VII

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Las horas no pasaban y los días parecían interminables, pues la incertidumbre de lo que estaría ocurriendo con la pelirroja le tenía en vela, y cada día que pasaba era uno menos sin saber dónde estaría.

Como cada día se encontraba dando vueltas por la sala de operaciones de Stark, donde estaban todos sus ordenadores y demás aparatos electrónicos en los que trabajaba, que ella no entendía ni para que servían, pero hacia su mayor esfuerzo en intentar comprenderlo.

Tenían varios ordenadores trabajando en encontrar a Natasha. Incluso había satélites de por medio triangulando posibles ubicaciones. Lo habían intentado de todos los modos posibles, pero después de dos semanas buscando seguían en el mismo punto que al principio. La ubicación de la Habitación Roja, y por tanto de Natasha Romanoff, era indeterminada. Aquel programa de viudas parecía un borrado existencial, no había información ni rastro por ningún lado, era realmente terrorífico pensar que seguían actuando sin que nadie lo supiese.

A pesar de todo ella seguía luchando por no perder la esperanza. No podía permitirse hacerlo, sabía que tenía que estar ahí fuera en algún lugar y ellos iban a encontrarle. Y cuando todo eso se acabara ella iba a poder abrazarle, quizá hasta podría decirle lo mucho que le gustaba, aunque eso le aterraba más que otra cosa.

Las pantallas azuladas que les rodeaban trabajaban cada una en diferentes cosas. Las del centro de la sala donde estaba el escritorio mostraban un mapa completo del mundo, hasta imágenes que pasaban deprisa mostrando diferentes ubicaciones reales y otras por las que se analizaban reconocimientos faciales de la zona. Una al fondo llena de números que iban a una velocidad descomunal, mareaba tan solo con mirarla, Tony había dicho que eran bases de datos, como si eso le ayudara a entenderlo.

Ella se quedaba fascinada viendo la velocidad a la que funcionaban, mientras Tony en el escritorio principal trabajaba en una de las pantallas introduciendo códigos y algoritmos sin descanso. El chico tampoco se había rendido en la búsqueda y estaba haciendo hasta lo imposible por encontrarle, incluso él hacia bromas para animarle.

Se sentía un poco estorbo allí, pero era lo más cercano a poder averiguar donde se encontraba Natasha o al menos ser la primera en enterarse después de Tony. Estaba apartada a un lado con una de las pantallas, se había quedado con la simple misión de buscar en internet noticias recientes de niñas desaparecidas o conflictos callejeros sin autoría, en busca de algún secuestro por parte de la Habitación Roja en el reclutamiento de viudas, y que de esa forma pudieran acercarles a conocer la ubicación. Todo aquello le estaba dejando un mal cuerpo, el mundo era un lugar horrible, pero se obligó a seguir leyendo en busca de alguna que fuese diferente o sospechosa, pero tampoco tenían éxito.

El pitido y parpadeo constante de una de las pantallas llenó la sala, alertándoles, les hizo pararse al momento de lo que estaban haciendo. La imagen cambió con velocidad y los números bajaron por esta más despacio. Wanda se quedó muy quieta en la silla sin entender lo que estaba ocurriendo. Apretó sus manos a los reposabrazos de la silla. Su corazón se aceleró golpeando con fuerza su pecho.

Tony se había levantado de la silla con la vista fija en la pantalla y el rostro serio. Sus manos se dispararon a la pantalla y con agilidad hizo que la imagen parara y los números se movieron ahora a su antojo.

Ella le miraba expectante sin saber lo que ocurría. La incertidumbre le estaba matando.

—¿Qué pasa? —Preguntó en un tono alto y temeroso.

—Creo que hemos encontrado a Romanoff —habló Tony mientras tecleaba, y Wanda se abalanzó frente a las pantallas del escritorio, con el corazón desbocado—. Con eso debería ser suficiente... ¡Y voilà!

Suero rojo | Wandanat / ScarletwidowDonde viven las historias. Descúbrelo ahora