no fuese tan aliviador. Ella bien sabía que el frio te calaba hasta los huesos, así que no tenían tiempo que perder. Además, quería darse prisa para estar al lado de Clint y así asegurarse de que estuviera bien, aunque Banner supiese tratar sus heridas como necesitaba. Conocía bien al chico como para saber que se saltaría todas las indicaciones, a menos que ella estuviese allí para obligarle a seguirlas.

Dio varios pasos al frente sobre la capa de nieve, que se hundía bajo sus pies, cuando escuchó el silbar de una flecha pasar frente a ellos, antes de siquiera verla o poder hacer algo por pararla. De repente la flecha estalló provocando una explosión a su alrededor y otras tres más le precedieron. El ruido le inundó los tímpanos. Sus cuerpos fueron enviados con violencia lejos en diferentes posiciones. Los ladrillos de la pared cayeron a su alrededor junto a ellos, golpeándoles violentamente.

Su cuerpo se estrelló contra la pared del edificio antes de caer con fuerza al suelo, golpeándose las costillas y las rodillas, había conseguido cubrirse la cabeza con los brazos por inercia. Sus oídos pitaban debido a la fuerte explosión y dejó todos sus sentidos aturdidos, sintiéndose mareada.

Sin darle un respiro, un escudo redondo plateado golpeó sus costillas, mandándole de vuelta contra la pared y dejándole sin respiración durante un instante. Boqueó en busca de aire desesperadamente, ahogándose hasta que sus pulmones parecieron recuperarse tomando oxigeno lentamente. Cuando logró levantar la mirada, aún borrosa, se encontró observando frente a ella una figura imponente con armadura de metal con toques azules y naranjas, además tenía una capucha azulada sobre el casco. La cara que le observaba era terrorífica y letal a decir verdad.

Aquello tenía que haber sido una encerrona. Una trampa para cogerles. Había sido demasiado fácil recuperar las armas, aquella era la única explicación posible. Se sintió tonta por no haber hecho caso a su primer instinto. Debían haber permanecido todos juntos alerta.

Veía todo borroso mientras intentaba buscar desesperadamente a sus amigos con la mirada. Creyó verles tirados en el suelo sin moverse, entre grandes escombros caídos de la pared a sus espaldas, la explosión incluso había retirado la nieve de esa zona dejando todo entre polvo y humo. Vio sangre junto a sus cuerpos con los trajes desgarrados, y quiso correr para asegurarse de que estuviesen bien. Intentó moverse a pesar del dolor para llegar hasta a su lado. Necesitaba asegurarse de que seguían respirando.

Había perdido sus armas en algún momento durante la explosión y por mucho que buscó atientas no logró encontrar nada que fuera a ayudarle.

Se incorporó en el suelo con velocidad, pero no pudo ni empezar a moverse cuando la misma figura le agarró de la coleta y le levantó del suelo haciendo que mirase al frente. Ella pataleó en el aire intentando soltarse del agarre, le dolía y le picaba el cuero cabelludo de la zona, pero por mucho que se agitaba y golpeaba no había nada que pudiera hacer, le sujetaba firme. Tan solo el brazo de esa cosa pesaría la mitad que ella. Su visión dejó de ser borrosa tras varios minutos de angustia, y fue entonces cuando divisó al protagonista de sus peores pesadillas, Dreykov. Un vacío se apoderó de su estómago y no hizo más que incrementar cuando reconoció el rostro familiar a su lado.

Suero rojo | Wandanat / ScarletwidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora